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El convenio que no conviene

Imagen de la firma del convenio colectivo de 2011. Fuente Getty images.

Me he pasado muchos años admirando a los propietarios de la NFL, tanto que he llegado a pensar que eran los mejores empresarios del universo deportivo por ser los dueños de una parte del negocio más rentable de cuantas competiciones se conocen. Pero recientemente estoy teniendo que reconsiderar seriamente mi postura por si quizá les estoy sobrevalorando.

El pasado jueves, los propietarios de las franquicias NFL se apresuraron a firmar una propuesta de convenio colectivo para que posteriormente la votaran los jugadores. Su argumento, más allá de unas deficientes negociaciones de la NFLPA (la asociación de jugadores), era que un acuerdo temprano beneficiaría a ambas partes de cara a negociar los contratos televisivos que entrarán en vigor en 2023.

Para ubicarnos, esta próxima temporada es la 2020, así que estamos hablando de que aún faltan 3 temporadas para que llegue ese acuerdo mega multimillonario que duplicará los ingresos totales por derechos de televisión (de los $7.500M actuales a los $15.000M). La NFL AÑADIRÁ a los actuales poseedores (CBS, FOX, NBC y ESPN), gigantes empresariales como Google, Netflix, Youtube, Comcast (NBC) y varios más en la puja por los derechos de la emisión en streaming. Amazon, que ya tiene el TNF, podría además pujar por el paquete de los domingos para aumentar el coste de suscripción de Amazon Prime. Todo ello significa que al aumento considerable de la cifra total de ingresos que ya conseguían de las televisiones convencionales, sumarán otro buen puñado de millones por estos otros derechos. Hasta aquí, los tipos que me parecían superlistos siguen siendo superlistos.

El problema de los tipos superlistos es cuando se pasaron de frenada al ofrecer a los jugadores una propuesta que parece tratarles de supertontos. IMPORTANTE: estamos hablando de una propuesta de acuerdo para los próximos 10 años (de 2021 a 2030). E importante también repetir que el nuevo contrato televisivo comenzaría en 2023. 2 años de desfase.

La propuesta a grandes rasgos es esta:

  • Subida del 47% al 48% de los ingresos, que se distribuirán a los jugadores a través del cap. (A más % de los ingresos, más cap. Este dígito es el realmente importante.)
  • Subida al 48,5% si se disputa un 17º partido de liga regular.
  • Subida del 89% al 90% en la regla del requisito del gasto mínimo del cap. (Esta es la otra cifra importante.)
  • Pago adicional de $250.000 para aquellos que jueguen los 17 partidos.
  • Subida del salario mínimo de $10.000 en 2020, otros $50.000 en 2021 y otros $45.000 anuales hasta completar los años del convenio.
  • Subida de $250.000 en las tenders de 1ª y 2ª ronda y de $100.000 en las de ronda baja. (Las tenders son los tags de los agentes libres restringidos o con derechos exclusivos, los que aún no tienen 4 años de antigüedad en la liga.)
  • Aumento del fondo de garantías $15M en 2020 y de $17M en 2021. (Este fondo asegura el pago del garantizado de los contratos de los jugadores cuando los equipos no tienen liquidez. Pero que como es limitado, los equipos lo usan como excusa para limitar o los pagos o las garantías en las negociaciones.)
  • Opción de 5º año garantizada durante el 4º y 5º año. (Hasta ahora la opción se hacía efectiva antes del 4º año, pero no se garantizaba durante el 4º, sólo para el 5º.)
  • Aumento de los pagos por las actividades de la offseason. (Entrenamientos y reuniones.)
  • Más días de aclimatación para la offseason y menos horas de entrenamiento con protecciones (con contacto).
  • Aumento en cantidades fijas para los jugadores actuales en lo referente a seguros y lesiones.
  • Aumento de $550 mensuales a los veteranos anteriores a 2012.
  • Aumento del número de equipos de playoffs a 14 equipos. (Aunque esto quizá sea lo menos importante en cuanto a negociación se refiere.)

TRADUCIDO Y RESUMIDO: os damos un 1% más del pastel y otro 0,5% adicional si jugáis un partido más, con el que sacaremos un buen pellizco justo de la parte en la que menos concesiones estamos haciendo. Y para aderezarlo, os damos una serie de cantidades fijas en 2020 y 2021 para que a los jugadores que jugáis actualmente, Y QUE VÁIS A VOTAR EL CONVENIO, os convenza más la idea. Pero encima subimos sólo el 1% en la cantidad mínima de gasto exigido a las franquicias. Es decir, todo esto del 48% está muy bien, pero nosotros podemos gastárnoslo todo o sólo el 90%.

Esto último parece una tontería pero llevado a un convenio de 10 años, supone dejar de gastarse el cap equivalente a un año (10% x 10 = 100%, para los que les esté costando tanto número). O explicado de otro modo, te doy un 1% más, pero me sigo pudiendo gastar un 10% menos. Mmmmm

Y por si esto fuera poco, te doy un 0,5% más de los ingresos (o sea de cap) a cambio del 17º partido. Pero sólo pagaremos $250.000 a los que lleguen a jugarlo. Los 17 partidos, no a los que jueguen la última semana. Un bonus estándar para democratizar ese pago entre todos, vamos. Lo cual está muy bien para los que tienen un salario bajo, pero no para los que tienen uno alto, a los que no les hace ni pizca de gracia arriesgar su cráneo durante un partido más por tan poco dinero.

*Es importante entender que la subida de dinero en porcentajes va al cap, y que los equipos lo pueden gastar a su gusto -90% como mínimo, insisto-, algo que de normal repercutirá en los grandes contratos. De otro modo, las cantidades fijas ofrecidas en esta propuesta, benefician al bolsillo de la mayoría, la clase media y baja de jugadores. Pero que ambas subidas son pequeñas para todo lo que los jugadores llevan protestando durante años.

Y el problema añadido a esta propuesta ha llegado durante el fin de semana pasado, cuando esa celeridad con la que se han apresurado a firmar el acuerdo los tíos superlistos le ha olido a chamusquina a los jugadores antes de su votación, la cual se han negado a llevar a cabo.

Jerry Jones (Cowboys), Stan Kroenke (Rams) y Roger Godell. Fuente: Getty images.

¿POR QUÉ TIENEN TANTA PRISA? La sensación, y la respuesta sencilla, es que porque están ganando claramente con el acuerdo. Hacen pocas concesiones con el dinero grande (los porcentajes de los ingresos y los gastos) a cambio de muchas otras concesiones menores (en cantidades de dinero fijo, reducción de entrenamientos y aumentos en investigación y seguros). Los propietarios han negociado este convenio de la misma manera que negocian los contratos individuales de los jugadores, reduciendo la concesión de dinero garantizado (el porcentaje de los ingresos durante los 10 años de convenio) a cambio de aumentos a corto plazo, que quedarán obsoletos tan pronto como se firmen los nuevos contratos televisivos. Y por si fuera poco se lo han ofrecido en formato “tómalo o déjalo”, como si de un farol de partida de cartas se tratara.

El escenario que plantean los propietarios para firmar el convenio cuanto antes es el de los efectos varios que pudieran devaluar la puja de los pretendientes televisivos. La bajada de la bolsa a consecuencia del coronavirus, las circunstancias individuales de algún operador (como la descapitalización de la CBS, propietaria de uno de los paquetes del domingo, al fusionarse con Viacom) y el hecho de que el año que viene es año electoral en EEUU, lo que suele sumar peores audiencias a la incertidumbre que ya de por sí tiene el resultado de éstas.

Sea como fuere, la posición de fuerza debería haberse trasladado a los jugadores, que teóricamente tienen un año más para negociar antes de convertirse oficialmente en parados. Y todo porque su propia división interna entre los favorecidos a corto plazo con las cantidades fijas y los perjudicados con el bajo aumento en los porcentajes están tan divididos como los beneficiados y perjudicados por jugar ese 17º partido. La propuesta actual no parecía ponerles ni mucho menos de acuerdo.

En este punto, no veo razón aparente para que los jugadores aceptaran ni ese 1% de subida en el total de los ingresos, ni ese 1% de subida en el gasto mínimo del cap, ni esa subida tan reducida del salario mínimo, ni ese bonus tan democrático por jugar ese 17º partido. Pero ayer, tras 4 horas de reunión, no está claro si de negociación (quiero pensar que sí), entre propietarios y los representantes de los jugadores, éstos últimos decidieron con sus votos pasar la patata caliente de votar la propuesta del nuevo convenio a los jugadores. A los afiliados al sindicato con derecho a voto, unos 2000 aproximadamente. Además la patata llegó ardiendo sin la recomendación de los representantes, ya que con 17 votos a favor, 14 en contra y 1 abstención, la cosa parece estar bastante dividida.

Lo que sucedió en esas 4 horas de reunión lo sabremos pronto, pero si nada ha cambiado, los jugadores habrán perdido una gran oportunidad de lograr aquello por lo que han estado clamando a los 4 vientos durante los últimos años, que no es otra cosa que la igualdad absoluta en todo este asunto, sobre todo considerando que son ellos los que se juegan la cabeza en cada jugada.

Durante las negociaciones de estos últimos meses, parece evidente que la Asociación de Jugadores ha pretendido acelerar el impacto de las grandes cifras que llegarán en 2023 sobre los contratos de los jugadores actuales (cifras que como he dicho, se doblarán). Pero eso es tremendamente desventajoso para los jugadores que vendrán en el futuro. Como lo es seguir sin mejorar las condiciones de los contratos rookie o seguir permitiendo los tags o las tenders, que atan a los jugadores a sus franquicias a la finalización de sus contratos.

Christian Wilkins abalanzándose sobre Roger Godell en el pasado draft. Fuente: Getty images.

OPORTUNIDAD. Éste habría sido un buen momento para que los jugadores se hubieran puesto de acuerdo, para exigir a los propietarios ese reparto equitativo de los ingresos (50%-50%) y prorratear los beneficios de los contratos televisivos futuros con los actuales. Así como subir el requisito de gasto mínimo del cap al 100%. Para luego repartir ese dinero de forma más equitativa, también en forma de porcentajes, para el salario mínimo, el pago por el 17º partido, y todo tipo de seguros, investigaciones y demás cuestiones importantes para los jugadores.      

Siempre se dice que estas negociaciones son una cuestión entre patronal y trabajadores, pero creo que han confundido el contexto comercial potencial, que podría haber sido perfectamente el de dos empresas independientes buscando un acuerdo. A diferencia de 2011, a día de hoy existe una liga alternativa a la NFL que aún no es competencia de ésta porque nadie se ha empeñado en ello. Pero, ¿qué pasaría si los jugadores invitaran a la XFL a constituirse en una liga de 32 equipos, en las ciudades donde actualmente juega la NFL, para que jugaran Patrick Mahomes, Cristian McCaffrey, Nick Bosa, y compañía? ¿Aceptarían esos propietarios de la XFL un reparto del 20%-80% -por ejemplo- en un pastel infinitamente más grande del que tienen ahora? Y nosotros, ¿nos vincularíamos emocionalmente con esos nuevos equipos que vestirían los mismos colores y tendrían a los mismos jugadores que los que animamos ahora? Mi opinión es que sí, porque a quienes queremos ver es a los mejores jugadores, independientemente de cómo se llamen sus equipos.

Pero esa no es la cuestión a día de hoy. Se trata de dejarle claro de una vez por todas a los tipos superlistos que ellos no pueden ser por más tiempo los dueños del cotarro. Que su contexto de negociación ha dejado de ser el de la condescendencia, y que franquicias y jugadores son dos entes equiparables, dos empresas independientes. Que el contexto patronal y sindicato prescribió.

Y pensarás que eso no es posible, que los propietarios sí te parecen los dueños del cotarro, sólo por estar unidos, algo que no sucede con los jugadores. Éstos, ansiosos de recibir cuanto antes su dinero dejarán en desventaja a los jugadores que están por llegar. En ese caso, podría bastar una reducción de los años del acuerdo.

Llegado este punto, en el que la pelota está en el tejado de los jugadores con una votación inminente, todo es ya una cuestión de dignidad y supervivencia, que sólo es posible si primero ellos se ponen de acuerdo con lo que quieren. Si aceptan la oferta a la baja de los propietarios con el dinero a corto plazo, o si afianzan su postura de conseguir el dinero que merecen tanto a presente como a futuro y en porcentajes, para luego repartírselo según su propio criterio. Si aceptan esta propuesta, seguirán permitiendo que los propietarios dicten las reglas de la conversación, y seguirán sin respetarse a sí mismos, separándose por cantidades fijas que les dividen en lugar de unirse en porcentajes.

La VOTACIÓN FINAL de los 2000 jugadores afiliados al sindicato de jugadores decidirá si los tipos superlistos se salen con la suya una vez más o si los jugadores rompen la baraja y fuerzan la mano en esta negociación. Será entonces cuando comenzarían a sucederse los meses sin conversaciones, el calendario dejaría caer las hojas camino al otoño y poco a poco veríamos a esos tipos superlistos empezar a ponerse supernerviosos. Y sólo en ese contexto, será en el que empezaré a pensar que los tipos superlistos son ahora los del otro bando.  

42 respuestas a «El convenio que no conviene»

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