Cualquiera que tenga hijos (en plural) sabe que los niños tienen un concepto de igualdad muy claro a la par que comparativo, “si mi hermano consigue algo de papá o mamá, yo quiero como mínimo, lo mismo”. No es más ni menos que el deseo de sentirse igualmente valorado que su hermano por parte sus padres. Está en nuestra naturaleza humana. Otra cosa es si su hermano ha sacado mejores notas o ha recogido su habitación y él no, en cuyo caso puede llegar a comprender que el premio por hacerlo sea una contraprestación superior a la suya. Pero debe ser algo claro que su mente pueda medir con un patrón previamente establecido y asimilado. Todo lo que no sea eso, puede romper el equilibrio familiar, a todos los niveles, no sólo en la relación entre hermanos. De ese sentimiento de menosprecio se derivan muchos de los problemas de edades tempranas que trata la psicología infantil.
Esta semana, en ex Genenal Manager y analista NFL Michael Lombardi (@mlombardiNFL), comentó en su podcast GM Shuffle que los Giants podrían estar empezando a manifestar lo que se conoce como ‘la enfermedad del yo’, y que en caso de que el entrenador Brian Daboll no supiera manejarlo correctamente podría pasarles factura de una forma importante esta misma temporada. Lombardi se refería al trato diferente que están recibiendo Saquon Barkley y Dexter Lawrence respecto a Daniel Jones en lo referente a las negociaciones de sus nuevos contratos. Mientras que el quarterback ya recibió una más que lucrativa extensión de contrato, el running back y el defensive tackle aún se encuentran inmersos en sendas negociaciones con la suya.
The "Disease of Me" is creeping into the Giants locker room after Jones' big deal, with Barkley and Lawrence skipping workouts. Daboll needs to snuff this out because this team is not good enough to deal with these issues.
— Michael Lombardi (@mlombardiNFL) April 13, 2023
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El concepto de la enfermedad del yo fue acuñado hace muchos años por el legendario entrenador de Los Ángeles Lakers y los Miami Heat, Pat Riley, quien hubo de lidiar en su carrera con multitud de estrellas del mundo del baloncesto. En su libro The winner within (el ganador por dentro) detalló hasta siete síntomas o señales de peligro que dejan entrever un problema de vestuario que podrían hacerlo añicos en cualquier si no se abordan a tiempo:
- Inexperiencia a la hora de lidiar con el éxito repentino. Juzgar el éxito como propio en lugar de valorar el trabajo de los compañeros que te ayudaron.
- Sensación crónica de infra valoración, por no tener el reconocimiento o atención por el éxito del equipo.
- Paranoia de sentirse engañado respecto a la compensación que te pertenece. En lugar de celebrar el éxito, poner el foco en no estar recibiendo la parte que te corresponde como compensación financiera y en quién sí la está recibiendo en tu lugar.
- Resentimiento contra la competencia de tus compañeros. En lugar de celebrar el talento de tus compañeros, recelar de sus habilidades.
- Esfuerzo personal realizado únicamente para eclipsar a un compañero. Tu superación personal responde a vencer a tu compañero y no a tu rival.
- Vacío de liderazgo resultante de la creación de grupos y rivalidades internas. En lugar de un líder que cohesione a todo el grupo, surgen varios clanes dentro del mismo que compiten internamente.
- Sentimiento de frustración incluso cuando el equipo tiene éxito. No celebra el éxito colectivo a menos que obtenga notoriedad, compensación, crédito u oportunidades futuras adicionales.
Lombardi comentó que ve señales de cada una de ellas en los Giants de esta offseason a consecuencia del contrato que estos le firmaron a Daniel Jones, y la masa social del equipo se le echó encima esgrimiendo que la relación entre el running back y el quarterback era inmejorable ya que habían estado entrenando junto con otros compañeros de equipo días atrás en Arizona de forma voluntaria. Qué cómo puede saber él cómo es el vestuario de los Giants por dentro.
La cuestión aquí va mucho más allá de la relación que puedan tener Saquon Barkley y Daniel Jones a día de hoy, incluso con Darius Slayton, quien también consiguió su contrato y ayudó a dejar al equipo con un ínfimo balance de $2M de espacio en su cap. Aún no se trata de ellos, sino de la relación que los jugadores sin firmar tienen con el equipo, con quien les trató de forma diferente ante un éxito colectivo repentino. Éxito del que podrían sentirse perfectamente más artífices Dexter Lawrence y Saquon Barkley respecto a Daniel Jones, a juzgar por las estadísticas de estos dos en sus posiciones respecto a las de Daniel Jones. A la par que por el protagonismo de estos dentro del esquema del equipo.
Según el ex jugador y analista de NFL Network y FOX Sports, Bucky Brooks (@BuckyBrooks), “el vestuario sabe si Daniel Jones es especial o no. El juego reconoce el juego, y cuando la franquicia sobre paga por un manager+, es difícil que los demás se conformen con un salario menor”. De la misma manera que dos hermanos nunca aceptarán ser tratados de forma diferente por aquel ante quien responden y de quien persiguen ser valorados iguales.
Según Pat Riley, “la enfermedad del yo sólo se supera con el liderazgo de quien se sacrifica por el equipo, quien deja algo propio del presente para conseguir algo mayor en el futuro.” Hemos visto que Patrick Mahomes, Josh Allen y recientemente Jalen Hurts firmaron extensiones de contrato team friedly para permitir que sus equipos siguieran compitiendo. Sin embargo, Daniel Jones comenzó pidiendo $48M por temporada y terminó consiguiendo un contrato que le garantiza $41M durante cada una de las 2 próximas temporadas. Esto ha mermado considerablemente las posibilidades de alcanzar sus aspiraciones a quienes le han ayudado a conseguir el éxito que le posibilitó ese contrato. Y ha puesto en entredicho tanto el liderazgo de Daniel Jones como la cultura del equipo ante los ojos de otros que se consideran también una parte muy importante de ese éxito.
A raíz de las palabras de Joe Schoen en su rueda de prensa pre draft, las situaciones de Saquon y Dexter son bien diferentes. Por un lado, Saquon, quien rechazó sendas ofertas antes de la llegada de la agencia libre entre $12M y $13M por temporada, pero probablemente con un dinero garantizado muy inferior al que considera que debe optar, se ha visto relegado a jugar con el franchise tag ($10,1M) que sólo le garantiza la próxima temporada. El equipo ya ha dicho que está muy cómodo reteniéndole con la etiqueta, con la excusa de que el mercado de RB no ha sido el esperado. El problema subyacente de este asunto es que Daniel Jones nunca fue sometido al mercado, por lo que Saquon tiene todo el derecho a sentirse engañado. Los Giants debieron exponer a Daniel al escrutinio del mercado (o a valorarlo de acuerdo a él) si ahora querían validar ese formato para calcular las extensiones de otros jugadores del equipo.

Los $10M del franchise tag, en un running back que está probablemente ante el momento crucial para firmar el único gran contrato de su carrera, y después de una temporada de más de 1600 yardas y 10 touchdowns, son un claro menosprecio por parte del equipo cuando además de él, el vestuario y la fanbase probablemente sepan que sin él en el backfield Daniel Jones y los Giants no habrían logrado la temporada que hicieron.
Al no firmar el tag, Barkley está diciendo claramente que se siente infravalorado, que se considera tanto o más valioso que Daniel Jones y que se siente engañado porque los Giants le están negando una parte que él cree que le corresponde del dinero que sí ha conseguido el quarterback. Todos ellos son claros síntomas de la enfermedad del yo a la que aludía Lombardi, y que aún no tienen por qué traducirse en un cambio en el comportamiento frente a sus compañeros ni frente a Daniel Jones. Porque es el equipo quien le menosprecia ahora, y porque faltan aún 3 meses para negociar y conseguir su parte del pastel. Pero llegado el training camp, si Saquon se ve obligado a jugar bajo el tag, y con el riego de lesión que conlleva jugar en su posición (y más él con dos cirugías), no tardará en aflorar la sensación de pérdida de liderazgo de Daniel Jones ante los ojos de Barkley, sobre todo si el quarterback no juega de acuerdo a los $41M que cobrará. Y no es difícil imaginar las consecuencias que eso podría traer para el equipo.
En el caso de Dexter su dinero no está en peligro, pero sí la cultura que Daboll implantó la pasada temporada. El mensaje que le mandó a Dexter el contrato de Daniel Jones es que los líderes del equipo no debían hacer ningún sacrificio para beneficio del grupo, y que los Giants cogerían del futuro el dinero que hiciera falta para pagar a sus estrellas. Dinero que hará mucha falta para abrir una ventana de oportunidad si quieren ser contenders a corto plazo. Por el valor posicional de Joe Schoen considera, y que la liga ha empezado a valorar de forma especial, el defensive tackle con rush interior es ya una de las 6 posiciones premium de la NFL, y los recientes contratos de Daron Payne ($22.5M al año) y Jeffery Simmons ($23.5M al año) ya se habrán convertido a buen seguro en el suelo de la negociación de los agentes de Dexter y Schoen. Cada contrato que se firma en la posición, Dexter Lawrence le costará más caro a los Giants, lo que no habla muy bien del punto en que están los Giants en este asunto.

Es por ello, que en caso de que a cualquier jugador de Giants al que se le niegue el contrato que cree que merece, si permanece a disgusto en el equipo, no pasará mucho tiempo hasta que vuelva a mirarse a la cara con Daniel Jones en el vestuario y empiece a manifestar todos y cada uno de los síntomas de los que hablan Riley y Lombardi. Volverán a jugar juntos, e incluso puede que lo hagan de forma natural porque se siguen queriendo y necesitando para sus fines. Pero ese trato diferente, ese virus del yo, irá generando comportamientos tóxicos para el equipo. Desde no firmar el tag, hasta no arriesgar por miedo a lesionarse, a la espera de volver a buscar su gran contrato. Actitudes que hasta podrían replicarse en jugadores de posiciones de bajo valor para Schoen, o incluso en las estrellas del equipo, cuando vengan en busca de su gran contrato. No necesariamente será en forma de enfado o rabia, quizá con una competición contra el hermano beneficiado por quien les trató diferente, lo que inevitablemente viciará su relación y el ecosistema del grupo.
Teniendo en cuenta la toma acertada de Michael Lombardi, más premonitoria que precipitada, los Giants tienen muy difícil salir de esta situación. No bastarán palabras de aliento cuando la recompensa debe ser un contrato que te asegure la jubilación, porque una lesión en dos de las posiciones más crueles podría acelerarla al próximo snap. Los Giants deben pagar a ambos de tal manera que se sientan recompensados, a la par que deben acertar con Daniel Jones como el QB franquicia que juegue a la altura de su salario. O bien para convertirse en top de la liga en el futuro, o bien para ayudar de forma fehaciente a desarrollar al equipo antes de ser sustituido por el QB que lleve a los Giants a luchar por el campeonato.
A partir de ahí, los Giants deben tratar de sacar ventaja de futuros contratos de jugadores que quieran estar en un proyecto ganador con un liderazgo verificado, diapuestos a renunciar a dinero a cambio de un disparo por la Superbowl. Cualquier cosa que no sea esa hoja de ruta, está llamada a lastrar el crecimiento del equipo hasta que este pueda resetear la situación sacando el contrato de Daniel Jones de los libros, nunca antes de 2025. Porque el virus del yo infectará el vestuario como lo hace la injusticia de un padre tratando a sus hijos de forma diferente, algo que no pasa desapercibido sólo para el hijo damnificado sino también para el resto de la familia y que convierte el ambiente de la casa en irrespirable.