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Espejito espejito, ¿puedo ser el mejor equipo?

No son pocas las veces que hemos visto entrar en la discoteca al clásico enamorado de sí mismo, encantado de conocerse, y que se cree el tipo más guapo del lugar cuando ni siquiera pasa de un cinco (dicho por ellas). En ocasiones, esa actitud positiva te hace parecer más guapo y esa autoconfianza te lleva a pequeñas victorias que recordarás durante algún tiempo. El problema viene cuando te pasas de frenada, cuando te crees George Clooney o Henry Cavill y no eres mucho más que un Adrien Brody pre Oscar. Ahí, lo normal es que a las 6 de la mañana tu fachada y tu mirada desencajada muestren tu enorme decepción, y que los que quedan aún en la discoteca te miren con cara de ‘¿y qué esperabas?’.

Pasada la semana 16, la NFL ha llegado a las 6 de la mañana, y los que no se han llevado ya a los playoffs a casa aún están coqueteando con ellos para conseguir su teléfono y ver si quedan en postemporada. Pero para el resto, el panorama es desolador y se está empezando a cebar con los que aún están deambulando por la barra o la pista de baile, completamente desnortados por no haber sabido mesurar sus expectativas. Haber sido capaz de sentarse frente al espejo y autoevaluarse de la forma correcta les habría hecho no malgastar innecesariamente la noche.

Los Broncos sentarán a Russell Wilson en las dos últimas semanas

El último en darse cuenta que las cosas no iban como debían han sido los Denver Broncos, que tras su derrota frente a los Patriots han dicho basta. Esto es especialmente significativo por cuanto que Denver aún tiene opciones de meterse en playoff, las cuales no son especialmente remotas. Ganando a Chargers y en Las Vegas necesita que Colts gane sus dos partidos (vs LV y vs HOU), Pittsburgh pierda los suyos (@SEA y @BAL) y que Titans gane a Jaguars en la última semana.

El asunto aquí es que los Broncos ya no se ven tan guapos con Wilson a los mandos del ataque tras probar con él durante casi una temporada completa, y la paciencia con los QB está sobrevalorada. “No puedo reemplazar a toda la línea ofensiva, ni traer cinco receptores, y si no hago cambios, otro ocupará mi lugar pronto”, dijo Sean Payton a los medios cuando explicó el porqué de la suplencia de Wilson. Pero son los números los que hacen más contundente esta decisión, que busca fundamentalmente evitar que se garanticen $41M de salarios futuros en caso de que se lesione en los partidos que quedan y que Wilson no pueda superar el examen físico en marzo.

La extensión de contrato que los anteriores propietarios le firmaron al ex de Seahawks (antes de la llegada de Payton), seguramente para encarecer el valor de la franquicia de cara a la venta, cae como una losa a la hora de construir el resto del equipo, el cual tiene aún muchos agujeros visibles. Las elecciones de draft que el equipo de Colorado dio en el traspaso tanto del QB como del HC sólo añaden más leña al fuego. Así que si por un lado, el cap de Wilson es razonable en 2023 y 2024, este superará los $50M anuales a partir de 2025, cuando Wilson tendrá ya 37 años. Es por eso que los Broncos le pidieron durante la semana de descanso al mariscal de campo que aplazara las garantías que tiene frente a lesión principalmente en 2024 ($41M en total). Con ellas, una posible lesión durante la próxima temporada les colocaría en la misma situación que están ahora pero con un año de desgaste del proyecto Peyton.

Denver ya se plantea el corte

Todo apunta ahora a un corte en marzo, el cual le obligará a Denver a asumir nada menos que $85M de dinero muerto, que podrán repartir en 2 años aplicando la designación ‘pos 1 de junio’. Esta les permite dividir en 2 años todo ese dinero, dejando intacto el cap previsto para 2024 ($35.4M) y aplazar $49.6M para el cap de 2025, el equivalente a las cantidades correspondientes a todos los bonos prorrateados a partir de ese año. Algo que probablemente harán, puesto que la ingeniería financiera necesaria para encajar esos $85M sólo en 2024 implicaría deshacerse de varios de los mejores jugadores de la plantilla, puesto que los Broncos estarían ya unos $19M sobre el cap del año que viene, que Overthecap estima en unos 242M para cada equipo.  

Si bien es cierto que ese corte no le sale barato a los de Mile High, una vez que has visto tu realidad en el espejo, es mejor retirarse a tiempo que esperar a ser aplastados por ella. Y parece que estarían en un buen momento para pasar página, en lo que a estrategia de construcción de plantilla se refiere. Situados actualmente en el pick #14 del próximo draft, parece viable que pudieran escalar hasta incluso el pick #10 en caso de perder los dos partidos en los que saldrán con Jarrett Stidham de titular, ya que además varios de los equipos que hoy elegirían justo antes de ellos juegan partidos directos entre sí. Es inevitable pensar que Sean Payton no quiere dejar pasar esta hornada de quarterbacks universitarios, viendo que la de 2025 parece que será más floja. Si el contrato de Wilson ya les ha retrasado un año, no elegir QB en este draft podría retrasarles otros dos.

Pero que nadie descarte un traspaso

La otra puerta de salida a esta situación, y a buen seguro la primera que van a intentar los Broncos, es el traspaso. A pesar de lo que pueda parecer, puede haber varios ganadores con esta opción. Los Broncos asumirían “sólo” $46M de dinero muerto y traspasarían al equipo comprador un contrato de $21.4M en 2024 y $41.4M en 2025, con sólo $25.8M garantizados. Cifras similares en conjunto a lo que acaba de firmar Geno Smith en Seattle. Un contrato más que asumible por un potencial equipo comprador que no quiera o no pueda arriesgarse con el draft, o que no haya podido conseguir a su chico en él. A cambio de un jugador que ha desempeñado bien este año. Si la venta de Carson Wentz, que ha sido uno de los traspasos de quarterback más reciente, le retornó a Philadelphia una 3ª ronda del mismo año y una 1ª ronda del siguiente, y posteriormente a los Colts dos 3ºs rondas y el valor de una 4ª, no descartaría una contrapartida similar a estas por un pasador que será de lo mejor disponible en el mercado y con una relación calidad-precio difícil de mejorar.   

Sea como fuere, e independiente de cómo vaya a ser el futuro de los Broncos y de Wilson, Sean Payton sabe que ha llegado desaliñado a las 6 de la madrugada. De igual manera sabe que 2024 será una resaca segura, pero ha preferido no apurar lo que le quedaba de una copa que probablemente ya le supo amarga desde el primer trago para que los porteros del garito no le echaran a patadas. Se ha mirado en el espejo que tenía frente a la barra, y ha visto con claridad que está muy lejos de ser el rey de la fiesta. Sigue sin ser Clooney o Cavill, pero probablemente ahora, tras el movimiento con Russell Wilson, tiene una oportunidad de ligar como ellos algún día, aunque todos en la discoteca sepamos que no será mañana.

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Tanking: el examen más difícil de la NFL

Recuerdo que hace mucho tiempo, cuando iba aún al colegio, en esa etapa de mi vida en la que todavía regateaba el esfuerzo intentando optimizar los resultados de este, idee un sistema en el que preparaba sólo la mitad de mis asignaturas durante la evaluación y dejaba la otra mitad para prepararlas semanas después. En esa segunda tanda, mis profesores hacían exámenes mucho más asequibles a cambio de suprimir sólo el sobresaliente de entre las notas a mi alcance.

Durante varios trimestres, este sistema me permitió sacar unas de las mejores notas de la clase minimizando mi inversión en esfuerzo y estrés. Pero mi idilio con la economía académica se terminó cuando una de mis profesoras se percató de mi jugada y decidió modificar sus reglas de puntuación para ponerme un miserable 5, pese a haberme asegurado de tener un examen para suspender. A partir de entonces tuve el foco sobre mi cabeza en cada examen, y entendí que jugar con el vacío legal de las normas podía servirme en la vida como un beneficio temporal, pero que difícilmente podría ser mi plan a largo plazo.  

Esa tentación que yo tuve de niño es más que probable que la tengan los equipos de la NFL cada año cuando ven que su temporada está completamente perdida. A partir de finales de noviembre, surgen siempre especulaciones acerca de la posibilidad de equipos que quieren tomar un atajo en la reconstrucción de su maltrecha plantilla. La posibilidad de buscar perder partidos a fin de conseguir un mejor pick en el siguiente draft, en ocasiones permite acceder a un talento generacional que podría invertir su tendencia perdedora. Es lo que se conoce comúnmente como tanking. Hay quien piensa que esa idea es sólo parte de las conversaciones entre aficionados o periodistas, aunque probablemente la tentación pase en algún momento del proceso por la cabeza de algunos managers y propietarios de la liga. Pero, ¿es el tanking una posibilidad real? ¿Merecería la pena en caso de que así fuera?

De forma semejante a mi colegio con los exámenes de recuperación, la NFL dispone de un sistema en el que los que peor rinden tienen la posibilidad de reengancharse al grupo gracias a un beneficio extra permitido. Los equipos peor clasificados tendrán preferencia para elegir antes a los jugadores jóvenes de la universidad al año siguiente. Podríamos decir que la propia competición alimenta de alguna manera la opción de premiar al que lo hace mal, aunque lo que busque realmente sea compensar a los equipos más débiles para intentar igualar la competencia. Pero a diferencia de mi colegio, la NFL dispone de reglamentos en los que, tanto la liga en su conjunto, como los equipos y jugadores individualmente, se comprometen a velar por la honorabilidad del juego y no ir en contra de la integridad de la liga. Huelga decir que jugar para perder supone el mayor de los ataques a esa política de conducta. Además, dispone también de varias comisiones de investigación para analizar si un jugador o un equipo actúa de forma contraria a ellas, y podría sancionar a cualquiera de estos con multas económicas importantes o inhabilitándoles temporalmente. Y a los equipos también con la pérdida de picks del draft. Poca gente sabe que todas esas sanciones económicas se donan a causas benéficas a través de la Fundación NFL y al apoyo a leyendas de la Liga en dificultades, a través de la Fundación de Atletas Profesionales. Por lo que queda descartado el afán recaudatorio que muchos presuponen aquí.

Con esta estructura de salvaguardia de su integridad por parte de la NFL, junto con la renegociación de contratos en base a los méritos conseguidos y las estadísticas, me cuesta ver la razón por la que jugadores, entrenadores o managers sin su puesto asegurado propondrían perder a cambio de un premio del que quizá no se beneficiarán en el futuro, ya que probablemente perderán su puesto por las derrotas. Imagino equipos cansados de perder durante años estar más cerca de caer en la tentación, pero hay que tener en cuenta que cada franquicia es un negocio dentro de otro negocio mas grande, la propia liga. Por ello, pretender sacar ventaja a título individual atenta directamente contra la misma empresa que cada propietario tiene junto con otros 31, y traicionar la confianza del resto parece un punto de no retorno en tu reputación, como lo es para jugadores, entrenadores y managers si son descubiertos. Además, sucumbir al tanking supone pérdidas monetarias aseguradas a corto plazo en busca de mayores ganancias (económicas y deportivas) a largo plazo, las cuales entiendo que deben compensar por toda la regulación y molestias que la liga se ha tomado para evitarlas.

Pero si el riesgo económico parece evidente con estadios vacíos y aficiones decepcionadas abandonando a su equipo, el deportivo me parece mayor aún, por cuanto que asumir que un pick alto te garantiza cambiar la tendencia perdedora del equipo es mucho asumir. Esperar que un joven de veintipocos años que acaba de salir de la universidad solucione todos tus problemas parece una opción cuanto menos arriesgada. Generalmente, cuando una franquicia está en las peores posiciones de la clasificación, es porque tiene hándicaps mayores que la falta de talento en sus jugadores, y seguir perdiendo partidos sólo los aumentará.

Soy un firme creyente de ganar siempre. De que eso ayudará a tus entrenadores a ganar crédito, y a muchos de tus jugadores a evolucionar y convertirse así en competentes para el equipo. Después, con una peor elección del draft sí, llegará el turno del general manager para hacer su parte del trabajo, y subir a por el quarterback soñado, si eso es realmente lo único que le falta al equipo. La historia ha sido más agradecida con aquellos que subieron desde la parte media o baja del draft para conseguir a su mariscal de campo. Son menos las veces que un pick natural de los más altos mutó por completo a una franquicia sin un cambio de régimen con nuevo manager y entrenador. Si discrepas conmigo, es porque tienes algún nombre en la cabeza. Pero a mí me vienen a la cabeza Mahomes y Allen, cuyos equipos ya jugaban playoff cuando subieron en el draft a por ellos desde los picks #21 y #27 respectivamente. Me viene a la mente el Wentz que guió a los Eagles hasta las puertas de playoffs en el año de su anillo, a por el que Howie Roseman subió desde el pick #13. Y me vienen a la cabeza otros muchos quarterbacks elegidos en rondas medias y bajas que cambiaron el sino de su franquicia porque esta no decidió buscar un atajo, sino un proceso más lógico, y a buen seguro más lento.

Pero la historia también sospecha de los Colts de 2011 a los que se les lesionó Peyton Manning, y que consiguieron a Andrew Luck con el #1 del draft a base de derrotas cuestionables. De los Browns del moneyball y el 0-16 en 2017, que consiguieron a Baker Mayfield también en el pick más alto. De los Dolphins de Brian Flores, que pese a las últimas victorias, fueron investigados y sancionados (aunque por tampering). Y a los que curiosamente les llegó Tua al pick #6, el jugador por el que les acusaban de dejarse llevar.

Y este camino nos lleva inexorablemente a los Eagles de Pederson y Roseman en 2020, con el rookie Jalen Hurts jugando en Washington en aquella última jornada. Quitaron el pie del acelerador cuando hicieron jugar a Nate Sudfeld en los últimos minutos para dejar fuera de playoff a su rival histórico, los Giants, en una temporada de 4 victorias. Aquello se llevó lo poco que quedaba de Pederson en Philadelphia, pero dejó un pick 3 puestos más alto, un #6 en lugar del #9 en caso de haber ganado. Con él, Roseman engendró multitud de picks adicionales a partir de un intercambio con Dolphins y mediante varios traspasos más, los cuales culminaron con una 1a ronda extra que sirvió para reclutar a Jalen Carter. Lo que entre otros muchos otros aciertos, llevó a los Eagles a otra Superbowl, en la que quizá el karma por aquella maniobra les privó del trofeo Lombardi.

Para mí es inevitable pensar que aquella artimaña ocasional, en una organización funcional y con la intención de incorporar a un nuevo entrenador, es el único resquicio que a la NFL le queda por tapar en una rumorología mucho más grande que lo que a buen seguro es la realidad. Y que mientras algunos equipos, desesperados por ganar, siguen viendo en su orden de elección la solución a sus problemas, (de la misma manera que yo especulé en mis exámenes de recuperación), otros seguirán dominando la liga entendiendo que el éxito es parte de un proceso, honesto con uno mismo y con el resto, a base de un conjunto de buenas decisiones y una cultura ganadora. Y que esa es la única manera de mantenerse estable en el sobresaliente de la liga más difícil de ganar que existe.

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¿Deben los Giants pagar a Daniel Jones?

A apenas un sólo día de la fecha límite para colocar los tags (mañana martes 16:00 e.t. en USA, 22:00 h.e.), las negociaciones por Daniel Jones se intensificaron en los últimos días de la Combine, y varios insiders del equipo de diferentes medios podrían haberse acercado a las verdaderas cifras de esta negociación. Sentaos si tenéis una silla o un sofá cerca, es más que recomendable.

Lo que pareció un rumor infundado de Mike Florio (ProFootballTalk) acerca de que Daniel Jones podría estar pidiendo en torno a $45M por temporada para su próximo contrato, empieza a verse corto, ya que la cifra demanda inicialmente por el QB parece que estaría oscilando entre los $47/48M de promedio anual. Luego explicaré por qué esta cantidad podría tener sentido como petición, aunque muchos podamos pensar que no lo tendría para los Giants. Según Albert Breer (Sports Illustrated) el rango en que se estaría moviendo la oferta del equipo estaría entre los $35M y los $39M.

Si bien es cierto que Joe Schoen, general manager de los Giants, ha dicho que la brecha entre una y otra parte aún es grande, parece que no es descartable que se pueda cerrar el trato en una cifra ligeramente por encima de los $40M.

Decía que las pretensiones del jugador podrían tener sentido por cuanto que la referencia para establecer su coste en el mercado puede ser perfectamente el contrato de Kyler Murray. Las negociaciones de este tipo suelen tomar como referente contratos de jugadores similares firmados recientemente. En el caso del QB de Arizona, al que le quedaban aún 2 años de su contrato rookie, este firmó la pasada offseason una extensión de $46M de promedio con más de 2 años completamente garantizados a la firma, y con otros 2 años que se garantizan también durante el transcurso del inicio de su contrato. Además, los impuestos en NY son de los más altos del país, por lo que una oferta allí no es equiparable a una similar en otros estados como Nevada (Las Vegas), Carolina (Panthers) o Florida (Tampa Bay).

Otra razón que puede ayudar a entender la cifra es la progresiva subida del cap durante los próximos años debido al nuevo contrato de la NFL con las televisiones, que puede colocar por encima de los $250M el cap en 2024 y seguir aumentando en $25M en cada uno de los siguientes años del actual convenio colectivo. Esto reduce porcentualmente el impacto en el límite salarial de un acuerdo en el presente aparentemente tan elevado, como parecen los $40M anuales en los que podría cerrarse el acuerdo. Ello supondría un 17,7% del cap de los Giants en 2023, y un 16%, 14,5% y 13,3% en los 3 años siguientes. Si tenemos en cuenta que los $46M de Kyler Murray habrían supuesto el 22,09% del cap de 2022 cuando firmó su acuerdo, las cifras tienen algo de lógica. Supongo.  

Fuente: Getty Images.

Pero a pesar de todo ello, no puedo encontrar razones por las que un fan de los Giants pueda encontrarse cómodo con un trato como este, tanto para el corto, como para el largo plazo. Daniel Jones sólo ha demostrado una buena temporada (y subrayo lo de sólo “buena”), y la única explicación para no usar el franchise tag ($32.4M) el próximo martes es que Brian Daboll, quien tiene la primera palabra en esto, está completamente seguro de que puede convertir a Daniel Jones en un QB de segundo nivel (como mínimo), y quizá élite. Aunque la duda subyacente de su trabajo con Josh Allen y Daniel Jones es si realmente les ha desarrollado o simplemente optimizado su juego de acuerdo a sus virtudes, ya que la regresión de Allen en su ausencia ha sido evidente.

Como el mercado puede estar estableciendo unas cifras astronómicas para un acuerdo multianual de Daniel Jones, yo no puedo evitar preguntarme ¿cuánto vale realmente el aún QB de los Giants? Según a quién preguntes dentro de la fanbase o de la prensa de Nueva York la cantidad variará, al igual que el dinero garantizado y la duración del contrato. Es normal, ya que se trata de valor, de cuan bueno nos parece subjetivamente a cada uno, de cómo le hemos visto este año, y de cómo le vemos en el futuro. Y ahí radica gran parte de la división de opiniones.

Los fans de Giants somos una fauna muy variopinta. Los hay que nos preocupamos por la economía del equipo, los hay que se preocupan de los jugadores que visten la camiseta y los hay que se preocupan de disfrutar cada domingo de temporada sin mirar mucho más allá. Aunque en la NFL actual, estas 3 cosas empiezan a estar reñidas, todos buscamos el éxito del equipo en el futuro a nuestra manera. Eso ha generado numerosas narrativas, que en función de los datos, pueden ser discutibles en base a diferentes razonamientos. Vamos una a una con ellas.

Daniel Jones ha mejorado esta última temporada.

Hace un par de semenas, Warren Sharp, quizá el mejor analista estadístico de la NFL, publicó en FOX Sports un artículo en el que aportaba los datos para argumentar que Daniel Jones no sólo no había mejorado en su juego de pase respecto a la temporada 2021, sino que había empeorado ligeramente. Sus argumentos con los números en la mano, fueron que Daniel Jones había desempeñado mejor gracias al sistema de Brian Daboll y a un eficiente juego de carrera. Esto le habría ayudado a llegar más frecuentemente a la redzone y, en ella, convertir 15 TD gracias a pases de corto yardaje y poco riesgo. De la misma manera, ese juego terrestre eficiente le habría ayudado a jugar situaciones de carrera para convertir sus otros 7 TDs de este año. 22 TDs totales que son el principal argumento de una parte de la base de aficionados para ofrecerle al QB una jugosa extensión de contrato esta offseason.

Daniel Jones seguirá mejorando con Daboll. Los Giants pueden ganar en el medio-largo plazo con él.

La otra parte del argumento de Warren Sharp es que es posible predecir la producción futura de un jugador respecto a sus datos actuales. Su conclusión es que las estadísticas de Daniel Jones fuera de la redzone son las realmente ilustrativas para valorar su probable progresión o no en los próximos años, esos por los que se paga una lucrativa extensión de contrato.

Los datos no son halagüeños para Daniel Jones en este aspecto, ya que el QB produjo unos números inferiores en estadísticas como EPA por intento de pase, pases en 1er down (45.1%, la más baja de su carrera), porcentaje de pases completados en 3er down (56%, también la más baja de su carrera), y misma tasa de pases completados reduciendo casi en 1 yarda la profundidad de sus targets (de 7.6 a 6.7), y en 2 yardas en sus 3ºs intentos (de 9.1 a 7.1).

Fuente: Matt Swensen (NY Giants)

Daniel Jones fue 44º QB en porcentaje de lanzamientos más allá de la línea de 1er down (sólo 37%), 40º en yardas por intento (6.0), 41º en profundidad de target (7.1), 39º en tasa de completados (56%), 33º en conversión de 1ºs downs (31%) y 26º en EPA por intento (-0.16). Jones estuvo entre los 10 peores QBs en estadísticas de pase en 1ºs, 3ºs y 4ºs downs.

Los números globales de Daniel Jones se han visto endulzados por las carreras diseñadas y sus scrambles por tierra, donde sí ha sido mucho mejor que años anteriores, lo que ha ayudado a los Giants a pasar de ser el peor ataque de la liga al 7º en TDs anotados.  

Puedes consultar el artículo completo de Warren Sharp aquí.

Una de las ventajas de Daniel Jones este año ha sido poder jugar mucho play action gracias a un gran juego de carrera y a la intimidación de Saquon Barkley desde el backfield. Con un gran contrato en su bolsillo, esa gran ventaja será más difícil de replicar, y sus pases de mínimo riesgo en la redzone, así como otras ventajas del sistema que ha jugado este año, probablemente no serán suficientes.

De la misma manera, Juan Jiménez (@TheQBnerd), en nuestro podcast de Plaza Gigante (@PlazaGigante) de la semana pasada, nos enseñó que su producción con las piernas de este año es difícilmente replicable y prolongable en el tiempo. “Los equipos te estudian y aprenden” nos dijo, y ya no será tan fácil sorprender.

Es cierto que Daniel Jones ha mejorado mucho en la protección del balón, reduciendo a 5 sus interceptaciones (o intercepciones, como refieras), pero la realidad es que dispuso de un tiempo para el pase promedio dentro del pocket (2.5”), y sus pases fueron en gran medida checkdowns y pases de menos de 20 yardas, a excepción de 22 pases más allá de esa distancia en toda la temporada. ¡¡22 pases de más de 20 yardas en toda la temporada!!!

Fuente: Next Gen Stats

Por si fuera poco, los Giants fueron uno de los 3 equipos clasificados para playoff que no estuvieron entre los más agresivos en 1er y 2º down, una premisa que parece se está volviendo obligatoria para competir por la postemporada en los últimos años. Así que quizá es mucho presuponer que el QB puede mejorar sus estadísticas de pase en el futuro.

Si no se lo pagan los Giants, otro lo hará. Es el mercado.

Bueno, esto parece un argumento muy subjetivo a día de hoy, viendo las cifras que se están manejando. Y podemos intuir más cosas en función de los datos y de las cifras del cap. Vamos allá.

El mercado de Daniel Jones parte de aquellos equipos que podrían necesitar QB y que pudieran pagar ese contrato que algunos afirman que otros le darán. Así que eso excluye a Saints, Buccaneers y Ravens, si traspasan a Lamar. Eso nos deja con un puñado de equipos con un pick de la primera mitad del draft ante una camada de buenos QBs en el próximo draft: Texans (#2), Colts  (#4), Seahawks (#5), Raiders  (#7), Falcons  (#8), Panthers  (#9), Titans  (#11), Jets  (#13) y Commanders (#16).

Houston e Indianápolis parece evidente que usarán sus picks para reclutar a su QB (y me atrevería a decir que Titans también, si se deshacen de Tannehill). Seguramente aprovecharán la gran ventaja de tener un contrato rookie en la posición durante 4 años, en lugar de pagar los +$40M que les costaría Daniel. Los Colts no van a replicar por cuarta vez el error de sus tres últimas temporadas. Seattle buscará a Geno Smith en un coste más bajo, si es que no van al draft. Y Raiders, Falcons y Jets muy probablemente buscarán opciones más seguras y con talento contrastado por un coste sólo ligeramente superior. No hay que olvidar que además de Derek Carr y Jimmy Garoppolo (que me encaja en Jets o Raiders por su pasado y su probable bajo coste), Rodgers, Lamar y Tannehill probablemente estarán también en el mercado.

Todo ello, reduce en mi opinión el mercado de Daniel Jones a 2 equipos: Washington y Carolina. Pero los de la capital acaban de hacerse con los servicios de Eric Bienemy (ex OC de Chiefs), que ha dado un salto lateral para demostrarle al mundo que puede hacer lo que ha hecho en KC en otro lado sin Mahomes y Reid. Así que no parece que buscar un QB veterano de alto coste y probado durante un único año pueda ser la mejor opción. El draft será muy probablemente su respuesta. Así que todos los caminos me llevan a Carolina, de donde es originario Daniel Jones. Pero la pregunta obligada es si un mercado de un solo equipo es suficiente para inflar tanto su coste. Porque es su coste lo que se puede inflar y no su valor. Me explico.

Los defensores de este argumento confunden a menudo el valor y el coste. Y esto es importante porque una cosa es cómo ven a Daniel Jones los demás equipos (o los propios Giants), así como su posible rendimiento futuro, es decir, su valor. Y otra diferente es lo que un mercado competitivo puede disparar el precio del QB en él, es decir, el coste, que parece que es a lo que se refieren cuando afirman que “si no se lo pagan los Giants, otro se lo pagará”.

Fuente: USA Today

Si ese es el caso, parece obvio que si tienes un activo que puede disparar su coste por encima de su valor (y el tag permite hablar de posesión por parte de los Giants), lo óptimo parece venderlo en lugar de sobre pagarlo. Así que yo no tengo nada claro que en el hipotético caso de que Nueva York no llegara a un acuerdo multianual antes del martes a las 16:00 E.T., Daniel Jones no estuviera de vuelta con unas pretensiones algo inferiores. De la misma manera que tendría claro que si alguien le paga por encima de su valor, los Giants no deberían lamentar dejarle ir.

Mejor firmarle un contrato multianual ahora porque luego nos costará más.

Entiendo el fundamento de esta narrativa, y estoy completamente de acuerdo con ella. Pero creo que no aplica a Daniel Jones y sí a otros jugadores del roster que ya están contrastados, como Andrew Thomas y Dexter Lawrence (quizá también Xavier McKinney). Pagar de forma anticipada un gran contrato por juadores que sabes que querrás tener en el equipo durante muchos años es casi siempre una política de gasto óptima.

El problema aquí es creer que Daniel Jones está en ese punto sólo por su pasada teporada. Dexter Lawrence fue All Pro, y Andrew Thomas apuntó a serlo durante la primera mitad de la regular season, terminó siendo pro bowler. Daniel Jones no ha pasado de tener números promedio y, como comentamos al principio, su influencia en el juego y en las victorias del equipo son discutibles.

Por ello, estoy de acuerdo en sacar la ventaja de extender a largo plazo a jugadores que son el núcleo del equipo, antes de que terminen su contrato de novato, lo que ahorrará aún más dinero en su nuevo acuerdo con los Giants. Pero no tanto en asumir que Daniel Jones está ya en ese punto y en convertir en un aparente ahorro lo que en realidad es el riesgo más grande en el que puede incurrir el equipo. Me parecería una temeridad de hecho.

Como pide mucho, pongámosle el tag y probémosle un año más.

El tag no exclusivo ($32.4M en 2023) abre la puerta a que alguien puje por el jugador durante la semana previa a la agencia libre, pero dudo mucho que nadie pague las pretensiones de Daniel y las 2 primeras rondas que desbloquean el tag. Tengo la sensación de que en el resto de la liga no le ven como en casa. Si NY le pone el tag por no poder llegar a un acuerdo de larga duración con él, cualquier general manager de la liga sabría que los Giants estarían casi obligados a vender por debajo de ese capital de draft ahora, ya que retenerlo un año más perdería sentido en caso de que mostrara una mejora en su juego. El año próximo renovarle no le saldría más barato. Así que todo lo que esté por encima de una 2ª ronda es ganar sobre el pick compensatorio que recibirían los Giants por dejarle ir libre.

¿Por qué no probarle? Porque es tremendamente arriesgado probar a cambio de un coste tan alto. Sólo pagas si estás completamente seguro, como en cualquier suscripción que contratas tras disfrutar del periodo de prueba. Y por coste alto no me refiero solamente al impacto de su contrato en el límite salarial del equipo, me refiero al coste de no poder renovar cuanto antes a jugadores como Andrew Thomas, Dexter Lawrence o Xavier McKinney, lo que podría reportarles un importante ahorro en sus contratos por hacerlo antes de que expiren los de rookie actuales. Tanto Eagles como Chiefs nos han demostrado este año que necesitas optimizar el uso del cap con algunos de tus mejores jugadores cobrando por debajo de mercado.

Si los Giants le rodean de mejores jugadores, Daniel Jones crecerá como jugador.

Este argumento parte de una mera suposición. Pero lo que es más fácilmente imaginable es que será más difícil rodearle de mejores jugadores si el QB se lleva más del 17% del cap del equipo. Esa mejora de la plantilla deberá llegar a través de jugadores sin experiencia en el draft o a través de jugadores a bajo coste en la agencia libre, cuando los grandes atunes del mar ya habrán sido pescados.

El refuerzo a este argumento es que Joe Schoen es un gran reclutador de talento, y Brian Daboll un entrenador capaz de sacar lo mejor de sus jugadores, por lo que esta teoría podría parecer más sólida. Pero yo me pregunto si esa misma reflexión no podría hacerse también reclutando a un QB del draft, con el consiguiente ahorro millonario que supone un contrato rookie en la posición más cara a la hora de reforzar el roster. Lo que hicieron en Buffalo con Josh Allen en su segunda offseason vamos.

Fuente: Getty Images.

La sensación es que una parte de la afición sea ha enamorado del jugador, del nombre, por lo mucho que, al parecer, se le ha maltratado con entrenadores y compañeros de dudosa capacitación. Pero que en el caso de juzgar la situación en otro equipo, sin esa vinculación emocional, probablemente reprobarían. Llamémosle por ejemplo Geno o Marcus, que han tenido números similares la pasada teporada.

Sea como fuere, lo lógico es que el jugador destinado a ganar el gran contrato debería ser el que hiciera mejores a los demás y no a la inversa, como hemos visto hacer a Patrick Mahomes recientemente, quien rompió la norma de ganar la Superbowl con menos del 13% del cap del equipo. Mahomes hizo mejores a los demás, y su GM y su entrenador encajaron en el sistema a multitud de jugadores rookies y veteranos de bajo coste.

Pero cuesta metabolizar esta narrativa y que Daniel Jones replicará este modelo exitoso cuando después de lanzar 15 TD de pase (y hacer 7 de carrera), además está demandando una cifra tan elevada que compromete la construcción del resto del equipo. Ya hemos visto con Prescott, Russell Wilson o Rodgers como termina eso. Son los QBs talentosos dispuestos a perdonar dinero los que realmente pueden proyectar al resto del equipo. Lo otro no son más que banderas rojas a futuro, generalmente próximo.

Paga al chico, el dinero no es nuestro.

Se la escuchamos a Bob Papa, narrador de los partidos de Giants. Pero esta es una verdad a medias. Hay gente que paga para ir a ver los partidos al estadio, y los demás invertimos tiempo y pasión. Así que poner en el campo un mal producto lo hace una mala inversión para los aficionados, en dinero y muchas otras cosas. El coste de oportunidad de nuestro ocio y nuestras emociones es altísimo. Nosotros no pagamos los contratos de los jugadores, pero invertimos muchos de nuestros recursos en ellos. Eso debería ser suficiente para pensar que lo que le pagues a Daniel importa.

Así que, en definitiva, ¿Cuanto vale Daniel Jones?

Vale lo que Schoen y Daboll crean que va a rendir en los próximos dos años (porque no deberían garantizar mucho más allá de eso). Vale lo que crean que les acercará a la Superbowl en el corto-medio plazo. Vale lo que crean que mejorará a sus compañeros. Y vale lo que ellos creen en lo que se convertirá en un futuro próximo.

Porque el coste ya estamos viendo que parece que será lo que un mercado hipotético le pagará. Y si ese coste es realmente superior a lo que Schoen y Daboll le valoran, lo óptimo es venderlo para acumular la plusvalía en capital de draft y en cap, y poder así seguir mejorando el equipo. En caso contrario, los Giants podrían estar imaginando un mercado que no existe, y sobre pagando por lo que su propietario lleva creyendo durante varios años que es una versión moderna y rejuvenecida de Eli Manning.

Fuente: USA Today.

La posición y el coste de un QB no es algo en lo que se pueda dudar. Se quiere o no se quiere. Y quererlo es pagarle +$50M de promedio y hacerlo sin miedo a equivocarte porque crees que lo vale por ser élite y porque valdrá más en el futuro. Y también por saber que el chico además está dispuesto a ceder para ganar campeonatos. Si estás racaneando millones porque el jugador quiere sacarte las entrañas en la negociación, entonces estás comprando un problema. Y los Giants han comprado casi todos los problemas imaginables desde la última Superbowl. En mi opinión, ha llegado la hora para los Big Blue de ser valientes y buscar su propio QB élite. Nadie dice que sea fácil, pero la identidad de uno se define por aquello que ambicionas y aquello con lo que te conformas. Así que creo que los Giants no deberían conformarse con lo que las estadísticas dicen que es un QB promedio, y probablemente, una copia mediocre de Eli Manning.

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Descifrando a Gettleman. La offseason de los NY Giants

Dave Gettleman confinado en casa preparando el draft. Foto: familia Gettleman

Cuando faltan menos de diez días para el draft y los mocks se disparan en todas las direcciones llega el momento álgido de la confusión y el engaño por excelencia en la NFL. Es el momento en el que no tienes ni idea de qué creer y qué no, y en el que el engaño deja de venir desde fuera y empieza a venir desde dentro de ti mismo, porque acabas convenciéndote de acabará sucediendo lo que tú crees, y que el general manager de tu equipo elegirá a quien tú estás pensando. Si aún no lo crees, es que estás en el estado emocional previo a esta crisis. Crisis que por cierto dura hasta el día del draft, concretamente hasta que tu equipo está en el reloj, cuando se te viene abajo todo el chiringuito de los últimos días y te topas en modo pánico con la realidad. ¿Y si no lo elige?

En este artículo no pretendo adivinar (y mucho menos recomendar) qué jugadores debería elegir Gettleman a partir del día 23, simple y llanamente porque seguramente no lo sabrá ni él. Pero establecer el contexto de la situación del equipo puede ayudar a que el escenario del autoengaño, que seguramente también llegará, esté más justificado.

Punto de partida

Para empezar a explicar lo que podría suceder el próximo día 23 debo remontarme al 22 de diciembre del año pasado. Los Giants jugaban en Washington en el penúltimo partido de la temporada con el pick #2 provisional del draft y con el run run de los propietarios de que a final de la temporada habría que hablar seriamente de cómo cambiar el rumbo de la franquicia. Blanco y en botella, los dueños tenían sentenciado a Shurmur. Pero Gettleman, tal y como reconoció en su rueda de prensa a final de temporada, intentaba salvarle. Y en ese tira y afloja, con Manning maravillosamente despedido con una victoria frente a Miami, la decisión fue seguir compitiendo los dos partidos que quedaban de temporada. Antes de que me saltes a la yugular por lo que estoy insinuando, y que defendí meses atrás en el podcast de los Giants en español Zona Gigantes, diré que no defiendo en absoluto el tanking, me parece una idea terriblemente tóxica para el destino de una organización. Pero hay un caso, sólo uno, en el que sí que lo justifico, el que tiene lugar cuando la cultura de un entrenador ya sentenciado se ha desmoronado por completo y en la que los que toman las decisiones en la franquicia saben que se reseteará junto con media plantilla al finalizar la temporada. Si cuando decides despedir a un entrenador comienzas la nueva temporada con la búsqueda del sustituto, no veo razón para no empezarla también en el resto de decisiones de la gerencia, aunque afecten en el terreno de juego. Este es el único deporte en el que, en una situación concreta en la que no tienes nada que ganar, perder tiene un premio. Y gordo. Perder aquel partido (hay muchas formas de hacerlo) habría retenido el pick #2 para los de Nueva York. Ganarlo le asignó el #4. Haber ganado a los Eagles en la última jornada les habría bajado hasta el #7/#8. Luego volveremos sobre esto.

Pasado ese vendaval, llegó el siguiente casi de forma concatenada con el desplante del flamante casi nuevo head coach Matt Rhule, al que ya creían contratado, y la aparición casi celestial de Joe Judge, proveniente de los Patriots, con su cultura y seguramente su forma de jugar bajo el brazo. Old School, como Gettleman. Luego volveremos sobre esto.

Antes de la agencia libre se sucedieron las especulaciones acerca de si Gettleman renovaría a su más firme apuesta en contrataciones durante la pasada temporada, Leo Williams. Y a día de hoy ya sabemos que fue taggeado por Gettleman porque el acuerdo de larga duración ha sido imposible debido a los $15M que pide el jugador por temporada. Calcula el equivalente de dos años y poco como petición de dinero garantizado. Inasumible para un jugador que había ayudado ligeramente a detener el juego de carrera rival pero sin vestigios de pass rush. El problema principal ha sido haber pagado por él una 3ª ronda de 2020 y una 5ª de 2021, lo que fuerza la situación a tener que renovarle, dándole el mango de la sartén al jugador en la negociación. Gettleman dijo antes de ayer que no estaba preocupado porque Williams «no se iba a ir a ningún lado» y que jugará este año bajo el tag. Yo tampoco estoy preocupado, pero hay que tener presente que ese dinero, o como poco el liberado por un acuerdo de larga duración razonable podría haber ayudado a fichar el pass rusher élite que necesita este equipo. Varias fuentes afirmaron que Giants estuvo en la puja por Clowney y Ngakue, pero tal y como dijo el otro día Gettleman, no está interesado en sobre pagar por un pass rusher. Puede que incluso yo esté de acuerdo ya que sobre pagar es una expresión muy subjetiva. 

Agencia Libre

Y entonces llegó la agencia libre. Con más de $70M disponibles en el cap, siguiendo su filosofía de que “los ataques hacen puntos pero las defensas ganan campeonatos” ha invertido más de $40M del cap en defensa con las contrataciones de Bradberry (CB, $10M), Blake Martínez (ILB, $10M), Kyler Fakrell (OLB, $4.5M), Austin Johnson (DT, $1.5M), el citado tag de Leo Williams (DT, $16M) y la merecida renovación de David Mayo (ILB, $3.5M). Salvo la gestión del asunto Williams, que acumula derroche tras derroche (primero en picks y luego en cap) por un jugador que no ha demostrado ni mucho menos lo que se está pagando por él, el resto de fichajes tienen muchísimo sentido y se han conseguido a precios razonables, dentro de lo poco razonable que suele ser la agencia libre. Y de esos fichajes se atisba un aroma inevitable a defensa Patriot que alternará sistemas 3-4 y 4-3 bajo la mano de Patrick Graham, ex coordinador defensivo de Dolphins y anteriormente miembro de la familia patriota durante 10 años. Eso dejaría, bajo mi punto de vista, 3 posiciones a rellenar en defensa cuyo reparto de importancia podría focalizar el draft hacia una u otra. Posiciones para las que Nueva York podría tener las soluciones ya en la plantilla, con jugadores que rindieron de forma excelsa en sus últimos partidos de la pasada temporada. OLB para el rush, donde ya cuenta con Oshane Ximines (3ª ronda de 2019), ILB de cobertura, donde ya tiene a Connelly (5ª ronda de 2019) y Free safety, donde ya drafteó a Julian Love (en la 4ª ronda también de 2019).

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En ataque la inversión ha sido inferior, seguramente porque frente a la defensa 30 de la liga en puntos encajados, el ataque ocupó la posición 18 el pasado año. A las contrataciones de Cameron Fleming (RT, $3.5M), Levine Toilolo (TE, $3.2M), Colt McCoy (QB, $2.2M) y Dion Lewis (RB, 1.5M) se le han unido las renovaciones de varios receptores sin mucha influencia en el juego del año pasado, el QB back up y el tercer RB. Cody Core (WR), Corey Coleman (WR), Da’Mari Scott (WR), Alex Tanney (QB) y Elijaa Penny (RB). En total, estos 9 jugadores no impactan mucho más de $17M contra el cap y raro es que de ellos saliera más de un único titular (Fleming). De las nuevas contrataciones se puede leer entre líneas que el equipo pretende virar ostensiblemente hacia el juego de carrera y potenciar el peso específico de Saquon en el juego. Toilolo es un excelente bloqueador y el propio Fleming, aunque flojea en la defensa contra el pase, goza de una buena movilidad para bloquear la carrera en distintos niveles. Además, la incorporación de Dion Lewis encaja mucho en la idea de usar el cada vez más extendido 1-2 en el backfield, no necesariamente a modo de comité. Pero tampoco dándole a Lewis el papel secundario de un backup tradicional al uso. Aunque Gettleman ya fracasó con Shurmur en una idea similar, quizá por incapacidad del staff de entrenadores o por falta de medios, esta vez quiere darle una nueva oportunidad al plan haciendo algunos cambios. Y para replicar lo que hicieron en Cowboys estos años pasados se ha traído a Jason Garret como OC y a Marc Colombo de entrenador de OL.

Pero una vez detectadas las carencias a este lado del balón, no se atisba en la plantilla proyecto alguno para rellenar los huecos que aún tiene la actual plantilla en ataque, que son de tanto valor posicional como los de la defensa. Left tackle y center empiezan a ser dos males endémicos que se repiten año tras año en el tiempo de forma preocupante. Para cubrirse las espaldas (que no la posición con garantías) los Giants han hecho efectivo el roster bonus de $3M de Solder (LT) y mantienen a Spencer Pulley (C) en la plantilla. La situación de ambos respecto al cap es casi grotesca, ya que Pulley, que no ha jugado en 2019, liberaría casi $3M sin dejar dinero muerto en caso de ser cortado, y Solder, cuyo rendimiento ha sido más que sospechoso, liberaría $10M, pero dejaría otro tanto anulado en el cap. Esta circunstancia dificulta predecir si se quedará o se marchará. Mi teoría es que cortarles no es una decisión que los Giants tengan que tomar hasta que dispongan de sus sustitutos en la plantilla. Y al 100% seguro llegarán en el draft. La cuestión es cuándo.   

OLB, ILB, FS en defensa y, LT y C en ataque son las necesidades de un equipo joven que, pese a su aparentemente prolífico draft del año pasado, tiene un problema bien grande, tanto por la cantidad como por el valor posicional de esos agujeros que aún tiene por rellenar. Se trata de los más caros y difíciles de encontrar en la agencia libre, y los que requieren picks más altos en el draft. Las elecciones de primera ronda de los dos últimos años dejaron escapar gran parte de ese valor al escoger a Saquon, un RB, en el pick #2 general de 2019, y de Daniel Jones en el #6, en lugar de subir desde el #17 a por él y haber cogido un pass rusher en el primer pick.

Y aquí es donde retomo los cabos sueltos que he ido dejando en diferentes partes del artículo, porque los Giants no tienen picks suficientes en este draft para cubrirlos todos, y eso muy probablemente va a condicionar su estrategia.

El draft

Gracias a la victoria en Washington y al trade hasta ahora deficitario de Leonard Williams, el capital de draft de los Giants será sustancialmente menor al deseable. Elegirá el #4 en lugar del #2, en cada ronda, salvo en la 3ª, que es la que mandó a los Jets por Leo. Esto hace que definir una estrategia para el draft sea tremendamente más complejo que en otro supuesto más deseable y ventajoso. Por dos motivos:

  • porque no tiene picks suficientes en las 3 primeras rondas para elegir todas las posiciones de alto valor que necesita, y
  • porque el pick #4 en este draft, tal y como se están desarrollando los acontecimientos y el orden de elección de los equipos, tiene muy poco valor negociador para bajar y poder obtener picks extra. Valor que sí tiene el #3. (Trata de imaginar el #2).

Todo ello deja lugar a varios escenarios y estrategias que podría seguir Gettleman el día del draft. Pero debido al desconocimiento de los picks #2 y #3, la decisión, con trade down o no, será a buen seguro on the clock.

La primera disyuntiva es si elegir jugador defensivo u ofensivo, que no es poca cosa. Pero a mí me gusta enfocarlo desde el prisma de qué jugador en un valor tan alto como un pick #4 va a ayudar a dar un salto más grande a su unidad. Las opciones se reducen a 3: OLB, ILB como defensas y OT como atacante.

Barajemos el supuesto de que en el #4 están disponibles Chase Young (OLB) e Isaiah Simmons (ILB). OT del primer grupo habrá seguro puesto que hay 4. Existe la duda razonable de pensar que es una decisión que les haya costado tomar, pero que Gettleman ya tendrá tomada. La teoría dice que el valor posicional del pass rusher es mayor que la del linebacker interior, pero Isaiah Simmons no es un ILB corriente, ya que tiene un gran rango lateral y profundo, que encaja a la perfección en la defensa híbrida que los Giants quieren implantar con Patrick Graham, y que permitiría reducir la necesidad de tener que elegir en una ronda media a un safety, donde también él puede jugar. Así que, añadiendo la idea de Gettleman de no querer sobre pagar por pass rushers (y el pick #4 es un precio alto, no digo que injusto) hay que suponer que, en el draft board de los Giants Simmons estaría por delante de Young.

Ahora el otro análisis sería definir si elegir a Simmons o a un OT, ¿cuál da un mayor salto a su unidad? Si pensamos que para la defensa entre Ryan Conelly (ILB) y Julian Love (FS) podrían cubrir las posiciones en que más encajaría Simmons, en el caso del OT no existe más alternativa que la de Solder, con 32 años, un rendimiento muy bajo los dos últimos años y con un impacto de $20M en el cap. Un OT de mayor talento y con capacidad casi inmediata para jugar, implementaría una mejora sustancial en el juego de los dos picks más altos del equipo los dos últimos años, Saquon y Daniel. Los pilares sobre los que se cimenta el actual proyecto y la credibilidad de Gettleman como drafteador de grandes jugadores.

Volviendo a la medida en valor posicional de Simmons y un OT del primer grupo, es legítimo pensar que elegir un OT con el pick #4 es un reach claro y en el caso de Simmons quizá no lo sea si estamos hablando posiblemente de un jugador generacional, por mucho riesgo que entrañe por su adaptación al siguiente nivel.

Ante todas estas dudas, se puede pensar que lo mejor sería bajar en el draft con una trade, pero para bajar en el draft, hace falta alguien que quiera subir, y lo razonable es pensar que quien quiera sobrepasar a Miami, que además es el único que puede pagar el alto precio que Washington pedirá por el #2, preferirá comprar el #3 de Detroit y no asumir ningún riesgo comprando el #4 exponiéndose a que le sobrepasen en el pick de Lions. Es lo más razonable, y lo que complica el trade down de Giants. Sólo una elección de quarterback de Washington o Detroit en su pick y la de Chase Young del otro, podría poner nerviosos a los que eligen por detrás de Nueva York y les obligaría a subir al #4. Pero lo dicho, ya on the clock, una vez conocidos los 3 primeros picks.

Pero ¿bajar hasta dónde? Gettleman ha dicho que no lo harían más allá de donde puedan elegir a un jugador generacional. Sabemos que Simmons encaja en ese calificativo, ¿pero lo hace también alguno de los 4 OT del primer nivel? En caso de que no, el límite es el pick #6 de Chargers, donde aún sería factible elegír a Simmons y saberlo antes de llevar a cabo el trade. Miami quedaría descartado por cuanto parece muy interesado en un QB y con el fichaje de Elandon Roberts para acompañar a McMillan tiene la posición cubierta. Cualquiera de esos trades podrían tener como contrapartida mínima (si no superior en e caso de Chargers) un pick de 3ª ronda. Miami tiene el #70 y Chargers el #71. Allí los Giants tendrían más fácil encontrar a su center sea cual sea la ruta que siga finalmente la estrategia del draft, ya que al #99 que actualmente tienen será más complicado que lleguen ciertos nombres.

No habría que perder de vista otros posibles trades con equipos que eligen más abajo, pero teniendo claro que implicarían descartar la opción de Simmons y forzarían la estrategia muy probablemente a la elección de un OT en 1ª ronda. En este escenario sólo los Jaguars encajan, aunque hayan dicho que van a muerte con Gardner Minshew. Difícil de creer al haberse conocido esta información en estas fechas de troleo generalizado. Ese trade Gettleman no lo haría por menos del pick de 2ª ronda (#42) y seguramente una 4ª o 5ª ronda. Como mínimo. Estamos hablando de sacrificar a Simmons para conseguir a un pass rusher o a un center mejor, ya que tendría más lógica elegir un jugador de un valor posicional mayor que un LB convencional. Mmmm, OT, OLB y C en las dos primeras rondas a cambio de Simmons. Podría ser buena opción también.   

Y hasta aquí las conjeturas sobre el pick de 1ª ronda de forma aislada, porque como hemos visto en los dos últimos supuestos, los de los trades, el draft es una estrategia en la que se ha de conseguir el mayor valor posicional al menos en las dos primeras rondas, si no en las 3 primeras, donde se deben conseguir titulares de impacto a corto plazo.  En ellas los Giants deben salir sí o sí con un OT y un C. El complemento lo debe decidir la opción de Simmons en 1ª ronda. Y he aquí la pregunta definitiva ¿qué estrategia es la que le da más valor a los Giants en sus tres primeras rondas?

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Estrategias para el draft

Ahora sí, vamos al lío, estas son las principales estrategias que Gettleman podría seguir en este draft. Elige la tuya y twiteamela a @pablogigante7:

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A) Elegir a Isaiah Simmons en el #4: Simmons fijaría toda la defensa junto con los jugadores ya en la plantilla y evitaría seguramente tener que draftear más jugadores defensivos antes de la 5ª ronda. Su pass rush interior, junto con el de Blake Martínez, podrían ahorrar al equipo tener que elegir a un rusher, labor que se confiaría a Ximines y Fackrell. Esta es la opción preferida de la mayoría de mis compañeros de Zona Gigantes, el Team Simmons. Isaiah Simmons, no matter what.

Para la 2ª ronda sería casi obligatoria la elección del OT, y para la tercera, muy probablemente un Center. Las rondas medias cubrirían WR, CB nickel, DT (como posible futuro sustituto de Williams si no firma el tago o no renovara después).

Aquí la clave está en que al no elegir OT, podría hacer que el cuarto de este primer grupo llegara incluso a Tampa (#14), y a partir de ahí no hay muchos equipos que tengan esta posición como principal prioridad habiéndose esfumado los mejores, lo que podría hacer que llegara al pick #36 de Nueva York el 6º/7º OT del draft, y que sería un jugador aún con mucho talento en una clase tremendamente profunda en la posición, algo que se ha encargado de resaltar Gettleman en los últimos días.

1ª (#4): Simmons            2ª (#36): OT        3ª (#99): C

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B) Elegir OT en el pick #4: Vale, ¿pero cuál? Porque Judge dijo ayer en su comparecencia de prensa que elegirían en el #4 al jugador de mayor talento y mayor progresión a futuro. Si es un OT, quizá no sea ninguno de los que ya están listos y por eso mantienen a Solder, con vista a que el novato no empiece como titular. Tristan Wirfs ha cogido mucha fuerza en las últimas semanas.

Aquí es donde hago de abogado del diablo y pongo sobre la mesa la opción de que Gettleman haya jugado al despiste afirmando no querer sobrepagar por un edge (OLB), pudiendo elegir a uno de los OT más formados y cortando a Solder para abrir el cap necesario para contratar a Ngakoue o Clowney. Remoto, pero posible.

Continuando con la opción del OT de mayor progresión, en 2ª ronda la idea sería muy probablemente un edge, para conseguir el rush al que se renunció sin Simmons. Y en 3ª (pick #99), un C si llegara alguno del primer grupo, y en caso contrario un receptor o un safety.  

1ª (#4): OT (Wirfs)         2ª (#36): EDGE             3ª (#99): C/WR/S

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C) Trade down al pick #5:

La razón de valorar este trade down a cambio de una 3ª ronda es porque si Miami hace este intercambio es porque no está desesperado por su QB, ya que no habrá subido más arriba, y lo hará seguramente para protegerse de Chargers, que muy probablemente no esté en la puja. En caso de estarlo, es más probable el siguiente supuesto.

C1) 1ª (#5): Simmons     2ª (#36): OT       3ª (#70): C     3º (#99) WR / CB

C2) 1ª (#5): OT       2ª (#36): EDGE  3ª (#70): C      3º (#99) WR / CB

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D) Trade down al pick #6:

El intercambio con Chargers será bastante más lucrativo que con Dolphins, ya que defender una posición no es lo mismo que querer adelantar a otro equipo en el draft. Y además Giants se expone a una posible subida de Panthers al #5 a por Simmons si estuviera aún en el board. Gettleman no aceptará menos de una 2ª si acepta ese riesgo.

D1) 1ª (#6): Simmons    2ª (#36): OT     2ª (#42): C     3º (#99) WR / CB

D2) 1ª (#6): OT          2ª (#36): EDGE  2ª (#42): C     3º (#99) WR / CB

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E) Trade down al pick #9:

1ª (#9): OT   2ª (#36): EDGE/C  2ª (#42): C/EDGE  3ª (#73): WR    3ª (#99): BPA  

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El valor estándar de esta subida es una 2ª ronda media-alta, pero al pretender subir y adelantar a uno o dos equipos que también parecen pretender QB, Gettelman podría conseguir una 2ª ronda de 2020 y, o bien una 3ª de 2020 (#73) o bien una 2ª de 2021 (una de estas dos).

No parece factible ningún intercambio de picks con un equipo que elija por debajo del #9.

Supongo que tú ya tendrás en tu cabeza tu opción preferida. Yo también. La D1) y la C1) tradeando hacia abajo y consiguiendo un pick extra además de Simmons son mis opciones preferidas, en ese orden. Pero tampoco me iría descontento a la cama el día 23 si Gettleman se anima a seguir la estrategia E), el trade down con Jaguars. En caso de no poder bajar, creo firmemente en que la opción A) es la que le da a los Giants el mayor valor como estrategia en las primeras rondas del draft, ya que el OT #6 ó #7 de este draft seguiría siendo un jugador muy importante en la posición y con un descenso de talento más bajo respecto al mejor OT en comparación con la diferencia de talento entre Simmons y la siguiente elección de jugadores que cubran el hueco que él no llenaría. Sea como fuere, dejemos que Gettleman nos sorprenda y nos saque de nuestro engaño. Siempre ha tenido esa habilidad natural para hacerlo.

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Cómo construir un equipo NFL

Michael Lombardi, ex ejecutivo de los New England Patriots entre 2014-2016, con 2 victorias en la superbowl, escribió no hace mucho en uno de sus artículos en The Athletic, “el primer error que hay que evitar cuando se gestiona una franquicia NFL es pensar que es una empresa diferente y que no funcionará la misma estrategia comercial. No es cierto, el football es un negocio, puro y simple, y el primer activo que se debe tener es el sentido común. Después, es necesario desarrollar el liderazgo de los entrenadores dentro de la organización, y por último, crear una identidad propia, una marca.

Viendo cómo construyeron sus equipos los mejores general managers de la liga, los que acostumbran a tener a sus equipos en playoffs o los que están sabiendo construir mejor sus opciones de cara a un futuro próximo, (Belichick, Schneider, Roseman, Snead y Ballard), pueden intuirse ciertas líneas de gestión similares entre sí. Y aunque fueron diversas las formas de crear cada uno de estos equipos, en fundamento, no difieren de la teoría de Lombardi, y necesitaron como cualquier plan exitoso, de una serie de premisas para poder llevarse a cabo.

ESTABILIDAD. Lo primero que se necesita para establecer un proyecto deportivo ganador es una cultura de equipo, y para definirla y asentarla es necesaria la confianza del propietario. No hay un equipo ganador sin estabilidad. El problema es que para conseguir la estabilidad y la confianza a largo plazo de un propietario en esta liga, paradójicamente, es necesario demostrar rápidamente que eres el adecuado para el puesto, y eso suele ser valorado sólo en resultados, en victorias. Para ello, lo normal es tener que demostrarlo en los dos primeros años en el cargo. Disponer de 3 años no es lo habitual.

Esa cultura debe trascender además al cuerpo de entrenadores, que son quienes terminarán de transmitir con su liderazgo la cultura a los jugadores en el terreno de juego. Deben ir en la misma línea de acción que la gerencia, y deben demostrar también sus habilidades para desarrollar jugadores en ese período razonable de tiempo de dos años. Muchas veces se pierde de vista la importancia de esta cualidad de los entrenadores cuando quizá sea la más importante de todas, ya que ella permite optimizar el roster y aumentar el valor de los activos más importantes de la franquicia. De ahí que la tendencia reciente en la NFL haya empezado a ser la de contratar primero al entrenador jefe (HC) con esas habilidades especiales y darle a él plenos poderes incluso por encima del general manager, que es contratado después ya con la aprobación del entrenador. O la opción de otorgarle el cargo de general manager al propio head coach. Es la disyuntiva de quién debe estar sobre quién y tener la última palabra.

Bill Belichick entrenador y GM de los NE Patriots con el trofeo Vince Lombardi. Foto: Getty Images.

DEFINIR LA VENTANA DE OPORTUNIDAD. El objetivo de este proceso es, mediante esa cultura, establecer la ventana de oportunidad de victoria en esos 2 años como mucho. Ese es el plazo para construir un equipo que sea contender al tercer año. Roseman y Belichick jugaron y ganaron su primera superbowl en su segundo año. Schneider jugó playoff en su primera y tercera temporadas, y posteriormente disputó dos superbowls en los dos años siguientes. Por su parte, Les Snead jugó la superbowl en su primer año como GM de plenos poderes. Sólo Chris Ballard, seguramente a causa de la prematura retirada de Andrew Luck que trastocó todos sus planes, aún no ha jugado el gran partido.

FICHAR PRIORIDADES. Definida la cultura, llega la hora de invertir los recursos de acuerdo a esa filosofía de juego, esa identidad que define qué tipo de equipo se quiere ser (corredor o pasador, defensivo u ofensivo, explosivo o gestor del reloj, …). Para ello, es muy importante establecer las prioridades y hacerse cuanto antes con los jugadores de las unidades principales para la forma de juego elegida, que en muchas de ellas suelen ser las trincheras, la líneas ofensiva (OL) y defensiva (DL). Una, para evitar que el rival corra con el balón, y otra, para hacer funcionar el propio ataque y poder manejar el ritmo del partido. Además, ambas unidades necesitan tiempo para compenetrarse, por lo que es recomendale fichar y/o draftear cuanto antes en esas posiciones. Pero en otras formas de juego podría ser vital por ejemplo la secundaria, lo que requeriría de abordar pronto otros perfiles de jugadores.

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OPTIMIZACIÓN DEL CAP. Pero en ese proceso de reclutamiento de jugadores de acuerdo al plan, otro objetivo debe ser siempre optimizar al máximo el cap, también con una cultura específica y una identidad en esta parcela de la franquicia. Por ello, no puede perderse de vista nunca el valor posicional de los jugadores, dentro de la liga y dentro del equipo. Ni todas las posiciones son igual de importantes dentro del equipo ni, ni todas las posiciones se pagan igual, ni todas tienen la misma durabilidad. Hay algunas que están mucho mejor pagadas que otras en la liga, y disponer de contratos rookie en algunas de ellas durante la ventana de oportunidad puede dar la flexibilidad para contratar o renovar mejores jugadores en otras posiciones del equipo. Usar las elecciones altas del draft para reunir el mayor talento posible mediante contratos de rookie en posiciones de bajo coste es una buena forma de malgastar los recursos de los que se dispone.  

Existen otras soluciones para conseguir talento a bajo coste a base de veteranos fiables y baratos en contratos de corta duración, o conseguir jugadores drafteados o renovados con contratos de larga duración a un coste inferior al de mercado por extenderles el contrato antes de de que se conviertan en agentes libres. No es necesario gastar mucho dinero en jugadores contrastados y caros para tener un equipo exitoso. De hecho, salvo Les Snead en su primer año, ninguno de los general managers de los que hablaba llevó a cabo este tipo de movimientos. Todo lo contrario.

RIESGO/BENEFICIO. Como en cualquier empresa, es fundamental obtener de tus inversiones el mayor beneficio con el menor riesgo posible. Por ello, siempre será peor pagar en la agencia libre por un jugador que viene de otro equipo (y que no has probado en tu sistema y en tu vestuario), que un jugador que ya demostró ser valioso dentro del equipo y que además ocupa una de las posiciones importantes dentro de tu forma de jugar. Es el mismo riesgo de la inversión del que se habla siempre en el draft. ¿Por qué iba a ser diferente en el resto de decisiones? La propensión a las lesiones, la edad y el carácter del jugador suelen ser las 3 variables a medir para valorar el riesgo y ajustar el precio de mercado del jugador de acuerdo a su rendimiento en el campo. Y también por lo tanto, para tomar o no la decisión de ficharlo o renovarlo.

Antonio Brown, la apuesta fallida de los Oakland Raiders. Foto: AP/Ben Margot

FLEXIBILIDAD: Además, y esta es una parte fundamental en la construcción de plantillas, esos contratos de agencia libre, firmados en la puja con otros equipos pretendientes, suelen firmarse con grandes cantidades de dinero garantizado, en su mayoría signing bonus que se prorratean en el tiempo en caps de años futuros. Algunos general managers creen estar ahorrando dinero en el cap del año presente, cuando lo que realmente están haciendo es comprometer el cap de los años siguientes. Y todo ello con el riego constante de lesión o ajo rendimiento del jugador, lo que en caso de querer cortarle o traspasarle dejaría grandes cantidades de dinero muerto en el cap, sin correlación de rendimiento en el campo.

En contraposición a esta estrategia, lo ideal, aunque difícil de conseguir, es repercutir contra el cap la mayor parte de los contratos por adelantado y prorratear la menor cantidad de dinero posible. Es decir, incluir en el cap del primer año la mayor cantidad de dinero garantizado, y que no sea mediante signing bonus prorrateados, sino en forma de salario y roster bonus (que no se prorratean en caps de años futuros). Esto dará flexibilidad total al equipo, ya que le permitirá decidir sobre el jugador ante cualquier eventualidad (lesión, bajo rendimiento o problema disciplinario), sin miedo a dejar grandes cantidades de dinero muerto que lastren a la franquicia durante un tiempo. Otra forma de conseguirlo es mediante contratos de corta duración. De este modo, el dinero gastado es más probable que se correlacione con rendimiento en el terreno de juego, ya que las renovaciones se harán por cantidades garantizadas menores y sin prorratear dinero.

Imagina la diferencia entre fichar a un jugador durante 4 años y con un signing bonus equivalente a 3 años del contrato, y otro jugador, no necesariamente mucho peor, con un contrato de un año en el que todo es salario. El primero de ellos es muy probable que si se lesiona el primer año, tengas que tenerlo al menos 3 años en el equipo, aunque no juegue. El segundo, puedes decidir cortarle en cualquier momento por la razón que sea. Se trata de dos casos extremos, ya que hay muchos matices y puntos intermedios, pero creo que se entiende la diferencia.

PLAN. El proceso ideal para crear una plantilla es draftear a tus jugadores, disponer de ellos 4 ó 5 años en contrato rookie y luego renovarlos al precio que merezcan de acuerdo a la importancia en el equipo y al rendimiento demostrado en él. En ese contexto, el riesgo es mínimo, ya que se conoce al jugador, (su historial de lesiones incluído), y se sabe cómo encaja en el sistema y el rendimiento que probablemente dará en el futuro. El riesgo de esta operación es mínimo. Por contra, está la opción de pagar en la agencia libre por jugadores que seguramente se fichen para suplir a algún jugador drafteado por el equipo que fracasó. Pagar a otro que hizo bien el trabajo que se hizo mal. Y ello, con un dinero garantizado que compromete el futuro de la franquicia. Riesgo máximo.

La primera opción te permitirá controlar las renovaciones y por tanto el dinero del cap, de tal manera que es más fácil ampliar tu ventana de oportunidad de victoria. La segunda opción te acerca a esa ventana de oportunidad pero aumenta también el riesgo de dejarte hipotecado a futuro y a merced de las posibles lesiones, bajones de rendimiento, etc… Lo que también reduce en gran medida el tiempo de duración de esa ventana de tiempo para ser competitivo para ganar. Lo cual no significa que como plan a corto plazo no pueda salir bien. Esa es la excusa a la que se agarran los general managers de nivel medio o bajo y que en muchoas ocasiones toman sus decisiones bajo la presión de necesitar resultados inmediatos. Esta fórmula, rara vez tiene la recompensa más grande.

Al final, todo buen plan se basa en la estabilidad, en la previsión que permita optimizar el cap y en poder mantener en el tiempo un sistema que permita reponer regularmente la plantilla de jugadores con el mayor talento y el menor coste posibles. Para ello, es importante no dejar los números al azar y conseguir la mayor flexibilidad de forma regular, ya que el football es un deporte lleno de contratiempos que requieren de soluciones rápidas y generalmente costosas.

Volviendo a la frase de Michael Lombardi de que el football es un negocio, conceptos como estabilidad, objetivos (ventana de oportunidad), optimización de recursos (cap), establecer prioridades (fichajes iniciales), minimizar los riesgos, aumentar los beneficios, reducir el apalancamiento (dinero prorrateado) y en definitiva, seguir un plan de acción, no dejan de ser el léxico por el que se guía cualquier empresa.

Si te interesa todo lo referente al salary cap, la agencia libre, el draft y la gestión plantillas de la NFL tienes mucho más en el libro …

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Preparando a agencia libre: auditoría del equipo

Disponible a principios de febrero

Le’veon Bell, RB de los New York Jets.

La Offseason

Si te gusta la NFL y quieres descubrir todo cuanto sucede en la liga cuando no hay partidos, La Offseason te explica de forma sencilla cómo funciona la otra parte de la liga.
El límite salarial, los franchise tag, la agencia libre y el draft explicados de una forma sencilla para que puedas seguir la NFL después de la Superbowl.
La Offseason te plantea el reto de convertirte en el general manager de tu equipo para que lo guíes hasta el campeonato. Acepta el reto de la Offseason, donde empieza todo.

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Contratando entrenadores

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Jerry Jones, dueño de los Dallas Cowboys (a la derecha), en la presentación de su nuevo head coach, Mike McCarthy.

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Juicio al plan del general manager

Todos hemos intentado alguna vez en nuestra infancia montar aquel coche por piezas que, ante el nerviosismo de tenerlo construido por completo para poder jugar con él cuanto antes, nos hemos dejado una pieza cruzada o sin poner por el camino. Conscientes de ese error previo, hemos llegado a ese punto reflexivo en que teníamos que decidir si desmontar el coche para construirlo perfecto, y así estar seguros de poder jugar con el coche que ansiábamos, o tirar para adelante y jugar con el resultado de nuestra omisión del error.

La decisión no sería un problema si mamá no nos hubiera avisado de que en breve había que ir a cenar. Después ya no habría tiempo para el coche ni su montaje, porque sería hora de ir a la cama en el ocaso del día cuando la paciencia de tu progenitora ya no está para historias de juguetes.

Ese momento reflexivo ha llegado para los New York Giants. No este mes o esta temporada, sino hoy, aquí y ahora, mientras lees este artículo, y mientras los Mara y los Tisch, propietarios de la franquicia, se indigestan con las críticas de la prensa de la ciudad en su desayuno.  ¿Es hora de deshacer el juguete y montarlo de nuevo? ¿O de tirar para adelante con el que está a medio construir?

Para responder esta pregunta, lo primero es analizar si el montaje en curso, la construcción de la plantilla actual, se está haciendo de la forma adecuada. O dicho de otro modo, si el plan de Gettleman de este verano tiene pies y cabeza. O chasis y ruedas, si aún estás con el coche de juguete. Según Gettleman el plan se cimentaba en el refuerzo de las trincheras y en la consecución del quarterback de futuro llamado a suceder a Eli Manning durante los próximos años. Y es con el prisma de este análisis cuando uno mira la plantilla y la ve jugar cada domingo. La línea defensiva es incapaz de parar el juego de carrera de ningún equipo, y cede multitud de puntos en los primeros drives. Y la línea ofensiva es eso, ofensiva. A la vista y a los sentimientos de sus aficionados. Por si esto fuera poco, la parte residual del plan era reconstruir por completo la secundaria, que aunque empieza a dar síntomas de mejoría, aún no es completamente fiable. Fue demasiado sacrificio elegir al quarterback de futuro el viciar un draft, el de este verano, renunciando a necesidades básicas que siguen sin cubrirse en la plantilla. Algo que deja aún más en evidencia el dudoso éxito de Gettleman en el draft es el fichaje de Leonard Williams hace días, al altísimo precio de una 3ª y una 5ª rondas. Tras tres defensive tackles draftedos por el equipo en los últimos 3 años, Gettleman ha tenido que hipotecarse por otro, de rendimiento más que dudoso, y por el que tendrá que dinamitar en breve su discurso ante la plantilla por tener que pagarle un buen puñado de millones a un jugador que viene de fuera. Y esto, sin haber sudado apenas la camiseta que otros llevan sangrando durante meses o incluso años.

Daniel Jones (QB) presionado por la defensa de los Dallas Cowboys.

Es en este punto donde el cuerpo me pide coger las instrucciones del juguete y ver en que paso del montaje está el error. Porque tiene que haberlo, y bien gordo, ya que el equipo está exactamente en el mismo punto que el año pasado. Al menos es lo que dice el balance. Y el que quiera justificar un año más de tedio y desesperación de gigantes abnegados con la excusa de haber encontrado a ese quarterback de futuro, es el ciego que no quiere ver del refrán. Daniel Jones, al igual que Kyler Murray en Arizona, Josh Rosen en Miami, Dwayne Haskins en Washington, Baker Mayfield en Cleveland, Sam Darnold en los Jets, e incluso Josh Allen en Buffalo, no puede ser la solución a todos los problemas de un equipo con más agujeros que campo de golf. Y quien ahora esté pensando que Lamar Jackson sí los ha tapado en Baltimore, además de ventajista, está pecando tanto de no conocer la capacidad de John Harbaugh para reconstruir sus equipos año tras año como de olvidar lo que una secundaria de 7 hombres ligeros de los Chargers le hizo parecer a Lamar en los playoffs del año pasado. Un chico de 20 años nunca puede ser la justificación a todas las decisiones ni la solución a todos los problemas que han sido incapaces de solucionar un front office y un staff de entrenadores llenos de personal con canas hasta en los pelos del entrecejo.

Así que tras la dolorosa derrota de los Giants en casa ante los Cowboys, que les coloca 2-7 y a 3 victorias de sus rivales divisionales con sólo 7 partidos por jugarse, la lucha por pelear esta temporada ha terminado. Y ha terminado también con las esperanzas de aquellos a los que sólo las matemáticas les han opacado un drama que se veía venir desde lejos. El plan de Gettleman no funciona. Al menos, no en los plazos establecidos. Una reconstrucción debe durar dos años, tres es un lujo. Pero aquí está mi duda. ¿En qué año de reconstrucción están realmente los Giants si han drafteado a su quarterback de futuro el pasado draft? En estos días se mira mucho a San Francisco y la paciencia que se capitaliza en éxito, pero ¿la reconstrucción de San Francisco realmente duró tres años? ¿Es un espejo en el que mirarse?

Si esperabas encontrar en este artículo la respuesta a la reflexión profunda a la que deben enfrentarse los Mara y los Tisch, me estás sobrevalorando. Pero creo necesario establecer el escenario y las dos direcciones sobre las que deben decidir los propietarios de una de las franquicias más legendarias de la liga y que lleva ya ocho años a la deriva.

Pat Shurmur (HC) y James Bettcher (DC) de los New York Giants.

Si se enfoca el asunto de una forma académica, la reconstrucción está aún en curso, teniendo en cuenta que el primer año de Gettleman y Schurmur se invirtió en tapar agujeros con yeso para ver si se podía competir con Manning. Algo que también nos han vendido esta pasada offseason, pero que se volvió a hacer a remiendos. De esas aguas vienen estos lodos. Pero el caso es que la plantilla al completo parece estar comprometida, se ha construido casi toda la secundaria y se ha conseguido al quarterback de futuro. El problema, la madre de todos los corderos, es si se podrá conseguir en el próximo draft el pass rusher con el que San Francisco cambió el rumbo de su historia reciente. Ganando partidos y eligiendo más allá del pick #8 es más que probable que Chase Young (DE), necesidad imperativa de Nueva York para el año que viene, no esté ya en el big board cuando Gettleman pueda entregar su primera tarjeta en el draft. Sí, que Dios me perdone, hablo de tankear. Los Jets llegan el domingo que viene y son serios rivales a elegir antes que los Giants en el draft, y a llevarse al codiciado Chase Young, el billete a una defensa de élite que este año en San Francisco consiguieron con Nick Bosa. Y a día de hoy, la defensa es el mayor problema. James Bettcher (DC) no es santo de mi devoción, pero esta línea continuista con el proyecto actual me lleva a pensar que con los nombres y el talento adecuados, su planteamiento podría funcionar durante 60 minutos de la manera que ahora funciona durante tres cuartos en casi todos los partidos. Por todo ello, si vamos a por ese billete premiado, el momento es ahora.

Chase Young (DE), uno de los prospects más codiciados del futuro draft.

Por otro lado, siguiendo una línea más transgresora y seguramente visceral, lo que pasa por la cabeza de muchos aficionados de los Giants (mentiría si dijera que no ha pasado por la mía también) es romper con un proyecto que se ha llevado por delante los dos últimos años de la franquicia para construir un coche con el que no se puede jugar, un equipo que sigue sin estar cerca de competir. Pero cómo de grande hacer la ruptura es otro quebradero de cabeza. ¿La solución es romper con todo el proyecto? ¿Con una parte? ¿Se van Gettleman, Schurmur y Bettcher? ¿Sólo dos? ¿Sólo uno? ¿Quién tiene la culpa? ¿La solución es fichar a Jim Harbaugh? ¿A algún head coach universitario? No me gustaría estar en la cabeza de los Mara en este momento. Pero es ahora cuando tienen que decidir si siguen con el mismo proyecto, luchando por victorias para no romper el entorno de compromiso (aunque también de incapacidad) de la plantilla. Y si esperan al próximo draft y la próxima agencia libre, ya con casi 100 millones para gastar, para ver si este proyecto, este plan, puede conseguir que el equipo sea un juguete con el que de verdad los aficionados de los Giants se puedan divertir. 

Pero ese supuesto desembocará en un pick #8, #10 ó #12, a saber, donde la capacidad de impacto del draft se vuelve más imprecisa, y donde se corre el riesgo de volver al mismo estado de sedación deportiva de un equipo con más pena que gloria. Y que además terminaría, un año más tarde, con el proyecto, con Gettleman, con Schurmur, con Bettcher y con la madre de Bettcher. Y a saber si también con contratos tóxicos que lastren a la franquicia, como aquellos que se eliminaron el pasado verano.   

Sea por una vía o por otra, el proyecto urge para ayer. Mamá está a punto de llamar a la cena y los fieles parroquianos de Nueva York no aguantamos más. Pero no sólo por casi una década de bochorno, sino porque se están yendo por el desagüe los bienes más preciados que tiene una franquicia en la NFL, el talento generacional y los contratos rookie de esas estrellas jóvenes elegidas en los últimos drafts. Saquon, Sterling Shepard, Evan Engram, Will Hernández, Daniel Jones, Dexter Lawrence, … Ese es realmente el juguete que todos tenemos miedo de tener que volver a construir desde el principio. Porque tomar la decisión equivocada y llegar tarde a cenar, implicará perder mucho tiempo hasta volver a disponer de las piezas para poder montar el coche. El coche con el que llevamos soñando jugar durante casi ocho años.

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