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Tanking: el examen más difícil de la NFL

Recuerdo que hace mucho tiempo, cuando iba aún al colegio, en esa etapa de mi vida en la que todavía regateaba el esfuerzo intentando optimizar los resultados de este, idee un sistema en el que preparaba sólo la mitad de mis asignaturas durante la evaluación y dejaba la otra mitad para prepararlas semanas después. En esa segunda tanda, mis profesores hacían exámenes mucho más asequibles a cambio de suprimir sólo el sobresaliente de entre las notas a mi alcance.

Durante varios trimestres, este sistema me permitió sacar unas de las mejores notas de la clase minimizando mi inversión en esfuerzo y estrés. Pero mi idilio con la economía académica se terminó cuando una de mis profesoras se percató de mi jugada y decidió modificar sus reglas de puntuación para ponerme un miserable 5, pese a haberme asegurado de tener un examen para suspender. A partir de entonces tuve el foco sobre mi cabeza en cada examen, y entendí que jugar con el vacío legal de las normas podía servirme en la vida como un beneficio temporal, pero que difícilmente podría ser mi plan a largo plazo.  

Esa tentación que yo tuve de niño es más que probable que la tengan los equipos de la NFL cada año cuando ven que su temporada está completamente perdida. A partir de finales de noviembre, surgen siempre especulaciones acerca de la posibilidad de equipos que quieren tomar un atajo en la reconstrucción de su maltrecha plantilla. La posibilidad de buscar perder partidos a fin de conseguir un mejor pick en el siguiente draft, en ocasiones permite acceder a un talento generacional que podría invertir su tendencia perdedora. Es lo que se conoce comúnmente como tanking. Hay quien piensa que esa idea es sólo parte de las conversaciones entre aficionados o periodistas, aunque probablemente la tentación pase en algún momento del proceso por la cabeza de algunos managers y propietarios de la liga. Pero, ¿es el tanking una posibilidad real? ¿Merecería la pena en caso de que así fuera?

De forma semejante a mi colegio con los exámenes de recuperación, la NFL dispone de un sistema en el que los que peor rinden tienen la posibilidad de reengancharse al grupo gracias a un beneficio extra permitido. Los equipos peor clasificados tendrán preferencia para elegir antes a los jugadores jóvenes de la universidad al año siguiente. Podríamos decir que la propia competición alimenta de alguna manera la opción de premiar al que lo hace mal, aunque lo que busque realmente sea compensar a los equipos más débiles para intentar igualar la competencia. Pero a diferencia de mi colegio, la NFL dispone de reglamentos en los que, tanto la liga en su conjunto, como los equipos y jugadores individualmente, se comprometen a velar por la honorabilidad del juego y no ir en contra de la integridad de la liga. Huelga decir que jugar para perder supone el mayor de los ataques a esa política de conducta. Además, dispone también de varias comisiones de investigación para analizar si un jugador o un equipo actúa de forma contraria a ellas, y podría sancionar a cualquiera de estos con multas económicas importantes o inhabilitándoles temporalmente. Y a los equipos también con la pérdida de picks del draft. Poca gente sabe que todas esas sanciones económicas se donan a causas benéficas a través de la Fundación NFL y al apoyo a leyendas de la Liga en dificultades, a través de la Fundación de Atletas Profesionales. Por lo que queda descartado el afán recaudatorio que muchos presuponen aquí.

Con esta estructura de salvaguardia de su integridad por parte de la NFL, junto con la renegociación de contratos en base a los méritos conseguidos y las estadísticas, me cuesta ver la razón por la que jugadores, entrenadores o managers sin su puesto asegurado propondrían perder a cambio de un premio del que quizá no se beneficiarán en el futuro, ya que probablemente perderán su puesto por las derrotas. Imagino equipos cansados de perder durante años estar más cerca de caer en la tentación, pero hay que tener en cuenta que cada franquicia es un negocio dentro de otro negocio mas grande, la propia liga. Por ello, pretender sacar ventaja a título individual atenta directamente contra la misma empresa que cada propietario tiene junto con otros 31, y traicionar la confianza del resto parece un punto de no retorno en tu reputación, como lo es para jugadores, entrenadores y managers si son descubiertos. Además, sucumbir al tanking supone pérdidas monetarias aseguradas a corto plazo en busca de mayores ganancias (económicas y deportivas) a largo plazo, las cuales entiendo que deben compensar por toda la regulación y molestias que la liga se ha tomado para evitarlas.

Pero si el riesgo económico parece evidente con estadios vacíos y aficiones decepcionadas abandonando a su equipo, el deportivo me parece mayor aún, por cuanto que asumir que un pick alto te garantiza cambiar la tendencia perdedora del equipo es mucho asumir. Esperar que un joven de veintipocos años que acaba de salir de la universidad solucione todos tus problemas parece una opción cuanto menos arriesgada. Generalmente, cuando una franquicia está en las peores posiciones de la clasificación, es porque tiene hándicaps mayores que la falta de talento en sus jugadores, y seguir perdiendo partidos sólo los aumentará.

Soy un firme creyente de ganar siempre. De que eso ayudará a tus entrenadores a ganar crédito, y a muchos de tus jugadores a evolucionar y convertirse así en competentes para el equipo. Después, con una peor elección del draft sí, llegará el turno del general manager para hacer su parte del trabajo, y subir a por el quarterback soñado, si eso es realmente lo único que le falta al equipo. La historia ha sido más agradecida con aquellos que subieron desde la parte media o baja del draft para conseguir a su mariscal de campo. Son menos las veces que un pick natural de los más altos mutó por completo a una franquicia sin un cambio de régimen con nuevo manager y entrenador. Si discrepas conmigo, es porque tienes algún nombre en la cabeza. Pero a mí me vienen a la cabeza Mahomes y Allen, cuyos equipos ya jugaban playoff cuando subieron en el draft a por ellos desde los picks #21 y #27 respectivamente. Me viene a la mente el Wentz que guió a los Eagles hasta las puertas de playoffs en el año de su anillo, a por el que Howie Roseman subió desde el pick #13. Y me vienen a la cabeza otros muchos quarterbacks elegidos en rondas medias y bajas que cambiaron el sino de su franquicia porque esta no decidió buscar un atajo, sino un proceso más lógico, y a buen seguro más lento.

Pero la historia también sospecha de los Colts de 2011 a los que se les lesionó Peyton Manning, y que consiguieron a Andrew Luck con el #1 del draft a base de derrotas cuestionables. De los Browns del moneyball y el 0-16 en 2017, que consiguieron a Baker Mayfield también en el pick más alto. De los Dolphins de Brian Flores, que pese a las últimas victorias, fueron investigados y sancionados (aunque por tampering). Y a los que curiosamente les llegó Tua al pick #6, el jugador por el que les acusaban de dejarse llevar.

Y este camino nos lleva inexorablemente a los Eagles de Pederson y Roseman en 2020, con el rookie Jalen Hurts jugando en Washington en aquella última jornada. Quitaron el pie del acelerador cuando hicieron jugar a Nate Sudfeld en los últimos minutos para dejar fuera de playoff a su rival histórico, los Giants, en una temporada de 4 victorias. Aquello se llevó lo poco que quedaba de Pederson en Philadelphia, pero dejó un pick 3 puestos más alto, un #6 en lugar del #9 en caso de haber ganado. Con él, Roseman engendró multitud de picks adicionales a partir de un intercambio con Dolphins y mediante varios traspasos más, los cuales culminaron con una 1a ronda extra que sirvió para reclutar a Jalen Carter. Lo que entre otros muchos otros aciertos, llevó a los Eagles a otra Superbowl, en la que quizá el karma por aquella maniobra les privó del trofeo Lombardi.

Para mí es inevitable pensar que aquella artimaña ocasional, en una organización funcional y con la intención de incorporar a un nuevo entrenador, es el único resquicio que a la NFL le queda por tapar en una rumorología mucho más grande que lo que a buen seguro es la realidad. Y que mientras algunos equipos, desesperados por ganar, siguen viendo en su orden de elección la solución a sus problemas, (de la misma manera que yo especulé en mis exámenes de recuperación), otros seguirán dominando la liga entendiendo que el éxito es parte de un proceso, honesto con uno mismo y con el resto, a base de un conjunto de buenas decisiones y una cultura ganadora. Y que esa es la única manera de mantenerse estable en el sobresaliente de la liga más difícil de ganar que existe.

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Todo lo que necesitas para tu primera cita

Hace años le presenté a un gran amigo mío a una chica. Recuerdo que fue en un tren cuando empecé a hablarle de ella, desde el aeropuerto al centro de la ciudad. Aunque el trayecto era más largo, sabía que no tenía mucho más de 10 minutos de su atención para contarle cómo era realmente. Él sabía que la conocería personalmente al día siguiente. Allí comprobaría de primera mano cuánto de lo que yo le había contado era cierto y cuánto era una vía, como la del propio tren, para que los caminos de ambos se encontraran.

Así que tenía que simplificarle mucho las cosas. Explicarle lo mejor que tenía ella y a qué cosas debía adaptarse pronto para que aquella potencial relación partiera de una buena base. Sin sorpresas ni confusiones. La información previa era primordial, pero tampoco debía excederme, porque estropearía lo increíble que yo sabía que era descubrir el resto de cosas por sí mismo. De hecho, eso es lo mejor que ella tiene. Yo ya sabía que nunca dejaría de sorprenderle, y probablemente, que nunca dejaría de enamorarse de ella.

Mientras dibujaba a lápiz en un papel, y a través de las preguntas obvias de alguien que necesita saber, le expliqué en aquel tren camino al centro de Londres cómo era aquella chica, de la que él ya sabía que yo ya me había enamorado hace tiempo.

¿Qué es la NFL?

Es simple y llanamente la liga más grande del planeta. Como lo oyes. No sólo por sus ingresos (mucho mayores que los de cualquier liga de fútbol europeo) y su atracción magnética a casi todo el público estadounidense, sino porque no deja de crecer en el resto del mundo. Además, está organizada para que los equipos fluctúen de año en año de tal manera que sólo repiten la mitad de los que juegan playoff el año anterior. Ni te cuento el equipo campeón. ¿Cómo lo consiguen? Con un sistema que limita el dinero que se pueden gastar pagando a los jugadores, y que impide a un mismo equipo acumular megaestrellas como cromos. Y con otro sistema que asigna a los peores equipos del año anterior la opción de elegir a los mejores jóvenes que ascienden desde la universidad (con un draft muy similar al de la NBA).

Y todo ello, con una temporada regular de tan sólo 17 partidos y unos playoff en los que el equipo que más juega disputaría otros 4 partidos. El último, la gran final, ya sabes que se llama Superbowl. Prefiero que le pongas tú el artículo delante.

Pero el juego es muy complicado, no lo entiendo.

Es mucho más sencillo de lo que crees. Con lo que voy a explicarte ahora, seguir el partido te resultará fácil. Al igual que por ejemplo en baloncesto, se trata de 2 equipos enfrentados luchando por anotar cuando tienen la posesión de un balón (u ovoide, que es su forma). Lo conseguirán llevándolo hasta la zona de anotación o endzone. El otro equipo, la defensa, obviamente luchará por evitarlo.

El juego se inicia con una patada de uno de los equipos que entrega la posesión al que será el ataque. Este tendrá 4 intentos (o downs) para avanzar 10 yardas. Si lo consigue, mantendrá la posesión y la cuenta se reiniciará, volviendo a tener primer down y otras 10 yardas por avanzar. Podrás saber fácilmente en cada momento en qué parte están del emparrillado (así se llama al terreno de juego), por las líneas que lo cruzan de banda a banda, ya que las 100 yardas que lo componen están numeradas de 10 en 10. También hay en la banda 2 marcas naranjas encadenadas entre sí a 10 yardas de distancia para que identifiques tanto la línea de inicio del juego en el 1er down como la línea objetivo que reinicia la cuenta para conseguir otro primer down. En la televisión, verás estas líneas sobreimpresionadas para que sea aún más fácil identificar lo que necesita el ataque para seguir avanzando.     

¿Pero de qué manera pueden avanzar?

Pueden hacerlo pasando el balón o corriendo con él. Si es mediante pase, sólo pueden darlo hacia delante una vez, y siempre detrás de la línea donde empiezan cada jugada (línea de golpeo o de scrimmage). El receptor del pase debe tener o poner (si recibe en el aire) los dos pies dentro del campo para que la recepción se válida. Las líneas blancas del perímetro son fuera. Y si el intento de progresar es mediante carrera, el ataque ganará las yardas que el portador del balón sea capaz de avanzar hasta que le derriben o salga por la banda.

¿Quién hace los pases y quién los puede coger?

Cada equipo forma con 11 jugadores. Ataque y defensa. Los que atacan muy rara vez defienden, así que hay 22 titulares en cada equipo. El ataque suele alinear 5 jugadores más grandes junto al balón, la línea ofensiva u offensive line (OL). Ellos se encargan de proteger al mariscal de campo o quarterback (QB) Este, es el encargado de pasar el balón a los receptores abiertos o wide receivers (WR), o de entregarle el balón en la mano al corredor o running back (RB) para que corra y avance con él. Aunque hoy día estas posiciones ya hacen ambas cosas. Incluso la última de ellas, el ala cerrada o tight end (TE), que es un jugador más grande que un receptor pero menos que un línea ofensivo, puede bloquear junto a ellos, salir a recibir o correr con el balón.

Por su parte la defensa suele organizarse en 3 líneas o unidades. La línea defensiva o defensive line (DL), que forma al inicio de cada jugada frente a la línea ofensiva del ataque, para detener al corredor con balón o para llegar al quarterback antes de que lance. La secundaria, que son los que forman frente a los receptores más abiertos a los lados y/o se quedan más retrasados y más cerca de su propia zona de anotación, para defender los pases más profundos. Y los apoyadores o linebackers (LB), que juegan entre las otras 2 unidades ayudando en las tareas de ambas.    

¿Y cómo consiguen puntos en el marcador?

Si la recepción de un pase introduce el balón dentro de los límites de la zona de anotación, se consigue un touchdown, que son 6 puntos. Si el corredor con balón introduce éste en la zona de anotación antes de ser derribado, también es touchdown. Basta con que el balón rompa el plano vertical de la línea blanca de la zona de anotación, aunque el jugador quede fuera.Foto pies receptor o RB metiendo balón en endzone

Además, conseguir un touchdown te da la posibilidad de, o bien lanzar una patada desde la yarda 33 para conseguir un punto extra, si la introduces entre los palos que hay en cada extremo del emparrillado, o bien jugar un down adicional desde la yarda 2 para conseguir 2 puntos extra, si consigues volver a introducirlo en la zona de anotación.

Hay muchas ocasiones durante el partido en las que el 4º down se vuelve arriesgado por cuanto que la distancia por avanzar son muchas yardas para un pase o una carrera, (porque de no conseguir el avance necesario implicaría perder la posesión en ese punto del campo), pero no para una patada a los palos. Esa patada, llamada gol de campo o field goal otorga 3 puntos al ataque si la convierte. En caso de que esa situación de 4º down complejo se dé a una distancia más lejana, desde la que no es posible anotar entre los palos pateando, lo ideal es un despeje o punt, para entregar la posesión al equipo rival lo más alejado posible de la zona de anotación.   

Estas son las formas más frecuentes en que verás anotar a los equipos, pero hay alguna más. Derribar a un jugador del equipo atacante dentro de su propia zona de anotación (conseguir lo que se llama un safety) son 2 puntos, y te permite además recuperar la posesión del balón. Y robar el balón mientras el ataque lo pasa por el aire o lo pierde porque se le cae de las manos te permite anotar un touchdown en esa misma jugada si lo llevas hasta la endzone contraria (6 puntos). Después tendrás las opciones de anotar 1 ó 2 puntos extra, los cuales te he explicado antes. Pero no dediques mucho tiempo a esto porque es menos habitual.

¡El árbitro ha lanzado un pañuelo!

En la NFL los 7 árbitros que hay en cada partido no usan el silbato para señalar las faltas o infracciones del reglamento, lanzan un pañuelo amarillo (y la gorra si ven varias), para dejar constancia de que han visto una posible infracción. El silbato sólo para el juego. Después, con la jugada finalizada, valorarán si aplicar la sanción o no en función del resultado de esta. Si la jugada beneficia al equipo no infractor, aplicarán la sanción o preguntarán al entrenador de ese equipo por si prefiere quedarse con el resultado de la jugada. Si la jugada resultó un beneficio menor que el de aplicar la sanción, los árbitros la llevarán a cabo.

Hay muchos tipos de sanciones, pero podemos simplificarlas en 3 tipos:

Con el balón parado: generalmente se producen porque algún jugador de los que forman junto al balón en la línea de golpeo o de scrimmage se mueve antes de tiempo o invade la zona neutral. También por perder tiempo o por tener más jugadores de los permitidos dentro del campo.

Se penalizan todas con 5 yardas, y moverán el reinicio del juego a favor de un equipo u otro en función de si la comete el ataque o la defensa.  Infracción de la zona neutral o Neutral zone infraction, invasión o encroachment y fuera de juego u offside son sanciones a la defensa. Salida falsa o false start y retraso en el juego o delay of game son sanciones al ataque. Es curioso el nombre de la sanción que se aplica por tener más jugadores de los permitidos en el campo (ataque o defensa), too many men on field.

Con el balón en movimiento (durante la jugada): son principalmente por agarrar o golpear de forma no permitida por el reglamento.

Estas son las que más vas a ver durante los partidos:

Holding: es un agarre no permitido pero sin riesgo para el jugador agarrado. Se penaliza con 5 yardas de sanción si lo comete el ataque y con 10 yardas si lo comete la defensa.

Interferencia o pass interferience: ni receptor ni defensor tienen permitido sacar ventaja de agarrar, empujar o golpear al otro antes del momento justo de la recepción. Si lo hace el atacante, se penaliza con 15 yardas. Pero si lo hace el defensor, se penaliza con la distancia mayor de entre las 15 yardas o el punto de la falta.

La falta personal o personal foul: es una jugada por agarre o golpeo que pone en riesgo la integridad del jugador que la sufre. Hay de varios tipos, y todas ellas se penalizan con al menos 15 yardas.

Violencia innecesaria o unnecessary roughness: que es un golpe fuerte no permitido. Horse collar: agarrar de la coraza de otro jugador por la parte del cuello. Face mask, agarrar de la rejilla del casco que protege la cara. Roughing the passer o roughing the kikcker, golpear al pasador o pateador del balón de manera no permitida. La falta personal también puede darse a balón parado, pero es mucho menos frecuente.

Verás también a los árbitros tirar su pañuelo azul, pero sólo para marcar un punto concreto del campo a tener en cuenta si pasa algo después. Y a los entrenadores tirar un pañuelo rojo para desafiar a los árbitros en alguna de sus decisiones, por no estar de acuerdo. Podrán hacerlo hasta un máximo de 3 ocasiones o challenges, pero si perdura la decisión tomada por los árbitros, el equipo del entrenador que desafía perderá 1 de los 3 tiempos muertos que tiene en cada parte.

Con esto, ya estás listo para tu primera cita con ella. Disfruta, porque aunque lo pueda parecer, no es violenta. No le gustan los golpes sucios ni las actitudes de menosprecio al contrario. Es intensa pero noble. Y no tengas prisa por saber qué es lo que más te gusta de ella, ni te apresures a buscar equipo. Con el tiempo, mientras disfrutas sin la presión de la derrota ni la necesidad de la victoria, tu equipo te elegirá a ti. Algo increíble que nunca imaginaste te enganchará inevitablemente a él. Para siempre. Después vivirás la pasión de competir durante los 4 cuartos de 15 minutos de cada partido para ver si este logra el campeonato. Y lejos de hacerse largo, disfrutarás de cada encuentro deseando que no termine. Y hasta lo harás también viendo cómo juega el resto.

Aprenderás con el tiempo que la táctica, la intensidad, la ejecución y la toma de decisiones hacen de ella algo muy especial. Ella no se parece a nada que conozcas. Así que no intentes imaginar cómo es en lo que queda de trayecto de tren hasta Tottenham Ale, porque no puedes. Déjate llevar y disfruta de tu primera cita. Poco a poco llegarán más. Domingo a domingo, antes de que te des cuenta, la NFL se habrá convertido en el amor de tu vida. Y no querrás separarte de ella, porque tampoco podrás hacerlo.

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Hay un elefante en tu habitación

Publicado por MundoNFL.

Seguro que recuerdas haberte visto envuelto en una situación incómoda por encontrarte con alguien que no querías ni esperabas ver, en una reunión o una fiesta. Una situación en la que los allí inesperadamente presentes teníais un asunto común que conocíais pero no os atrevíais a comentar. Te quieres ir, pero no puedes. Y hablar del tema tampoco es una opción. Sería violento y algo saltaría por los aires. Poco a poco la bola se va haciendo más grande, el nerviosismo aumenta, y el aire empieza a faltar. Tu espacio vital se va reduciendo mientras ves acercarse el momento en el que ya no podrás más y te marcharás de allí sin importante las consecuencias de no haberlo afrontado en su momento.

En la NFL, la incomodidad y la preocupación son monedas de cambio común. Lesiones, bajones de rendimiento, derrotas, … forman parte de la cotidianidad de la liga, pero cada año tenemos equipos inmersos en situaciones menos frecuentes que les irán ahogando poco a poco hasta que tengan que salir corriendo de ellas. Todo sería más sencillo si se plantearan con honestidad desde el primer momento la pregunta adecuada, para darle respuesta y solución lo antes posible.

Estos son para mí el ‘elefante en la habitación’ de algunos de los equipos de la liga, así como la pregunta que deben estar haciéndose esta temporada de cara a la próxima offseason. De responder correctamente a su disyuntiva interna depende gran parte de su futuro como organización.

¿Debe ser este el último año de Kyler Murray en Arizona?

El QB elegido en el pick #1 del draft de 2019 firmó un contrato la pasada offseason con garantías inmensas. De ellas, aproximadamente $69M se los van a pagar los Cardinals sí o sí  entre 2022 y 2023. El elefante en su habitación son los casi $90M adicionales que se aseguran automáticamente en el contrato de Murray en caso de lesión, si éste no superara el examen médico del próximo mes de marzo.

Jonathan Gannon, entrenador del equipo, ha dicho que cuenta con Murray para el segundo tramo de temporada, cuando ya debería estar recuperado de su lesión del ligamento cruzado anterior (ACL), pero no será hasta entonces cuando se encuentren realmente ante el problema. Las alternativas no son sencillas: hacerle jugar para ver si merece la pena apostar su proyecto y su gran oportunidad con el QB que eligió otro, o sentarle toda la temporada para buscar un traspaso. Traspaso que difícilmente será lucrativo, por los $35M en salario garantizado que tendrá en 2024, añadidos a las ya citadas garantías ante lesión que heredará el equipo comprador. Cicatriz aparte. Porque cortarle, juegue o no a final de temporada, no parece una opción por los $80M de dinero muerto que supondrían. Los Cardinals no tendrán tanto dinero disponible en el cap del año próximo. Demasiada ingeniería financiera para tapar ese desastre.

Por si todo este quebradero de cabeza fuera poco, el elefante se irá haciendo más grande con cada derrota de los Cardinals y de los Texans, cuyo pick de primera ronda de 2024 consiguieron en el pasado draft. Si ambas elecciones son altas, se les abriría la posibilidad de acceder a cualquiera de los QB top de la próxima hornada, Caleb Williams incluido. Me niego a pensar que un HC novato en la NFL se preste a minimizar la importancia de ganar partidos de cara a su reputación, pero si cuando llegue el momento de poder hacer jugar a Murray, Texans y Cardinals tienen ya su temporada perdida, quizá sea la hora de dejar que otro de sus QB termine la temporada.

¿Cuándo decidirá la familia Jones qué hará con Prescott?

Aunque parece que las ventanas se han abierto tras el destrozo a los Giants en la semana 1 dejando entrar aire fresco, los Cowboys tendrán que enfrentarse al gran dilema de continuar o no con Dak Prescott cuando llegue febrero, o incluso antes. Tras 7 temporadas en el equipo, éste nunca ha superado la barrera de los divisionales, y el año que viene, en su último año de contrato, impactará casi $60M en el cap del equipo. Para entonces, Micah Parsons será ya merecedor de una extensión, Ceedee Lamb jugará con su etiqueta de 5º año de casi $18M, y quizá Tony Pollard con un segundo franchise tag. Y nada de todo esto va a salir barato. Eso obligará a Dallas a reestructurar el contrato del QB y aumentar su compromiso con él a largo plazo, o abrirle la puerta para que entre otro.

Y ahí es donde la cosa se les termina de complicar a los Cowboys. Jerry Jones ha dicho recientemente que “esperamos que Dak esté con nosotros por mucho tiempo”, pero a su vez tendrá que tomar una difícil decisión con su reciente adquisición, Trey Lance. A final de esta temporada debe aplicarle o no la etiqueta de 5º año, por unos $23M. Lo cual ya sería demasiado dinero para una misma factura posicional en la que no hay saldo para dos machos alfa.

Nadie quiere hablar del tema en Dallas, pero si Dak no supera este año la ronda de divisionales, es muy probable que sea el elefante que primero salga por la puerta de la habitación. Y no descartaría que si para el tramo final de temporada la cosa fuera especialmente mal, decidan sacar a Trey Lance al ruedo, para decidir si empezar a pagarle y convertirle en el siguiente en tomar las riendas del equipo de América.

¿Hasta cuándo merece la pena?

El último elefante en realidad son tres. O más bien el mismo pero en diferente momento de su etapa evolutiva. Se trata del quarterback al que has pagado ya demasiado tiempo, al que te vas a arrepentir de pagar y al que te vas a plantear muy mucho si vas a hacerlo, porque su contrato dice que ya toca empezar a hablar de dinero importante. Las etapas se concatenan a medida que vas firmando cada vez cheques más grandes, hasta que la bola te aplasta, porque en ninguna parte del proceso el jugador está a la altura de la confianza y el coste depositado en él. Estoy seguro de que tienes tus candidatos para cada perfil, y hasta quizá hayas adivinado los míos: Kirk Cousins, Daniel Jones y Justin Fields. Calma, que nadie se enfade, quiero explicarme.Kirk Cousins ya ha tenido varios contratos en Minnesota (todos garantizados) para demostrar de qué pasta estaba hecho y hasta donde podía llevar al equipo. Pero tras la decepción del año pasado en wildcards frente a Giants, y con un nuevo régimen en el edificio, hay mucho de qué hablar, empezando por replantearse dónde van a poner el dinero a partir del año que viene. Cousins acaba tras esta temporada su tercer gran contrato con los Vikings, y estos, tendrán que afrontar más pronto que tarde la extensión de Justin Jefferson, que al igual que a Ceedee Lamb, no le entusiasma la idea de jugar el año que viene con la etiqueta de 5º año. Del saldo remanente de ese gran pago, una parte importante tendrá que ir a construir la defensa. Defensa que comenzaron destruir antaño cuando empezaron a pagar a Kirk. Esto casi les obliga a plantearse jugar en 2024 con un QB más barato, quizá rookie. Algo que podría tener sentido si la construcción del resto del ataque se termina de afianzar durante esta temporada. Apostar una nueva gerencia y un nuevo proyecto a la misma carta, por cuarta vez, no parece lo ideal. Aún con todo ello, los $28.5M que dejaría Kirk Cousins en dinero muerto por sus void years, reducen aún más oxígeno de los Vikings, en una habitación que ya no puede haberse quedado más pequeña tras las derrotas de Tampa y Philadelphia.

Por su parte Daniel Jones preocupa. Y mucho. Su desempeño contra Dallas la semana pasada dejó mucho que desear. Su falta de visión y de recursos durante el partido hacen dudar de en qué punto de su desarrollo está, y sobre todo, al ritmo que va a ir creciendo en el futuro. Si la factura va a ser la misma que la de Kirk Cousins, los Giants deberían plantearse muy mucho usar la puerta que dejaron abierta en su contrato para traspasarlo después de la primera temporada. Eso les dejaría $33.3M de dinero muerto y traspasaría $35.5M de salario garantizado al equipo que lo comprara. El hándicap aquí es que si Jones hace una temporada lo suficientemente mala como para que Joe Schoen y Brian Daboll quieran apretar el gatillo, será difícil que alguien lo reclame para el intercambio, por idéntica razón. Pero la temporada se les va a hacer muy larga y el elefante enorme si el jugador no demuestra rápido que lo de la semana 1 frente a Cowboys fue sólo un cortocircuito pasajero. Lo cual no será sencillo viendo que en la semana 3 los Giants van a San Francisco, en la 5 a Buffalo y en la 6 a Miami. Elefantes gigantes.

El que seguro que no esperabais en esta habitación tan calurosa y mal ventilada es a  Justin Fields. Pero al igual que sus predecesores, juega para entrenadores que no le eligieron en el draft, la gerencia de la franquicia ha cambiado hace poco y le están poniendo a su alrededor todas las herramientas habidas y por haber. El problema es que al igual que a sus predecesores, podrían faltarle un verdadero gurú que lo guíe en el camino o simplemente talento para mejorar.

En su tercer año en la liga, teniendo que decidir allá por el mes de mayo si aplicarle o no la etiqueta de 5º año ($23M), los Chicago Bears van a ir viendo crecer a su elefante, y tendrán que decidir si Justin es su chico o arriesgarse a una negociación sin etiqueta de 5º año como la que llevó a Nueva York a sobre pagar a Daniel Jones.

Puede que crean que necesitan tener un poco más de información, una última prueba, un último intento, o simplemente al momento financiero oportuno. Pero cada semana, cada derrota, el nudo en la garganta se hace más grande, y el aire más irrespirable. El coste de continuar equivocándose por no afrontar el asunto de forma honesta va mucho más allá de los números del propio jugador. Contratos y años de compañeros élite malgastados, proyectos desperdiciados, y la ilusión de una fanbase hecha añicos. No hay mayor coste en la NFL que el de una mala inversión en un QB durante más tiempo del necesario. Generalmente, si necesitas más información, si no lo tienes claro tras los 3 primeros años, si necesitas darle otra oportunidad, o si crees que necesitas más jugadores de talento a su alrededor, es que ya estás dentro de la habitación. Sentado frente a tu elefante, y desperdiciando mucho más que dinero.

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Previa NY Giants 2021: Jugando con fuego

Todos los que hemos pasado por la universidad hemos tenido asignaturas que no nos motivaron. Por el horario, el profesor o la materia que se impartía, yo rehusé ir a clase y preferí centrarme en otras materias o quehaceres más ociosos que consideré más importantes en aquel momento. Cuando llegaron aquellos exámenes, obviamente tuve que tirar de apuntes ajenos y de las últimas horas previas para estudiar, porque aún siendo consciente de la precariedad de mis decisiones hasta el momento del examen, estaba convencido de que los aprobaría.

Ese exceso de confianza ha sido también la seña de identidad del general manager de los New York Giants, Dave Gettleman, durante las 4 offseasons que lleva en el cargo, las cuales se resumen en un balance global de 15-33 en 3 temporadas completas. Él aún no ha aprobado ninguno de sus exámenes, todos ellos con dobles dígitos en derrotas. Aunque ha pasado mucho tiempo desde aquellos “errores de cálculo” de 2018, como los calificó el propietario de la franquicia, John Mara, en la rueda de prensa en la que pasó revista del equipo de 2021, sigue sin estar claro a día de hoy con qué apuntes se está presentando Gettleman a su examen más importante hasta el momento.

La pasada agencia libre de los Giants ha sido un descarado intento por abrir una ventana de oportunidad de al menos 2 años. Quizá por tratarse de su segundo proyecto del general manager, y porque este se apoya en dos nombres impuestos o recomendados (llámalo como quieras) por el propietario, John Mara. Tanto Joe Judge (HC) como Jason Garret (OC) son apuestas personales del jefe, que se ha cansado de perder y ha pisado el acelerador para acortar los plazos hacia el éxito.

Apuestas arriesgadas en agencia libre

En una temporada en que el cap descendió por la sacudida del covid a la NFL y al resto del mundo, Gettleman se ha dado el capricho de firmar a la más grande de ese tipo de apuestas que lleva su firma inconfundible. Esa que quiere rescatar picks altos de draft que fracasaron en sus equipos. Leonard Williams(DE), después de ser etiquetado con el franchise tag en 2020, acaba de conseguir un contrato de promedio anual de $21M, casi a la altura del de Aaron Donald y Khalil Mack.

Para hacerlo posible, Gettleman dejó marchar a Dalvin Tomlinson (DT) y a Kevin Zeitler (G). Algo así como cuando yo dormía durante la clase desmotivante mi fiesta del día anterior. Cuando no vas a clase para darte un capricho eres plenamente consciente de que estás tentando a la suerte. Como cuando renuevas a jugadores que sólo han hecho una buena temporada por el hecho de que lo has traído tú. O cuando fichas jugadores con un importante historial de lesiones a golpe de talonario en la agencia libre. “Los chicos lesionados se lesionan”, llegó a decir Gettleman en una comparecencia ante la prensa no mucho antes de firmar a Kenny Golladay (WR), Adoree Jackson (CB) y Kyle Rudolph (TE), quienes apenas han entrenado juego 11 contra 11 durante la pretemporada. Si bien es cierto que esas incorporaciones deberían ayudar mucho al equipo a ambos lados del balón, su aportación sigue siendo una incógnita a día de hoy. Aunque parece que los tres estarán disponibles para Joe Judge en el partido de esta noche frente a los Broncos.

Kenny Golladay en el trainning camp de los NY Giants. Foto: Newsday.

Si el fichaje de los chicos lesionados parece arriesgado incluso con el beneplácito del médico, los movimientos del draft no lo fueron menos, ya que por primera vez en su carrera, Dave Gettleman traspasó un pick para bajar en el draft. Algo que podría haber sido muy positivo de no ser porque se supone que está en una temporada decisiva, en la que ha firmado tantos contratos y reestructuraciones importantes, y en la que tendrá que decidir qué hacer con Saquon Barkley (RB) y quizá con Daniel Jones (QB), en sus respectivas renovaciones. La primera de ellas, al parecer ya está en camino. El botín que hayas conseguido a cambio de diferir el valor de tu pick más importante a la próxima temporada, cuando aún tienes agujeros grandes que tapar en tu plantilla, realmente no importa, porque será más un parche ante el fracaso que un refuerzo para el éxito. No parece un movimiento inteligente, más bien temerario. Kadarius Toney será el sexto receptor en el equipo, y está muy por ver que Jason Garret tenga en su libro de jugadas la fórmula mágica para hacer de él un jugador de impacto inmediato en la liga. Además, su posición ya está cubierta (al menos este año) por Shepard (WR), por muy diferentes que puedan parecer como jugadores.

Asignaturas pendientes

Todo ello, junto con las recientes declaraciones de John Mara en las que afirmó que «no hacer playoff no sería un fracaso», hacen pensar que los Big Blue no tienen prisa porque lleguen los resultados y la apuesta es más por 2022 que por 2021, o al menos por el segundo tramo de esta temporada. Este año debe ser sí o sí, un año de crecimiento y de una mejora notable del equipo. Tanto en juego como en resultados de forma tangible en victorias. La afición no perdonará otro año de 5 ó 6 partidos ganados, y menos aún después del dispendio en contratos durante la offseason. Se exigirá mínimo un balance positivo y estar peleando la división hasta el último día, si no ganarla.

El problema para aprobar ese examen de final de temporada, es que Gettleman y sus Giants siguen sin disponer de dos partes importantes de la materia a evaluar: la línea ofensiva y los linebackers exteriores. El exceso de confianza le llevó a Gettleman a dar por hecho que los 3 picks que invirtió en el draft del año pasado (Andrew Thomas (LT), Matt Peart (RT) y Shane Lemieux(LG) afianzarían la línea ofensiva gracias al trabajo del cuerpo de entrenadores, la gran apuesta de Judge el día de su presentación. Y ese exceso de confianza le ha vuelto a jugar una mala pasada en el último draft, cuando por partida doble otros equipos se le adelantaron para elegir a los dos líneas ofensivos que le interesaban (reconocido por el propio Gettleman). Ello unido a la retirada imprevista de Joe Looney (C) y Zach Fulton (RG) por la paliza de pretemporada de Joe Judge, ha dejado a la unidad en cuadro, hasta tal punto que Nate Solder (RT) apunta a titular esta noche porque Matt Peart (RT) es incapaz de mejorar el rendimiento del veterano, el cual fue lastimoso en el último partido de temporada frente a los Patriots, todo sea dicho. Así que Gettleman ha tenido que buscar profundidad en la unidad entre los suplentes de otros equipos ya que entre los descartes previos a la temporada no había nada decente. Por ello, más que la validez y la permanencia de Daniel Jones (QB) en el equipo y en la liga, lo que está en juego es su propia salud. Jason Garret deberá evolucionar 20 años su playbook de vieja escuela que tanto desesperó a los fans de Giants para que su quarterback pueda jugar con un mínimo de garantías, y para que podamos juzgar al quarterback de una vez por todas.

Foto: Jamie Sabau/Getty Images

Y por si los hog mollies del ataque no fueran incertidumbre suficiente para Gettleman, otra de sus grandes apuestas en los drafts sigue sin esclarecerse, la de los edges. Las lesiones y las plantillas incompletas a lo largo de sus 3 primeros años como gerente han dado al traste con sus recurrentes picks de linebackers de presión. Los Giants volverán a apostar por el desarrollo de Lorenzo Carter (OLB, draft 2018), Oshane Ximines (OLB, draft 2019), Carter Coughlin (OLB, draft 2020), que no han hecho una temporada completa y siguen sin dar el paso que se espera de ellos. Confianza que tampoco debe ser muy grande puesto que Gettleman drafteó otro edge más con la segunda ronda de este año, Azeez Ojulari (OLB, draft 2021). Si bien con la incorporación de Adoree Jackson (CB), Aaron Robinson (DB) y Rodarius Williams (CB), la secundaria está más que afianzada y apunta a ser élite, el cuerpo de linebackers es la incógnita que el equipo debe resolver para poder estar en el top #10 de defensas de la liga, donde tiene su potencial, ya que fue la 12ª el año pasado.

NY progresará despacio, pero debe mejorar y mucho

En definitiva, los Giants y su general manager Dave Gettleman vuelven a estar a examen ante la afición, aunque no tanto ante su propietario, lo que hace pensar que la silla de Gettleman no peligra si la cosa no termina en descalabro. La que empezará a arder pronto es la del principal candidato a cabeza de turco si las cosas no van por su cauce, Jason Garret. Y no es injusto pensar que será de forma merecida ya que suya es la responsabilidad de un ataque que no ha funcionado y que fue el número 31 de la pasada temporada.

No hay que ser un visionario para intuir que los Giants tendrán un arranque lento, y que disfrutará de su verdadera pretemporada en los 4 partidos de septiembre (DEN, @WAS, ATL y @NO). Será complicado, pero deberá evolucionar en el tramo intermedio y final, cuando visitarán a algunos de los cocos de la liga (LAR, @KC, @TB, @MIA y @LAC) y tendrán 5 de los 6 partidos divisionales.

Pero si las cosas no empiezan a ajustarse para entonces, y el arranque del equipo vuelve a alcanzar las 6 derrotas en la segunda mitad de octubre, todos sabremos que Gettleman no hizo los deberes, y que fue incapaz de construir de una vez por todas la base de la plantilla a través del draft. Sabremos también que se equivocó de apuntes al pagar grandes contratos a jugadores cuya salud o rendimiento no se correspondieron con la inversión en ellos. Que dejó para última hora los fichajes de la línea ofensiva que debía permitir correr a Saquon y leer el campo a Daniel Jones, aplazando el valor del pick #11 en lugar de invertirlo en tapar algún agujero de esa unidad, que los tiene, vaya que si los tiene. Y aunque John Mara le permita presentarse al siguiente examen de septiembre para redimirse, la afición de los Giants y el resto de la NFL le pondrán un sonoro suspenso por haber jugado con fuego durante la toda la pasada offseason.