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Las fechas claves de la offseason NFL

Pasada la Superbowl, muchos piensan en el aparente vacío de 7 meses sin partidos, sin darse cuenta de que hace semanas que empezó otro proceso tan importante en la NFL como el que tiene lugar en los emparrillados. La offseason, que así llamamos a este período sin enfrentamientos, es una temporada en sí misma, con su propio calendario y con la misma importancia que lo que vendrá después. No se entiende una parte sin la otra, así como no se puede tener éxito en el emparrillado sin tenerlo en los despachos durante ese tiempo.

Este es el calendario que debes conocer y todo lo que está por pasar en los próximos meses:

20 de febrero: comienza el período para designar a los jugadores franquicia.

Cada equipo puede colocar sobre uno de sus jugadores una etiqueta o tag, que no es otra cosa que un contrato de un año para seguir en el mismo equipo. Los tipos y costes se definen en base a 3 parámetros: libertad o no del jugador para negociar con otros equipos, contrapartida si otro equipo se lleva al jugador y los contratos de los jugadores que juegan en la misma posición del jugador. De este modo, hay 3 tipos de etiqueta:

  • Transition tag: el jugador puede negociar con otros equipos. Si alguno de ellos le hace una oferta que el equipo actual no iguala, se lleva al jugador sin tener que dar contraprestación por él. El coste del transition tag es el promedio de los 10 salarios más altos del año anterior en la posición del jugador, o el 120% del salario del jugador del año anterior, lo que sea más alto.
  • Franchise tag sin derechos exclusivos: el jugador puede negociar con otros equipos. Si alguno de ellos le hace oferta que el equipo actual no iguala, se lleva al jugador pero debe pagar al equipo actual 2 primeras rondas. El coste de este franchise tag es el promedio de los 5 salarios más altos del año anterior en la posición del jugador, o el 120% del salario del jugador del año anterior, lo que sea más alto. Es el más frecuente y del que hablamos casi siempre.
  • Franchise tag con derechos exclusivos: el jugador no puede negociar con otros equipos. Sólo puede firmar este contrato o uno multianual con su equipo actual. El coste de este franchise tag es el promedio de los 5 salarios más altos de este año en la posición del jugador o el 120% del salario del jugador del año anterior, lo que sea más alto.

Este tipo de tag se coloca por 4 razones (de más a menos frecuente):

  • Ampliar el periodo para firmar con él un contrato multianual.
  • Retener al jugador por un año, generalmente para seguir testándolo.
  • Retener los derechos del jugador a fin de traspasarle y obtener algo a cambio.
  • Ganar tiempo para buscar alternativas al jugador en agencia libre y/o draft.

El contrato del tag es siempre por un año y por la cantidad correspondiente a cada tipo completamente garantizada a la firma, aunque se cobra en plazos como salario base. Esta cantidad se bloquea en el cap mientras la oferta esté vigente, ya que el tag se puede retirar. Si eso sucede, el cap se libera y el jugador se convierte automáticamente en agente libre sin restricciones, y puede negociar un contrato con cualquier equipo. El jugador sólo cobrará esa cantidad si firma el tag, algo que debe hacer anes de el martes posterior a la semana 10 de temporada regular.

Un jugador sobre el que se ha colocado el tag puede ser traspasado, pero siempre después de haber firmado este. No puede haber traspaso sin un contrato firmado.

Del 27 de febrero al 4 de marzo: NFL Scouting Combine (Indianápolis).

Este es un evento al que acuden los mejores jugadores universitarios que son elegibles en el próximo draft (que acuden bajo invitación) para ser evaluados por los equipos de la liga. Lo harán mediante pruebas físicas, médicas, psicológicas y entrevistas personales.

Otro factor a tener en cuenta es que es el primer momento donde se reúnen todas las franquicias y los representantes de jugadores. Así que podríamos decir que es también una especie de congreso donde se cierran acuerdos de todo tipo, o al menos, donde se inician la gran mayoría de conversaciones.

5 de marzo: fecha límite para etiquetar a los jugadores franquicia.

Teniendo en cuenta que el franchise tag se usa como alternativa a no encontrar un acuerdo para firmar un acuerdo multianual con uno de tus mejores jugadores, la fecha límite es clave. Solemos conocer a los jugadores que se designa con esta etiqueta en los días previos o incluso el mismo día de la fecha límite.

11-13 de marzo: período de negociación permitida con los futuros agentes libres.

Los jugadores que terminan contrato disponen de un período de 2 días para iniciar las negociaciones con sus pretendientes. Sólo los representantes de los jugadores pueden comunicarse con los equipos. Los jugadores no podrán comunicarse con personal de los equipos ni visitar sus instalaciones antes del inicio de la agencia libre. En el caso de los jugadores que se representan a sí mismos, sólo podrán hacerlo con los miembros de la gerencia de los equipos, y no podrán reunirse con nadie del staff de entrenadores.

Los equipos que no cumplan las normas y sean pillados negociando con representantes de jugadores antes de estas fechas, se enfrentan a duras sanciones que pueden implicar perdidas de picks del draft y elevadas multas económicas.

13 de marzo: inicio de la nueva temporada NFL (2024) y de la Agencia Libre.

Este día, a las 16:00 hora del este de Estados Unidos, expiran todos los contratos en último año. A su vez, finaliza el período de negociación permitida y todos los jugadores ya sin contrato, son libres de firmar contratos con sus nuevos equipos. En este momento tiene lugar el primer gran evento televisivo de la temporada, el Free Agency Frenzy, donde se anuncian los primeros fichajes de agentes libres durante varias horas. Este proceso de anuncio de nuevas contrataciones se extiende durante semanas, aunque con menos intensidad a medida que avanza.

1 y 15 de abril: inicio de los programas de entrenamiento.

Dependiendo de si los equipos han contratado un head coach esta temporada podrán empezar sus programas de entrenamiento dos semanas antes de los que conservan a su entrenador principal de la pasada campaña.

24 al 27 de marzo: reunión anual de la liga (Orlando, Florida).

Esta es la primera de las 3 veces al año que propietarios y general managers se reunirán para tratar asuntos prioritarios en la hoja de ruta de la liga. Se discuten y acuerdan entre otras cosas, la aceptación o no de propuestas de cambios en el reglamento para los partidos o para la propia competición. Los temas que no se acuerdan en esta reunión se suelen posponer para otra que tendrá lugar en mayo.

Mediados de abril: publicación del nuevo calendario.

Poco antes del draft, la NFL publica el orden definitivo de sus partidos en otro evento televisivo que se extiende durante horas.

CJ Stroud tras anunciarse su eleccion en el draft 2023. Foto: AP.

25 al 27 de abril: el draft (Detroit).  

Es el evento estrella de la offseason. En él, los 32 equipos de la liga elegirán a los 256 mejores jugadores del football universitario. Lo harán durante 3 días: el 25 de abril la 1ª ronda, el 26 de abril la 2ª y 3ª rondas, y el 27 de abril de la 4ª a la 7ª rondas.

Además de esos 224 elegidos en los picks naturales de cada equipo, se añadirán 32 elecciones compensatorias que se asignarán a los equipos que hayan perdido a los agentes libres más importantes. Por último, algunos equipos podrían ser agraciados con algún pick compensatorio si hubieran perdido a algún head coach o general manager mujer o de raza de minorías que hubiera sido fichado por otro equipo.

2 de mayo: fecha límite para ejercer la opción de 5º año.

Cada equipo tiene la posibilidad de ejercer la opción de extender un año más sobre el contrato rookie de todos aquellos jugadores que fueron elegidos en la 1ª ronda del draft de hace 3 años (2021), pero debe hacerlo antes de esta fecha. Si lo hace, añadirá una temporada más a la actual restante del contrato, la 4ª, y le pagará una cantidad garantizada por esa 5ª en base a los méritos o tiempo de juego obtenidos durante sus 3 primeros años.  

Mediados de julio: Inicio del training camp.

En pleno verano tienen lugar las sesiones de entrenamiento de pretemporada. El training camp es la más importante de todas las que son obligatorias para los jugadores.

3 de agosto: partido del Hall of Fame.

El primer partido de pretemporada tiene lugar durante el primer fin de semana de agosto en Canton, Ohio, sede del Salón de la fama de la NFL. En un fin de semana emotivo se rinde homenaje varios jugadores que pasarán a formar parte de él a la par que se disputa el primer partido de pretemporada.

Finales de agosto: reducción de plantillas a 53 jugadores.

Como durante toda la offseason se permiten plantillas de 90 jugadores a cada equipo. En los últimos días de agosto, tiene lugar el ajuste a lo que será el máximo de jugadores permitidos en roster durante la temporada. Progresivamente los equipos irán prescindiendo de los jugadores que no incluirán en esa lista definitiva, a la par que formarán su equipo de prácticas de 16 jugadores.

Como has podido ver, aunque no es el ritmo frenético de la temporada regular con partidos cada semana, no te vas a aburrir esta offseason. Todo lo contrario. Disfrútala.

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Articulos Fin de temporada Salary cap Traspasos

Espejito espejito, ¿puedo ser el mejor equipo?

No son pocas las veces que hemos visto entrar en la discoteca al clásico enamorado de sí mismo, encantado de conocerse, y que se cree el tipo más guapo del lugar cuando ni siquiera pasa de un cinco (dicho por ellas). En ocasiones, esa actitud positiva te hace parecer más guapo y esa autoconfianza te lleva a pequeñas victorias que recordarás durante algún tiempo. El problema viene cuando te pasas de frenada, cuando te crees George Clooney o Henry Cavill y no eres mucho más que un Adrien Brody pre Oscar. Ahí, lo normal es que a las 6 de la mañana tu fachada y tu mirada desencajada muestren tu enorme decepción, y que los que quedan aún en la discoteca te miren con cara de ‘¿y qué esperabas?’.

Pasada la semana 16, la NFL ha llegado a las 6 de la mañana, y los que no se han llevado ya a los playoffs a casa aún están coqueteando con ellos para conseguir su teléfono y ver si quedan en postemporada. Pero para el resto, el panorama es desolador y se está empezando a cebar con los que aún están deambulando por la barra o la pista de baile, completamente desnortados por no haber sabido mesurar sus expectativas. Haber sido capaz de sentarse frente al espejo y autoevaluarse de la forma correcta les habría hecho no malgastar innecesariamente la noche.

Los Broncos sentarán a Russell Wilson en las dos últimas semanas

El último en darse cuenta que las cosas no iban como debían han sido los Denver Broncos, que tras su derrota frente a los Patriots han dicho basta. Esto es especialmente significativo por cuanto que Denver aún tiene opciones de meterse en playoff, las cuales no son especialmente remotas. Ganando a Chargers y en Las Vegas necesita que Colts gane sus dos partidos (vs LV y vs HOU), Pittsburgh pierda los suyos (@SEA y @BAL) y que Titans gane a Jaguars en la última semana.

El asunto aquí es que los Broncos ya no se ven tan guapos con Wilson a los mandos del ataque tras probar con él durante casi una temporada completa, y la paciencia con los QB está sobrevalorada. “No puedo reemplazar a toda la línea ofensiva, ni traer cinco receptores, y si no hago cambios, otro ocupará mi lugar pronto”, dijo Sean Payton a los medios cuando explicó el porqué de la suplencia de Wilson. Pero son los números los que hacen más contundente esta decisión, que busca fundamentalmente evitar que se garanticen $41M de salarios futuros en caso de que se lesione en los partidos que quedan y que Wilson no pueda superar el examen físico en marzo.

La extensión de contrato que los anteriores propietarios le firmaron al ex de Seahawks (antes de la llegada de Payton), seguramente para encarecer el valor de la franquicia de cara a la venta, cae como una losa a la hora de construir el resto del equipo, el cual tiene aún muchos agujeros visibles. Las elecciones de draft que el equipo de Colorado dio en el traspaso tanto del QB como del HC sólo añaden más leña al fuego. Así que si por un lado, el cap de Wilson es razonable en 2023 y 2024, este superará los $50M anuales a partir de 2025, cuando Wilson tendrá ya 37 años. Es por eso que los Broncos le pidieron durante la semana de descanso al mariscal de campo que aplazara las garantías que tiene frente a lesión principalmente en 2024 ($41M en total). Con ellas, una posible lesión durante la próxima temporada les colocaría en la misma situación que están ahora pero con un año de desgaste del proyecto Peyton.

Denver ya se plantea el corte

Todo apunta ahora a un corte en marzo, el cual le obligará a Denver a asumir nada menos que $85M de dinero muerto, que podrán repartir en 2 años aplicando la designación ‘pos 1 de junio’. Esta les permite dividir en 2 años todo ese dinero, dejando intacto el cap previsto para 2024 ($35.4M) y aplazar $49.6M para el cap de 2025, el equivalente a las cantidades correspondientes a todos los bonos prorrateados a partir de ese año. Algo que probablemente harán, puesto que la ingeniería financiera necesaria para encajar esos $85M sólo en 2024 implicaría deshacerse de varios de los mejores jugadores de la plantilla, puesto que los Broncos estarían ya unos $19M sobre el cap del año que viene, que Overthecap estima en unos 242M para cada equipo.  

Si bien es cierto que ese corte no le sale barato a los de Mile High, una vez que has visto tu realidad en el espejo, es mejor retirarse a tiempo que esperar a ser aplastados por ella. Y parece que estarían en un buen momento para pasar página, en lo que a estrategia de construcción de plantilla se refiere. Situados actualmente en el pick #14 del próximo draft, parece viable que pudieran escalar hasta incluso el pick #10 en caso de perder los dos partidos en los que saldrán con Jarrett Stidham de titular, ya que además varios de los equipos que hoy elegirían justo antes de ellos juegan partidos directos entre sí. Es inevitable pensar que Sean Payton no quiere dejar pasar esta hornada de quarterbacks universitarios, viendo que la de 2025 parece que será más floja. Si el contrato de Wilson ya les ha retrasado un año, no elegir QB en este draft podría retrasarles otros dos.

Pero que nadie descarte un traspaso

La otra puerta de salida a esta situación, y a buen seguro la primera que van a intentar los Broncos, es el traspaso. A pesar de lo que pueda parecer, puede haber varios ganadores con esta opción. Los Broncos asumirían “sólo” $46M de dinero muerto y traspasarían al equipo comprador un contrato de $21.4M en 2024 y $41.4M en 2025, con sólo $25.8M garantizados. Cifras similares en conjunto a lo que acaba de firmar Geno Smith en Seattle. Un contrato más que asumible por un potencial equipo comprador que no quiera o no pueda arriesgarse con el draft, o que no haya podido conseguir a su chico en él. A cambio de un jugador que ha desempeñado bien este año. Si la venta de Carson Wentz, que ha sido uno de los traspasos de quarterback más reciente, le retornó a Philadelphia una 3ª ronda del mismo año y una 1ª ronda del siguiente, y posteriormente a los Colts dos 3ºs rondas y el valor de una 4ª, no descartaría una contrapartida similar a estas por un pasador que será de lo mejor disponible en el mercado y con una relación calidad-precio difícil de mejorar.   

Sea como fuere, e independiente de cómo vaya a ser el futuro de los Broncos y de Wilson, Sean Payton sabe que ha llegado desaliñado a las 6 de la madrugada. De igual manera sabe que 2024 será una resaca segura, pero ha preferido no apurar lo que le quedaba de una copa que probablemente ya le supo amarga desde el primer trago para que los porteros del garito no le echaran a patadas. Se ha mirado en el espejo que tenía frente a la barra, y ha visto con claridad que está muy lejos de ser el rey de la fiesta. Sigue sin ser Clooney o Cavill, pero probablemente ahora, tras el movimiento con Russell Wilson, tiene una oportunidad de ligar como ellos algún día, aunque todos en la discoteca sepamos que no será mañana.

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Tanking: el examen más difícil de la NFL

Recuerdo que hace mucho tiempo, cuando iba aún al colegio, en esa etapa de mi vida en la que todavía regateaba el esfuerzo intentando optimizar los resultados de este, idee un sistema en el que preparaba sólo la mitad de mis asignaturas durante la evaluación y dejaba la otra mitad para prepararlas semanas después. En esa segunda tanda, mis profesores hacían exámenes mucho más asequibles a cambio de suprimir sólo el sobresaliente de entre las notas a mi alcance.

Durante varios trimestres, este sistema me permitió sacar unas de las mejores notas de la clase minimizando mi inversión en esfuerzo y estrés. Pero mi idilio con la economía académica se terminó cuando una de mis profesoras se percató de mi jugada y decidió modificar sus reglas de puntuación para ponerme un miserable 5, pese a haberme asegurado de tener un examen para suspender. A partir de entonces tuve el foco sobre mi cabeza en cada examen, y entendí que jugar con el vacío legal de las normas podía servirme en la vida como un beneficio temporal, pero que difícilmente podría ser mi plan a largo plazo.  

Esa tentación que yo tuve de niño es más que probable que la tengan los equipos de la NFL cada año cuando ven que su temporada está completamente perdida. A partir de finales de noviembre, surgen siempre especulaciones acerca de la posibilidad de equipos que quieren tomar un atajo en la reconstrucción de su maltrecha plantilla. La posibilidad de buscar perder partidos a fin de conseguir un mejor pick en el siguiente draft, en ocasiones permite acceder a un talento generacional que podría invertir su tendencia perdedora. Es lo que se conoce comúnmente como tanking. Hay quien piensa que esa idea es sólo parte de las conversaciones entre aficionados o periodistas, aunque probablemente la tentación pase en algún momento del proceso por la cabeza de algunos managers y propietarios de la liga. Pero, ¿es el tanking una posibilidad real? ¿Merecería la pena en caso de que así fuera?

De forma semejante a mi colegio con los exámenes de recuperación, la NFL dispone de un sistema en el que los que peor rinden tienen la posibilidad de reengancharse al grupo gracias a un beneficio extra permitido. Los equipos peor clasificados tendrán preferencia para elegir antes a los jugadores jóvenes de la universidad al año siguiente. Podríamos decir que la propia competición alimenta de alguna manera la opción de premiar al que lo hace mal, aunque lo que busque realmente sea compensar a los equipos más débiles para intentar igualar la competencia. Pero a diferencia de mi colegio, la NFL dispone de reglamentos en los que, tanto la liga en su conjunto, como los equipos y jugadores individualmente, se comprometen a velar por la honorabilidad del juego y no ir en contra de la integridad de la liga. Huelga decir que jugar para perder supone el mayor de los ataques a esa política de conducta. Además, dispone también de varias comisiones de investigación para analizar si un jugador o un equipo actúa de forma contraria a ellas, y podría sancionar a cualquiera de estos con multas económicas importantes o inhabilitándoles temporalmente. Y a los equipos también con la pérdida de picks del draft. Poca gente sabe que todas esas sanciones económicas se donan a causas benéficas a través de la Fundación NFL y al apoyo a leyendas de la Liga en dificultades, a través de la Fundación de Atletas Profesionales. Por lo que queda descartado el afán recaudatorio que muchos presuponen aquí.

Con esta estructura de salvaguardia de su integridad por parte de la NFL, junto con la renegociación de contratos en base a los méritos conseguidos y las estadísticas, me cuesta ver la razón por la que jugadores, entrenadores o managers sin su puesto asegurado propondrían perder a cambio de un premio del que quizá no se beneficiarán en el futuro, ya que probablemente perderán su puesto por las derrotas. Imagino equipos cansados de perder durante años estar más cerca de caer en la tentación, pero hay que tener en cuenta que cada franquicia es un negocio dentro de otro negocio mas grande, la propia liga. Por ello, pretender sacar ventaja a título individual atenta directamente contra la misma empresa que cada propietario tiene junto con otros 31, y traicionar la confianza del resto parece un punto de no retorno en tu reputación, como lo es para jugadores, entrenadores y managers si son descubiertos. Además, sucumbir al tanking supone pérdidas monetarias aseguradas a corto plazo en busca de mayores ganancias (económicas y deportivas) a largo plazo, las cuales entiendo que deben compensar por toda la regulación y molestias que la liga se ha tomado para evitarlas.

Pero si el riesgo económico parece evidente con estadios vacíos y aficiones decepcionadas abandonando a su equipo, el deportivo me parece mayor aún, por cuanto que asumir que un pick alto te garantiza cambiar la tendencia perdedora del equipo es mucho asumir. Esperar que un joven de veintipocos años que acaba de salir de la universidad solucione todos tus problemas parece una opción cuanto menos arriesgada. Generalmente, cuando una franquicia está en las peores posiciones de la clasificación, es porque tiene hándicaps mayores que la falta de talento en sus jugadores, y seguir perdiendo partidos sólo los aumentará.

Soy un firme creyente de ganar siempre. De que eso ayudará a tus entrenadores a ganar crédito, y a muchos de tus jugadores a evolucionar y convertirse así en competentes para el equipo. Después, con una peor elección del draft sí, llegará el turno del general manager para hacer su parte del trabajo, y subir a por el quarterback soñado, si eso es realmente lo único que le falta al equipo. La historia ha sido más agradecida con aquellos que subieron desde la parte media o baja del draft para conseguir a su mariscal de campo. Son menos las veces que un pick natural de los más altos mutó por completo a una franquicia sin un cambio de régimen con nuevo manager y entrenador. Si discrepas conmigo, es porque tienes algún nombre en la cabeza. Pero a mí me vienen a la cabeza Mahomes y Allen, cuyos equipos ya jugaban playoff cuando subieron en el draft a por ellos desde los picks #21 y #27 respectivamente. Me viene a la mente el Wentz que guió a los Eagles hasta las puertas de playoffs en el año de su anillo, a por el que Howie Roseman subió desde el pick #13. Y me vienen a la cabeza otros muchos quarterbacks elegidos en rondas medias y bajas que cambiaron el sino de su franquicia porque esta no decidió buscar un atajo, sino un proceso más lógico, y a buen seguro más lento.

Pero la historia también sospecha de los Colts de 2011 a los que se les lesionó Peyton Manning, y que consiguieron a Andrew Luck con el #1 del draft a base de derrotas cuestionables. De los Browns del moneyball y el 0-16 en 2017, que consiguieron a Baker Mayfield también en el pick más alto. De los Dolphins de Brian Flores, que pese a las últimas victorias, fueron investigados y sancionados (aunque por tampering). Y a los que curiosamente les llegó Tua al pick #6, el jugador por el que les acusaban de dejarse llevar.

Y este camino nos lleva inexorablemente a los Eagles de Pederson y Roseman en 2020, con el rookie Jalen Hurts jugando en Washington en aquella última jornada. Quitaron el pie del acelerador cuando hicieron jugar a Nate Sudfeld en los últimos minutos para dejar fuera de playoff a su rival histórico, los Giants, en una temporada de 4 victorias. Aquello se llevó lo poco que quedaba de Pederson en Philadelphia, pero dejó un pick 3 puestos más alto, un #6 en lugar del #9 en caso de haber ganado. Con él, Roseman engendró multitud de picks adicionales a partir de un intercambio con Dolphins y mediante varios traspasos más, los cuales culminaron con una 1a ronda extra que sirvió para reclutar a Jalen Carter. Lo que entre otros muchos otros aciertos, llevó a los Eagles a otra Superbowl, en la que quizá el karma por aquella maniobra les privó del trofeo Lombardi.

Para mí es inevitable pensar que aquella artimaña ocasional, en una organización funcional y con la intención de incorporar a un nuevo entrenador, es el único resquicio que a la NFL le queda por tapar en una rumorología mucho más grande que lo que a buen seguro es la realidad. Y que mientras algunos equipos, desesperados por ganar, siguen viendo en su orden de elección la solución a sus problemas, (de la misma manera que yo especulé en mis exámenes de recuperación), otros seguirán dominando la liga entendiendo que el éxito es parte de un proceso, honesto con uno mismo y con el resto, a base de un conjunto de buenas decisiones y una cultura ganadora. Y que esa es la única manera de mantenerse estable en el sobresaliente de la liga más difícil de ganar que existe.

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Todo lo que necesitas para tu primera cita

Hace años le presenté a un gran amigo mío a una chica. Recuerdo que fue en un tren cuando empecé a hablarle de ella, desde el aeropuerto al centro de la ciudad. Aunque el trayecto era más largo, sabía que no tenía mucho más de 10 minutos de su atención para contarle cómo era realmente. Él sabía que la conocería personalmente al día siguiente. Allí comprobaría de primera mano cuánto de lo que yo le había contado era cierto y cuánto era una vía, como la del propio tren, para que los caminos de ambos se encontraran.

Así que tenía que simplificarle mucho las cosas. Explicarle lo mejor que tenía ella y a qué cosas debía adaptarse pronto para que aquella potencial relación partiera de una buena base. Sin sorpresas ni confusiones. La información previa era primordial, pero tampoco debía excederme, porque estropearía lo increíble que yo sabía que era descubrir el resto de cosas por sí mismo. De hecho, eso es lo mejor que ella tiene. Yo ya sabía que nunca dejaría de sorprenderle, y probablemente, que nunca dejaría de enamorarse de ella.

Mientras dibujaba a lápiz en un papel, y a través de las preguntas obvias de alguien que necesita saber, le expliqué en aquel tren camino al centro de Londres cómo era aquella chica, de la que él ya sabía que yo ya me había enamorado hace tiempo.

¿Qué es la NFL?

Es simple y llanamente la liga más grande del planeta. Como lo oyes. No sólo por sus ingresos (mucho mayores que los de cualquier liga de fútbol europeo) y su atracción magnética a casi todo el público estadounidense, sino porque no deja de crecer en el resto del mundo. Además, está organizada para que los equipos fluctúen de año en año de tal manera que sólo repiten la mitad de los que juegan playoff el año anterior. Ni te cuento el equipo campeón. ¿Cómo lo consiguen? Con un sistema que limita el dinero que se pueden gastar pagando a los jugadores, y que impide a un mismo equipo acumular megaestrellas como cromos. Y con otro sistema que asigna a los peores equipos del año anterior la opción de elegir a los mejores jóvenes que ascienden desde la universidad (con un draft muy similar al de la NBA).

Y todo ello, con una temporada regular de tan sólo 17 partidos y unos playoff en los que el equipo que más juega disputaría otros 4 partidos. El último, la gran final, ya sabes que se llama Superbowl. Prefiero que le pongas tú el artículo delante.

Pero el juego es muy complicado, no lo entiendo.

Es mucho más sencillo de lo que crees. Con lo que voy a explicarte ahora, seguir el partido te resultará fácil. Al igual que por ejemplo en baloncesto, se trata de 2 equipos enfrentados luchando por anotar cuando tienen la posesión de un balón (u ovoide, que es su forma). Lo conseguirán llevándolo hasta la zona de anotación o endzone. El otro equipo, la defensa, obviamente luchará por evitarlo.

El juego se inicia con una patada de uno de los equipos que entrega la posesión al que será el ataque. Este tendrá 4 intentos (o downs) para avanzar 10 yardas. Si lo consigue, mantendrá la posesión y la cuenta se reiniciará, volviendo a tener primer down y otras 10 yardas por avanzar. Podrás saber fácilmente en cada momento en qué parte están del emparrillado (así se llama al terreno de juego), por las líneas que lo cruzan de banda a banda, ya que las 100 yardas que lo componen están numeradas de 10 en 10. También hay en la banda 2 marcas naranjas encadenadas entre sí a 10 yardas de distancia para que identifiques tanto la línea de inicio del juego en el 1er down como la línea objetivo que reinicia la cuenta para conseguir otro primer down. En la televisión, verás estas líneas sobreimpresionadas para que sea aún más fácil identificar lo que necesita el ataque para seguir avanzando.     

¿Pero de qué manera pueden avanzar?

Pueden hacerlo pasando el balón o corriendo con él. Si es mediante pase, sólo pueden darlo hacia delante una vez, y siempre detrás de la línea donde empiezan cada jugada (línea de golpeo o de scrimmage). El receptor del pase debe tener o poner (si recibe en el aire) los dos pies dentro del campo para que la recepción se válida. Las líneas blancas del perímetro son fuera. Y si el intento de progresar es mediante carrera, el ataque ganará las yardas que el portador del balón sea capaz de avanzar hasta que le derriben o salga por la banda.

¿Quién hace los pases y quién los puede coger?

Cada equipo forma con 11 jugadores. Ataque y defensa. Los que atacan muy rara vez defienden, así que hay 22 titulares en cada equipo. El ataque suele alinear 5 jugadores más grandes junto al balón, la línea ofensiva u offensive line (OL). Ellos se encargan de proteger al mariscal de campo o quarterback (QB) Este, es el encargado de pasar el balón a los receptores abiertos o wide receivers (WR), o de entregarle el balón en la mano al corredor o running back (RB) para que corra y avance con él. Aunque hoy día estas posiciones ya hacen ambas cosas. Incluso la última de ellas, el ala cerrada o tight end (TE), que es un jugador más grande que un receptor pero menos que un línea ofensivo, puede bloquear junto a ellos, salir a recibir o correr con el balón.

Por su parte la defensa suele organizarse en 3 líneas o unidades. La línea defensiva o defensive line (DL), que forma al inicio de cada jugada frente a la línea ofensiva del ataque, para detener al corredor con balón o para llegar al quarterback antes de que lance. La secundaria, que son los que forman frente a los receptores más abiertos a los lados y/o se quedan más retrasados y más cerca de su propia zona de anotación, para defender los pases más profundos. Y los apoyadores o linebackers (LB), que juegan entre las otras 2 unidades ayudando en las tareas de ambas.    

¿Y cómo consiguen puntos en el marcador?

Si la recepción de un pase introduce el balón dentro de los límites de la zona de anotación, se consigue un touchdown, que son 6 puntos. Si el corredor con balón introduce éste en la zona de anotación antes de ser derribado, también es touchdown. Basta con que el balón rompa el plano vertical de la línea blanca de la zona de anotación, aunque el jugador quede fuera.Foto pies receptor o RB metiendo balón en endzone

Además, conseguir un touchdown te da la posibilidad de, o bien lanzar una patada desde la yarda 33 para conseguir un punto extra, si la introduces entre los palos que hay en cada extremo del emparrillado, o bien jugar un down adicional desde la yarda 2 para conseguir 2 puntos extra, si consigues volver a introducirlo en la zona de anotación.

Hay muchas ocasiones durante el partido en las que el 4º down se vuelve arriesgado por cuanto que la distancia por avanzar son muchas yardas para un pase o una carrera, (porque de no conseguir el avance necesario implicaría perder la posesión en ese punto del campo), pero no para una patada a los palos. Esa patada, llamada gol de campo o field goal otorga 3 puntos al ataque si la convierte. En caso de que esa situación de 4º down complejo se dé a una distancia más lejana, desde la que no es posible anotar entre los palos pateando, lo ideal es un despeje o punt, para entregar la posesión al equipo rival lo más alejado posible de la zona de anotación.   

Estas son las formas más frecuentes en que verás anotar a los equipos, pero hay alguna más. Derribar a un jugador del equipo atacante dentro de su propia zona de anotación (conseguir lo que se llama un safety) son 2 puntos, y te permite además recuperar la posesión del balón. Y robar el balón mientras el ataque lo pasa por el aire o lo pierde porque se le cae de las manos te permite anotar un touchdown en esa misma jugada si lo llevas hasta la endzone contraria (6 puntos). Después tendrás las opciones de anotar 1 ó 2 puntos extra, los cuales te he explicado antes. Pero no dediques mucho tiempo a esto porque es menos habitual.

¡El árbitro ha lanzado un pañuelo!

En la NFL los 7 árbitros que hay en cada partido no usan el silbato para señalar las faltas o infracciones del reglamento, lanzan un pañuelo amarillo (y la gorra si ven varias), para dejar constancia de que han visto una posible infracción. El silbato sólo para el juego. Después, con la jugada finalizada, valorarán si aplicar la sanción o no en función del resultado de esta. Si la jugada beneficia al equipo no infractor, aplicarán la sanción o preguntarán al entrenador de ese equipo por si prefiere quedarse con el resultado de la jugada. Si la jugada resultó un beneficio menor que el de aplicar la sanción, los árbitros la llevarán a cabo.

Hay muchos tipos de sanciones, pero podemos simplificarlas en 3 tipos:

Con el balón parado: generalmente se producen porque algún jugador de los que forman junto al balón en la línea de golpeo o de scrimmage se mueve antes de tiempo o invade la zona neutral. También por perder tiempo o por tener más jugadores de los permitidos dentro del campo.

Se penalizan todas con 5 yardas, y moverán el reinicio del juego a favor de un equipo u otro en función de si la comete el ataque o la defensa.  Infracción de la zona neutral o Neutral zone infraction, invasión o encroachment y fuera de juego u offside son sanciones a la defensa. Salida falsa o false start y retraso en el juego o delay of game son sanciones al ataque. Es curioso el nombre de la sanción que se aplica por tener más jugadores de los permitidos en el campo (ataque o defensa), too many men on field.

Con el balón en movimiento (durante la jugada): son principalmente por agarrar o golpear de forma no permitida por el reglamento.

Estas son las que más vas a ver durante los partidos:

Holding: es un agarre no permitido pero sin riesgo para el jugador agarrado. Se penaliza con 5 yardas de sanción si lo comete el ataque y con 10 yardas si lo comete la defensa.

Interferencia o pass interferience: ni receptor ni defensor tienen permitido sacar ventaja de agarrar, empujar o golpear al otro antes del momento justo de la recepción. Si lo hace el atacante, se penaliza con 15 yardas. Pero si lo hace el defensor, se penaliza con la distancia mayor de entre las 15 yardas o el punto de la falta.

La falta personal o personal foul: es una jugada por agarre o golpeo que pone en riesgo la integridad del jugador que la sufre. Hay de varios tipos, y todas ellas se penalizan con al menos 15 yardas.

Violencia innecesaria o unnecessary roughness: que es un golpe fuerte no permitido. Horse collar: agarrar de la coraza de otro jugador por la parte del cuello. Face mask, agarrar de la rejilla del casco que protege la cara. Roughing the passer o roughing the kikcker, golpear al pasador o pateador del balón de manera no permitida. La falta personal también puede darse a balón parado, pero es mucho menos frecuente.

Verás también a los árbitros tirar su pañuelo azul, pero sólo para marcar un punto concreto del campo a tener en cuenta si pasa algo después. Y a los entrenadores tirar un pañuelo rojo para desafiar a los árbitros en alguna de sus decisiones, por no estar de acuerdo. Podrán hacerlo hasta un máximo de 3 ocasiones o challenges, pero si perdura la decisión tomada por los árbitros, el equipo del entrenador que desafía perderá 1 de los 3 tiempos muertos que tiene en cada parte.

Con esto, ya estás listo para tu primera cita con ella. Disfruta, porque aunque lo pueda parecer, no es violenta. No le gustan los golpes sucios ni las actitudes de menosprecio al contrario. Es intensa pero noble. Y no tengas prisa por saber qué es lo que más te gusta de ella, ni te apresures a buscar equipo. Con el tiempo, mientras disfrutas sin la presión de la derrota ni la necesidad de la victoria, tu equipo te elegirá a ti. Algo increíble que nunca imaginaste te enganchará inevitablemente a él. Para siempre. Después vivirás la pasión de competir durante los 4 cuartos de 15 minutos de cada partido para ver si este logra el campeonato. Y lejos de hacerse largo, disfrutarás de cada encuentro deseando que no termine. Y hasta lo harás también viendo cómo juega el resto.

Aprenderás con el tiempo que la táctica, la intensidad, la ejecución y la toma de decisiones hacen de ella algo muy especial. Ella no se parece a nada que conozcas. Así que no intentes imaginar cómo es en lo que queda de trayecto de tren hasta Tottenham Ale, porque no puedes. Déjate llevar y disfruta de tu primera cita. Poco a poco llegarán más. Domingo a domingo, antes de que te des cuenta, la NFL se habrá convertido en el amor de tu vida. Y no querrás separarte de ella, porque tampoco podrás hacerlo.

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Articulos Temporada regular

Hay un elefante en tu habitación

Publicado por MundoNFL.

Seguro que recuerdas haberte visto envuelto en una situación incómoda por encontrarte con alguien que no querías ni esperabas ver, en una reunión o una fiesta. Una situación en la que los allí inesperadamente presentes teníais un asunto común que conocíais pero no os atrevíais a comentar. Te quieres ir, pero no puedes. Y hablar del tema tampoco es una opción. Sería violento y algo saltaría por los aires. Poco a poco la bola se va haciendo más grande, el nerviosismo aumenta, y el aire empieza a faltar. Tu espacio vital se va reduciendo mientras ves acercarse el momento en el que ya no podrás más y te marcharás de allí sin importante las consecuencias de no haberlo afrontado en su momento.

En la NFL, la incomodidad y la preocupación son monedas de cambio común. Lesiones, bajones de rendimiento, derrotas, … forman parte de la cotidianidad de la liga, pero cada año tenemos equipos inmersos en situaciones menos frecuentes que les irán ahogando poco a poco hasta que tengan que salir corriendo de ellas. Todo sería más sencillo si se plantearan con honestidad desde el primer momento la pregunta adecuada, para darle respuesta y solución lo antes posible.

Estos son para mí el ‘elefante en la habitación’ de algunos de los equipos de la liga, así como la pregunta que deben estar haciéndose esta temporada de cara a la próxima offseason. De responder correctamente a su disyuntiva interna depende gran parte de su futuro como organización.

¿Debe ser este el último año de Kyler Murray en Arizona?

El QB elegido en el pick #1 del draft de 2019 firmó un contrato la pasada offseason con garantías inmensas. De ellas, aproximadamente $69M se los van a pagar los Cardinals sí o sí  entre 2022 y 2023. El elefante en su habitación son los casi $90M adicionales que se aseguran automáticamente en el contrato de Murray en caso de lesión, si éste no superara el examen médico del próximo mes de marzo.

Jonathan Gannon, entrenador del equipo, ha dicho que cuenta con Murray para el segundo tramo de temporada, cuando ya debería estar recuperado de su lesión del ligamento cruzado anterior (ACL), pero no será hasta entonces cuando se encuentren realmente ante el problema. Las alternativas no son sencillas: hacerle jugar para ver si merece la pena apostar su proyecto y su gran oportunidad con el QB que eligió otro, o sentarle toda la temporada para buscar un traspaso. Traspaso que difícilmente será lucrativo, por los $35M en salario garantizado que tendrá en 2024, añadidos a las ya citadas garantías ante lesión que heredará el equipo comprador. Cicatriz aparte. Porque cortarle, juegue o no a final de temporada, no parece una opción por los $80M de dinero muerto que supondrían. Los Cardinals no tendrán tanto dinero disponible en el cap del año próximo. Demasiada ingeniería financiera para tapar ese desastre.

Por si todo este quebradero de cabeza fuera poco, el elefante se irá haciendo más grande con cada derrota de los Cardinals y de los Texans, cuyo pick de primera ronda de 2024 consiguieron en el pasado draft. Si ambas elecciones son altas, se les abriría la posibilidad de acceder a cualquiera de los QB top de la próxima hornada, Caleb Williams incluido. Me niego a pensar que un HC novato en la NFL se preste a minimizar la importancia de ganar partidos de cara a su reputación, pero si cuando llegue el momento de poder hacer jugar a Murray, Texans y Cardinals tienen ya su temporada perdida, quizá sea la hora de dejar que otro de sus QB termine la temporada.

¿Cuándo decidirá la familia Jones qué hará con Prescott?

Aunque parece que las ventanas se han abierto tras el destrozo a los Giants en la semana 1 dejando entrar aire fresco, los Cowboys tendrán que enfrentarse al gran dilema de continuar o no con Dak Prescott cuando llegue febrero, o incluso antes. Tras 7 temporadas en el equipo, éste nunca ha superado la barrera de los divisionales, y el año que viene, en su último año de contrato, impactará casi $60M en el cap del equipo. Para entonces, Micah Parsons será ya merecedor de una extensión, Ceedee Lamb jugará con su etiqueta de 5º año de casi $18M, y quizá Tony Pollard con un segundo franchise tag. Y nada de todo esto va a salir barato. Eso obligará a Dallas a reestructurar el contrato del QB y aumentar su compromiso con él a largo plazo, o abrirle la puerta para que entre otro.

Y ahí es donde la cosa se les termina de complicar a los Cowboys. Jerry Jones ha dicho recientemente que “esperamos que Dak esté con nosotros por mucho tiempo”, pero a su vez tendrá que tomar una difícil decisión con su reciente adquisición, Trey Lance. A final de esta temporada debe aplicarle o no la etiqueta de 5º año, por unos $23M. Lo cual ya sería demasiado dinero para una misma factura posicional en la que no hay saldo para dos machos alfa.

Nadie quiere hablar del tema en Dallas, pero si Dak no supera este año la ronda de divisionales, es muy probable que sea el elefante que primero salga por la puerta de la habitación. Y no descartaría que si para el tramo final de temporada la cosa fuera especialmente mal, decidan sacar a Trey Lance al ruedo, para decidir si empezar a pagarle y convertirle en el siguiente en tomar las riendas del equipo de América.

¿Hasta cuándo merece la pena?

El último elefante en realidad son tres. O más bien el mismo pero en diferente momento de su etapa evolutiva. Se trata del quarterback al que has pagado ya demasiado tiempo, al que te vas a arrepentir de pagar y al que te vas a plantear muy mucho si vas a hacerlo, porque su contrato dice que ya toca empezar a hablar de dinero importante. Las etapas se concatenan a medida que vas firmando cada vez cheques más grandes, hasta que la bola te aplasta, porque en ninguna parte del proceso el jugador está a la altura de la confianza y el coste depositado en él. Estoy seguro de que tienes tus candidatos para cada perfil, y hasta quizá hayas adivinado los míos: Kirk Cousins, Daniel Jones y Justin Fields. Calma, que nadie se enfade, quiero explicarme.Kirk Cousins ya ha tenido varios contratos en Minnesota (todos garantizados) para demostrar de qué pasta estaba hecho y hasta donde podía llevar al equipo. Pero tras la decepción del año pasado en wildcards frente a Giants, y con un nuevo régimen en el edificio, hay mucho de qué hablar, empezando por replantearse dónde van a poner el dinero a partir del año que viene. Cousins acaba tras esta temporada su tercer gran contrato con los Vikings, y estos, tendrán que afrontar más pronto que tarde la extensión de Justin Jefferson, que al igual que a Ceedee Lamb, no le entusiasma la idea de jugar el año que viene con la etiqueta de 5º año. Del saldo remanente de ese gran pago, una parte importante tendrá que ir a construir la defensa. Defensa que comenzaron destruir antaño cuando empezaron a pagar a Kirk. Esto casi les obliga a plantearse jugar en 2024 con un QB más barato, quizá rookie. Algo que podría tener sentido si la construcción del resto del ataque se termina de afianzar durante esta temporada. Apostar una nueva gerencia y un nuevo proyecto a la misma carta, por cuarta vez, no parece lo ideal. Aún con todo ello, los $28.5M que dejaría Kirk Cousins en dinero muerto por sus void years, reducen aún más oxígeno de los Vikings, en una habitación que ya no puede haberse quedado más pequeña tras las derrotas de Tampa y Philadelphia.

Por su parte Daniel Jones preocupa. Y mucho. Su desempeño contra Dallas la semana pasada dejó mucho que desear. Su falta de visión y de recursos durante el partido hacen dudar de en qué punto de su desarrollo está, y sobre todo, al ritmo que va a ir creciendo en el futuro. Si la factura va a ser la misma que la de Kirk Cousins, los Giants deberían plantearse muy mucho usar la puerta que dejaron abierta en su contrato para traspasarlo después de la primera temporada. Eso les dejaría $33.3M de dinero muerto y traspasaría $35.5M de salario garantizado al equipo que lo comprara. El hándicap aquí es que si Jones hace una temporada lo suficientemente mala como para que Joe Schoen y Brian Daboll quieran apretar el gatillo, será difícil que alguien lo reclame para el intercambio, por idéntica razón. Pero la temporada se les va a hacer muy larga y el elefante enorme si el jugador no demuestra rápido que lo de la semana 1 frente a Cowboys fue sólo un cortocircuito pasajero. Lo cual no será sencillo viendo que en la semana 3 los Giants van a San Francisco, en la 5 a Buffalo y en la 6 a Miami. Elefantes gigantes.

El que seguro que no esperabais en esta habitación tan calurosa y mal ventilada es a  Justin Fields. Pero al igual que sus predecesores, juega para entrenadores que no le eligieron en el draft, la gerencia de la franquicia ha cambiado hace poco y le están poniendo a su alrededor todas las herramientas habidas y por haber. El problema es que al igual que a sus predecesores, podrían faltarle un verdadero gurú que lo guíe en el camino o simplemente talento para mejorar.

En su tercer año en la liga, teniendo que decidir allá por el mes de mayo si aplicarle o no la etiqueta de 5º año ($23M), los Chicago Bears van a ir viendo crecer a su elefante, y tendrán que decidir si Justin es su chico o arriesgarse a una negociación sin etiqueta de 5º año como la que llevó a Nueva York a sobre pagar a Daniel Jones.

Puede que crean que necesitan tener un poco más de información, una última prueba, un último intento, o simplemente al momento financiero oportuno. Pero cada semana, cada derrota, el nudo en la garganta se hace más grande, y el aire más irrespirable. El coste de continuar equivocándose por no afrontar el asunto de forma honesta va mucho más allá de los números del propio jugador. Contratos y años de compañeros élite malgastados, proyectos desperdiciados, y la ilusión de una fanbase hecha añicos. No hay mayor coste en la NFL que el de una mala inversión en un QB durante más tiempo del necesario. Generalmente, si necesitas más información, si no lo tienes claro tras los 3 primeros años, si necesitas darle otra oportunidad, o si crees que necesitas más jugadores de talento a su alrededor, es que ya estás dentro de la habitación. Sentado frente a tu elefante, y desperdiciando mucho más que dinero.

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Articulos Pre Season

Los CriptoGiants: alto riesgo, ¿alta recompensa?

Publicado por MundoNFL.

El mundo nunca fue financieramente tan feliz como en 2007. Si querías comprarte una casa, el banco te prestaba cuanto necesitabas y hasta te obligaba moralmente a aumentar tu crédito para que te compraras también el coche, por lo fácil y barato que te lo ponía. Hasta el papeleo era sencillo, porque quien te prestaba el dinero conseguía a su vez su cuota de felicidad en forma de una generosa comisión inmediata. El mundo iba cuesta abajo y en piloto automático, y nada hacía presagiar que aquello fuera a cambiar. Tan cuesta abajo como aquellos Giants que ganaron ese mismo año el campeonato arruinando la temporada perfecta de los Patriots de Belichick y Brady. Entonces, el anillo no dejaba ver la razón del éxito, la casa y el coche impedían ver la hipoteca, y las comisiones y beneficios opacaban un sistema financiero infestado de préstamos que nunca se devolverían. Toda aquella opulencia e imprudencia de excesos durante años, hizo estallar la burbuja al año siguiente, y mostró al mundo la realidad de un sistema tan obsceno como ineficaz, evidenciando el inmenso autoengaño al que se había sometido.

Durante aquellos años, los Giants disfrutaron de su propia época de bonanza y el posterior estallido de su burbuja. A sus 2 campeonatos con Tom Coughlin y Eli Manning le siguió una década de miseria y ostracismo deportivos con un sistema de gestión precario que también se quedó obsoleto. Con él alcanzó mínimos históricos bajo la dirección de Dave Gettleman, que empezó su gestión arriesgándolo todo para conseguir un último anillo a Eli Manning. Fue en aquellos años, ajena a la realidad y a la consideración del resto de la liga, cuando la afición neoyorquina desarrolló un extraño exceso de ilusión (al que ellos llaman hype) y un constante reclamo de la atención perdida como mecanismo de autodefensa. Creó su propio entorno de autocrítica, de la misma manera que surgieron durante la crisis financiera las primeras criptpmonedas, como una alternativa al dinero común. Esa criptomoneda emocional se expandió entre los fans de la gran manzana como las hipotecas de los banqueros en la burbuja, y a pesar de la sucesión de temporadas nefastas el “Giantcoin” nunca se desplomaba. Y todo aquel que no estuviera en aquel nodo, se convertía automáticamente en un hater, incluso si era fan de Giants.

Esa criptomoneda aumentó considerablemente su valor tras la pasada temporada. Los nuevos brokers de John Mara, Joe Schoen y Brian Daboll, han optimizado el paquete de activos que heredaron del régimen anterior para volver a llevar a los Giants no sólo a un balance positivo, sino incluso a ganar un partido de playoff, antes de ser asfaltados por los Eagles en la ronda de divisionales, lo cual no impidió que su criptodivisa dejara de subir. Recuperar la notoriedad y la atención del resto de la liga ha impedido ver que hasta ahora, todo se ha limitado a un control de errores y daños, sobre todo de Daniel Jones, que fue el QB que menos lanzó en profundo la pasada temporada con tan solo 22 pases de más de 20 yardas. Añadamos a eso que fue Saquon Barkley quien llevó el peso del ataque y que los Giants sólo pasaron de 24 puntos en 3 de sus 19 partidos del pasado curso (uno de ellos contra los Colts).

Vaya por delante que me parece una actitud inteligente minimizar riesgos cuando empiezas a invertir en un mercado que desconoces. Lo que no tengo tan claro es si es buena idea cambiar la política de inversión manteniendo el mismo tipo de activos, ya que los Giants han gastado más de $100M de promedio anual en contratos para retener a los jugadores que ya tenían y que se quedaron cortos para competir el playoff. Aquellos con los que ahora esperan dar el paso al siguiente nivel. Daniel Jones ($40M), Dexter Lawrence ($22M), Andrew Thomas ($23M), Saquon Barkley ($10M) y Darius Slayton ($6M), se han convertido en el grueso de la cartera de inversión a corto y medio plazo de los New York Giants. Porque las cantidades que han pagado y la duración de los contratos, en base al dinero que garantizan, invitan a pensar que el objetivo es pegar un pelotazo más pronto que tarde. Pero tendrán que conseguirlo optimizando la inversión en el resto de la plantilla, porque será difícil revalorizar por ejemplo a Daniel Jones pagándole su valor máximo, si no por encima, teniendo en cuenta lo poco que ha demostrado hasta ahora. Ni que decir tiene que esto no aplica con la criptodivisa, ya que Daniel Jones es el nuevo Eli Manning.

Sea como fuere, Schoen ha hecho muchas inversiones muy inteligentes. Ha gastado en valores muy fiables como Dexter Lawrence, Andrew Thomas y Bobby Okereke, ha apalancado el dinero justo y por poco tiempo en Saquon Barkley y Darius Slayton, y ha evitado seguir gastando a futuro en jugadores caros y de dudosa producción como Leo Williams, al cual sigue sin extender su contrato. Pero seguramente está arriesgando todo a activos muy volátiles. Además del alto coste por los 15 TD de pase de Jones de 2022, Darren Waller, que sin duda es un jugadorazo, lleva 2 años sin estar sano toda la temporada (se ha perdido 15 partidos entre 2021 y 2022) y sólo ha superado los 3 TD en una de sus temporadas NFL. Parris Campbell, quien jugó menos de la cuarta parte de sus partidos durante sus primeras 3 temporadas en la liga, ha sido convertido en una de las piezas centrales del ataque, A pesar de sus 5 TD en 4 años.

La ansiedad competitiva que ha generado la victoria de playoff en Minnesota ha convertido el proyecto de los Giants en uno para ganar ahora. Quien dice ahora, dice en los próximos 2 años, pero va a depender del crecimiento sobre todo de los jugadores en los que no han puesto el dinero. El de verdad, porque los Giantcoins ya han comprado una clase del draft que es ciertamente ilusionante, pero que aún está lejos de alcanzar el valor que debería para que los Big Blue puedan competir al más alto nivel. Sobre todo teniendo en cuenta que del draft de Schoen en 2022 (11 jugadores, 2 primeras rondas) sólo Thibodeaux (1ª ronda) y Bellinger (4ª ronda) han mostrado algo parecido a un jugador “inteligente, duro y confiable”, como reza el lema de Brian Daboll. Es mucho suponer que una línea ofensiva con Ezeudu (LG), Jon Michael Smitz (C), Bredeson (RG) y Evan Neal (RT) va a convertirse de golpe en una muralla para Daniel Jones y un generador de autopistas para Saquon. Y probablemente esa presunción de desarrollo exitoso de Daniel Jones y su línea ofensiva sea el criptoactivo más volátil de todos. Lo que sí parece claro es que Evan Neal y JM Smitz son el comienzo de todo para que el ataque pueda optimizar las inversiones de Jones, Waller y Jalin Hyatt (WR, 3ª ronda 2023), así como la de los picks invertidos en el resto del ataque. Afianzar los 2 tackles ofensivos deberá ayudar a los guards, y la OL en su conjunto al juego del QB. Sí, lo sé, estoy a punto de comprar criptodivisas. Pasar a estar en la mitad superior de los ataques de la liga debe ser el objetivo, cualquier otra cosa sería un soberano fracaso. Pero no va a ser tarea fácil ya que los de Nueva York se enfrentarán a 7 de las mejores defensas de la NFL en sus 11 primeros partidos (7 de los cuales son como visitante).

Otro criptogasto es el de Brian Daboll, al que ya nadie discute. Dar por hecho que será capaz de hacer con Daniel Jones lo que hizo con Josh Allen es mucho suponer, ya que la materia prima de uno y otro parece bastante diferente. Así como el ojo que los seleccionó. A los fondos de inversión les costaría mucho invertir en el coach of the year del año anterior, ya que pocos no llamados Bill Belichick han llegado a playoff en la siguiente temporada a conseguirlo. Pero no me hagas caso, porque soy un hater.

La defensa pinta a una apuesta algo menos arriesgada, pero también hay que ser cautelosos, porque Wink Martindale tiene mucho activo que revalorizar . Schoen ha gastado en A’Shawn Robinson, Nunez-Roches y Okereke para tapar el descosido constante que tuvieron los Giants defendiendo la carrera en 2022. Y ha usado su pick más valioso del último draft en Deonte Banks (CB) para dar el giro a la secundaria y que esta pueda ser más agresiva hombre a hombre desde la línea de scrimmage. La referencia es aquella unidad con la que Martindale ya sembró el terror en Baltimore. Además, el training camp ha destapado otra criptosorpresa. Tre Hawkins, otro CB rookie, de 6ª ronda de este año, podría ser el último eslabón que necesitaba la secundaria, para jugar en el lado opuesto de Banks y mandar a Adoree Jackson al slot. McKinney y Jason Pinnock deberían hacer el resto. Las gráficas de Brian Daboll deberían indicar  cuan arriesgado será empezar en los flancos con 2 CB rookies frente a uno de tus rivales directos en la división. Lamento decir que no tengo información privilegiada al respecto. Pero parece que riesgo, hay.

Donde no lo hay es en kicker. Graham Gano (K) es un Bono del Tesoro, te da poco más de lo que te cuesta, pero le da mucho a los Giants. El año pasado fue el causante de un puñado de victorias, y de cara a este año da la tranquilidad de no tener que buscar una pierna nueva, que no es poco. Las decisiones de 4º down cerca de field goal range seguirán siendo sencillas.

Si la criptoinversión de Joe Schoen y Brian Daboll revaloriza una gran parte de los activos de su cartera de 53, los Giants habrán dado un paso importante. Pero este no será en la dirección correcta si Daniel Jones no es capaz de llevar a cabo un crecimiento tan exponencial como el de sus ganancias. La inflación del QB promedio ha sido tolerada en otros mercados durante un tiempo, pero es de las inversiones más ruinosas. En Dallas y Minnesota saben la de tiempo y dinero que han invertido, no sólo en los contratos de sus QB, sino también en los del resto de jugadores de proyectos que no fueron a ninguna parte. Miles de ilusiones truncadas en los domingos negros de wildcards y divisionales. Crack.

La exigencia de hypers y haters en los resultados del desarrollo de Daniel Jones marcará los beneficios reales de una inversión que, a día de hoy, parece tremendamente arriesgada y de difícil ganancia. Dónde pongan los Giants la línea de su éxito, y cuánto aspiren a mejorar al QB a corto plazo, mostrará si Nueva York está ante su deseado pelotazo, o si por el contrario, está ante otro bono basura de productos premium junto con hipotecas que nunca serán pagadas y que se dilatarán innecesariamente en el tiempo. Conformarse con sólo un buen balance o ganar la división para empezar a aspirar al campeonato será la señal inequívoca para John Mara para que la música de la gran apuesta de Schoen y Daboll tenga o no que parar.

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Articulos Pre Season Salary cap

El contrato de Herbert es amor verdadero

Publicado por MundoNFL.

Casi todo el mundo busca en la vida a alguien especial, alguien con quien compartir su vida para disfrutarla aún más, para que saque lo mejor de uno mismo y le acerque un poquito más a la felicidad. La media naranja que dicen. Para encontrarla, nos relacionamos constantemente, buscamos y probamos, con más o menos descanso. Y cuando hallamos en alguien signos de que puede ser esa persona especial, buscamos una forma de vincularnos a ella para no perderla. Ese tipo de estructura emocional inherente a la sociedad en la que vivimos no es muy diferente en la NFL. En ella, esa media naranja, ese amor verdadero, se llama QB franquicia. Los equipos están en permanente búsqueda de ese tipo especial y diferencial que pueda llevarles hasta el último nivel. Relaciones y noviazgos en forma de contrato rookie o de veterano barato para conocer y probar esas relaciones. En ellos, ambos se van pidiendo cada vez algo más para ver si surge la chispa y se demuestra que es lo que el otro busca.

En el caso de Justin Herbert y los Chargers, estos últimos han visto pruebas evidentes de haber encontrado a ese alguien especial tras 3 años de ese noviazgo rookie. Las cenas y paseos por el parque durante 3 temporadas han dejado síntomas evidentes de que era hora de poner un anillo en su dedo en forma de un segundo contrato, ya de veterano, como el de mejor pagado. Esperar a que la otra parte demandara el enlace por las malas ya con la etiqueta de 5º año o el franchise tag podría haber hecho comenzar la relación a largo plazo con más tiranteces de las vistas en otras relaciones del vecindario (en Baltimore saben de lo que hablo). De este modo, la relación se mantiene pura y sana mientras se siguen dando pasos para consolidarla a un coste emocional y económico mucho menor.

La compra de la casa le costará a Justin Herbert comprometerse durante 7 años con el equipo y cederle el control sobre sus derechos durante los dos últimos años del acuerdo, que son los que no tendrá garantizados en ningún momento. Los Chargers le pagarán por extenderlo 5 años hasta un total de $262.5M de dinero nuevo ($52.5M de promedio por temporada). Es importante entender que a Herbert aún le quedaban 2 años de contrato con el equipo de Los Ángeles, puesto que este será su cuarto año de rookie ($4.2M) y el equipo ya había aplicado sobre él la etiqueta de 5º año ($29.5M), para un total de $33.7M que ya estaban completamente garantizados. Ahora, gran parte del dinero que ganará el QB con la extensión se adelanta y aumenta en los primeros años.

La entrada de la casa será un signing bonus (o bono de firma) de poco más de $16M que se pagará a la firma pero se dividirá en 5 años en el cap del equipo, lo que permitirá que la economía familiar de esta relación recién consolidada no se resienta en 2023, (se mantendrá el impacto de $8.5M del QB), ya que para este año hay planes importantes, mientras Austin Ekeler y Gerald Everett juegan en su último año de contrato, y Keenam Allen, Mike Williams y Khalil Mack lo hacen en su último año a un cap razonable. Los 3 pasarán a impactar más de $30M en 2024. Con este acuerdo, Herbert se garantiza hasta $133.7M en el momento de la firma, $100M más de los que ya tenía garantizados en los 2 años restantes de su acuerdo anterior. Si bien el signing bonus es menor que el de Jalen Hurts ($23M) y el de Lamar Jackson ($72.5M), que son los contratos a los que se parece en estructura este que va a firmar Herbert, el gran éxito de éste es haber conseguido tanto dinero garantizado como el QB de los Ravens, que técnicamente estaba en el mercado sin contrato en vigor.

Esa hipoteca de la casa se pagará en forma de salarios base bajos y option bonus razonables completamente garantizados en 2024 y 2025 (hasta esos $133M que estabilizan las finanzas de Herbert durante los próximos 3 años), evitándole jugar bajo la inseguridad que tenía con su contrato anterior de sólo 2 años a bajo coste. A bajo coste para ser un QB de su nivel quiero decir. Esa carga leve en el cap con option bonus, que se pueden repartir como los bonos de firma hasta durante 5 años en el cap, mantiene abierta para los Chargers la via de dar continuidad al proyecto actual durante ese plazo de 3 años.

Ya con el bagaje de varios años de convivencia bajo un compromiso ampliado, y con parte de una hipoteca en curso, llegará la hora de decidir si es el momento de llevar a la pareja al siguiente nivel. Los niños, el coche, la casa en la playa o grandes viajes para disfrutar de su media naranja, para ver si aún queda zumo en la relación. La estructura del contrato aumenta progresivamente el salario base de cada año a partir de 2026, el cual se irá garantizando cada temporada con año de adelanto, es decir, que en 2025 se habrá garantizado el salario de 2026, en 2026 el de 2027, y así sucesivamente. También añade cada temporada un nuevo option bonus que se podría repartir en varios años para aligerar el cap y ayudar a construir alrededor de Herbert. Todo con tal de hacerle feliz. En el amor no se deben escatimar esfuerzos.

Pero esta organización del dinero del contrato y las garantías, abre a su vez otra vía, que permitiría una separación de mutuo acuerdo, ya que el divorcio por las malas ni se contempla por la cantidad de dinero muerto que dejaría. Los Chargers y Herbert podrían separar sus caminos una vez finalizados esos 3 primeros años de contrato, cuando el dinero garantizado se empiece a asignar de año en año y el dinero muerto empezará a ser asumible (unos $27M). Eso sí, tendría que ser consensuado por cuanto que el contrato incluye la No trade clause (cláusula de no traspaso), que permite al jugador no ser intercambiado si éste no quiere, o elegir el destino en caso de que la ruptura sea inevitable. Siempre hay pelandruscas rompehogares que se entrometen en el camino poniendo a prueba las relaciones más estables en forma de lesión grave o plantilla no competitiva. El reparto de los bienes y la custodia de los niños quedan para otro día. No quiero estropear la historia, que íbamos bien.

Así que si todo va como debe, los Chargers y Justin Herbert no deberían verse obligados a renovar sus votos hasta después de 2027 o incluso tras 2028, cuando el contrato deja de tener dinero garantizado por adelantado y las ganancias del jugador habrán quedado desfasadas por la subida del cap. Será entonces el momento de hacer balance de la relación y valorar ampliarla en busca de las bodas de plata. Si la relación sobrevive a lo que a buen seguro será un camino tortuoso por la renovación del roster que van a tener que hacer más pronto que tarde, o si por el camino encuentran la felicidad en forma de trofeo Lombardi, todos recordaremos esta historia como un cuento de hadas de fidelidad y amor verdadero. Mayor aún que la de Phillip Rivers, aunque seguro con menos hijos. Si por el contrario, el proyecto vital que hoy empiezan a construir QB y equipo no mejora el de su predecesor, no dejará de ser otra historia de lo que parecía que podía ser y nunca fue. De esas de las que está llena la implacable historia de la NFL.  

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Articulos Pre Season

Los mercados de running backs

Publicado por Crónicas Lombardi.

El tipo de juego en la NFL está en constante cambio, y es tan evidente como que los gerentes y entrenadores de la liga copian a aquellos de sus colegas que acaban de tener éxito. Esos cambios rompen tendencias y generan a su vez otras nuevas que antes o después alguien volverá a desafiar y cambiar.

Uno de los últimos axiomas en ser derribado en estos últimos años ha sido la necesidad de disponer de un backfield dominante para poder dominar el juego y ganar el gran partido. La llegada de una nueva generación de grandes talentos en la posición de quarterback de la mano de gurús ofensivos ha hecho que las estadísticas avanzadas desnudaran lo que ya hoy ni siquiera se discute, que se avanza mejor y más rápido por aire con el pase que por tierra con la carrera. Y que no necesitas un running back élite para competir por el campeonato.

Al parecer, toda esta tendencia bajista de la posición de corredor se ha desplomado en el mercado de esta offseason en la que nos encontramos sumergidos desde febrero. O al menos eso nos han contado. Pero, ¿es realmente así?

En los cientos de artículos que se han escrito en los últimos meses sobre los principales nombres de la posición de corredor en el “mercado de running backs” se han destacado a Josh Jacobs, Saquon Barkley, Austin Ekeler, Dalvin Cook y Tony Pollard. La realidad es que ninguno ha conseguido aún un gran contrato multianual esta offseason. El problema de todos estos nombres es que técnicamente, ninguno de ellos ha salido realmente al mercado.

Si tomamos estrictamente la definición de mercado, este es “un lugar público de venta donde se establece la oferta y la demanda y en el cual se determinan los precios”. Teniendo en cuenta que Jacobs, Barkley y Pollard han sido taggeados, Ekeler aún tiene un año de contrato y Dalvin Cook ha sido cortado en el mes de junio (tras 3 meses de agencia libre con casi todo el pescado ya vendido), afirmar que estos jugadores han llegado a establecerse públicamente como oferta ante el resto de equipos de la liga quizá sea mucho decir. Sobre todos ellos ha habido en todo momento un equipo que mantenía de una manera u otra el control sobre el jugador negándole por completo la salida a algo que pueda equipararse de forma real a un mercado.

La otra parte de la narrativa de este “mercado de running backs“ de la que tanto hemos leído, está en los nombres que sí han salido realmente a la agencia libre porque sus equipos, por una razón u otra, no tenían interés en retenerlos. Miles Sanders (26) y David Montgomery (26) han sido los únicos agentes libres en firmar acuerdos multianuales con al menos $6M de promedio -con cerca de 2 años garantizados-. Tras ellos, Jamaal Williams (28) y Samaje Perine (28) apenas consiguieron acuerdos de 2/3 años en torno a $4M de promedio. Por debajo quedan nombres como Rashad Penny, D’Onta Foreman, D’Ernest Johnson, Latavius Murray o Damien Harris, todos ellos buenos jugadores pero no del nivel del primer grupo que hemos enumerado en el párrafo anterior, y que no han llegado a firmar acuerdos superiores a los $2M de promedio anual. Leonard Fournette (28), Kareem Hunt (28), Zeke Elliot (28), Kenyan Drake (29), JD McKissic (30) o el legendario Mark Ingram (34) son otros de los ilustres nombres que forman parte de la jugosa oferta que el mercado de running backs ha puesto a disposición de los equipos de la liga estos meses. Todos ellos siguen aún sin firmar.    

En la NFL los equipos disponen de herramientas suficientes para retener a sus jugadores si lo consideran oportuno. Por un lado, la posibilidad de llegar a un acuerdo multianual antes de que el contrato del jugador expire con la llegada de la agencia libre, y en caso de no hacerlo, mediante la etiqueta de jugador franquicia, que es un contrato de un año por la cantidad equivalente al promedio de los salarios más altos de la posición. Si juntas los nombres del primer grupo y los salarios del segundo, y a ello le añades que la reciente subida del cap ha desfasado las cantidades firmadas años atrás por los grandes corredores de la liga (lo que convierte el franchise tag en un chollo), tienes la receta perfecta para que los jugadores top de la posición que finalizan contrato, o están cerca de hacerlo, no encuentren el contrato que buscan y que probablemente merecen. Porque, lo merecen ¿verdad?      

Para llegar al meollo de este asunto y averiguar si los equipos deberían pagar o no a los grandes running backs de la liga, y lo que es más importante, si la posición se está yendo a pique en este ciclo de la NFL pasadora he compilado todos los argumentos a favor y en contra que recuerdo haber leído o escuchado estos últimos meses en torno a cuatro parámetros que quizá nos ayuden a definir las posibilidades de jugador o equipo a salirse con la suya en las duras negociaciones que están por venir antes de 17 de julio, fecha límite para las partes de cara a acordar a un contrato multianual. Pasada esa fecha, el jugador ya no podrá firmar nada más que el tag. Y tendrá sólo hasta apenas jugada la semana 10 de temporada para hacerlo, ya que pasada esa fecha sin firmar ningún tipo de contrato, se quedaría sin jugar en 2023.

1. Tipo de jugador

Hace unos días, Saquon Barkley volvió a hablar ante la prensa justo antes de que el equipo se fuera de vacaciones de verano y lanzó un potente mensaje acerca de cómo se sentía ante la circunstancia de verse taggeado y la evaluación del mercado en su posición. La respuesta fue tan evidente como reveladora por cuanto que todos hemos pensado en lo que dijo alguna vez, pero probablemente nunca unimos los puntos para ver toda la situación. Vino a decir que no todos los running backs son iguales. Que ni todos son igual de importantes para sus equipos como Derrick Henry, ni todos los equipos pueden permitirse competir con jugadores de perfil bajo en la posición porque tienen el equipazo que tienen los Eagles o a Mahomes de quarterback. Dejando claro que él había soportado el mayor peso del equipo la temporada pasada y que valoraba incluso no jugar un año si para los Giants él era un jugador de $10M, que es lo que marca el tag para esta temporada.

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Hablar de Henry es hablar de mucho más de 300 acarreos por temporada. Casi los que estuvo Saquon en el campo en 2022, menos de los que jugó Jacobs y probablemente menos de los que disputará Pollard este año en vista de los 230 acarreos que deja huérfanos Zeke Elliot en los Cowboys a sumar a los casi 200 que ya tuvo Pollard. Mayor carga de trabajo implica más confianza, pero también más riesgo. Es cierto que la liga empieza a proliferar en backfields por comité pero no parece el caso de Giants, Cowboys, o Raiders si esperan que Jacobs juegue con ellos. Además, si el quarterbak junto al que formarán ya ha pasado por lesiones importantes, y está por dar un paso adelante porque no es élite, necesita más aún la presencia de una amenaza creíble por tierra para cerrar las cajas, vender el play action y estirar el campo.

2. Edad y lesiones del jugador

Los datos revelan que a partir de los 28 años llega el declive de la posición, pero Barkley y Pollard apenas acaban de cumplir los 26. Jacobs los 25. Eso explicaría por qué no parece que conseguirán más de 2 años garantizados  en un teórico nuevo contrato. También fue ese el garantizado que obtuvieron Kamara, Cook, Henry y McCaffrey cuando firmaron por última vez.   

Las lesiones podrían ser otro factor a tener en cuenta pero Jacobs y Pollard apenas se han perdido 1 ó 2 partidos en cada temporada y Saquon, que sí ha pasado por bajas importantes, logró completar la temporada pasada jugando todos los partidos menos el que los titulares descansaron por no jugarse nada en la semana 17. Si Giants, Cowboys o Raiders quieren que sus running backs jueguen un año con el tag no pueden venderlo como un año de prueba, porque tanto por producción como por salud tienen poco que demostrar.

3. Situación del equipo

Esta es la menos obvia pero me parece la más interesante. Dalvin Cook ha sido cortado recientemente por los Vikings, y no ha sido por edad (27) ni por bajo rendimiento (1468 yd y 10TD). Su equipo se encuentra en un reajuste del roster por parte de una nueva gerencia que acaba de llegar y está liberando jugadores veteranos con alto impacto en el cap como Adam Thielen, Dalvin Tomlinson, Zadarius Smith, Eric Kendricks, Patrick Peterson y el propio Dalvin Cook (que iba a ocupar $14M en 2023). Los $32M en dinero muerto que van a tener los Vikings esta temporada sugieren que apostar por Alex Mattison, que va a costar apenas $3.6M, sea un riego menor y más que asumible para un equipo en crecimiento y fuera de ventana de oportunidad.

Los Cowboys puede parecer que están en una situación similar tras dejar ir a Zeke Elliot y Dalton Schultz también por razones de cap, pero Pollard es el Mattison de los de Dallas y pasar al plan C en la posición de corredor no parece entrar en los planes de un McCarthy cuestionado. Además, la percepción de estar un poco más cerca de unos Eagles debilitados por sus pérdidas en roster y cuerpo de entrenadores puede hacerles verse en ventana de crecimiento para ser contender en una NFC que parece estar más abierta que nunca. Por su parte, los Giants, aunque algo más retrasados, también parecen estar en ese proceso de crecimiento para reducir la distancia con sus rivales de división, y visto su dispendio a la hora de pagar a Daniel Jones y Dexter Lawrence, junto con la llegada de Darren Waller y Okereke, parece cuanto menos arriesgado vender la carrera y el play action del quarterback en manos de Matt Breida y el rookie de 5º ronda Eric Gray. En Nueva York el conflicto se agrava con Barkley porque este además es la cara de la franquicia, y si bien Joe Schoen (a juzgar por su pasado en Bills) no parece ser de los que se entusiasme pagando a sus corredores, Brian Daboll podría necesitarle para dar el paso adelante que necesita el juego aéreo del equipo y John Mara, el propietario, para no dar un paso atrás en su venta de camisetas y patrocinios. A veces olvidamos que esto es primordialmente un negocio antes que una competición. 

Caso diferente es el de los Raiders, aunque seguramente el más apremiante. Josh McDaniels va a empezar un nuevo proyecto en su segundo año en Las Vegas y su momento del proceso hace parecer que puede prescindir de Jacobs. Pero la situación con la lesión de Jimmy Garoppolo quizá le impida hacerlo con un corredor capaz de soportar en carga de trabajo y producción la mayor parte de su ataque. Todo ello si el plan no es dejarse llevar hasta uno de los mejores quarterbacks de la próxima clase del draft. Aunque estaría por ver si McDaniels sobrevive a eso.

Los contratos y el cap suelen dar muchas pistas también en este tipo de situaciones. Cowboys está en una situación difícil, con el cap justo para maniobrar durante la temporada pero con la reestructuración de Prescott en el horizonte de la próxima temporada, cuando impactará casi $60M en el cap del equipo. Situación similar tiene Chargers con el contrato inminente de Herbert, lo que hace pensar que Ekeler buscará su último gran contrato lejos de Los Ángeles, de ahí que pueda tener sentido jugar un último año allí por un poco más. Por contra, para Raiders y Giants, extender a sus running backs en contratos multianuales puede ser la forma de abrir cap, ya que están al límite, y evitar reestructurar otros contratos de los que es preferible liberarse a final de temporada como pueden ser los de Chandler Jones y Leo Williams.           

Visto en perspectiva, parece que los running backs élite de 3 downs como los que nos ocupan, se han erigido como necesarios en procesos de crecimiento de equipos con quarterbacks promedio y con poca elusividad saliendo del pocket, o para ayudar a desarrollar a mariscales jóvenes. Pero se han empezado a ver como prescindibles para la última etapa del proceso, cuando ya se ha establecido claramente la ventana de oportunidad como contender, en la cual el coste de este tipo de jugadores es necesario para optimizar otras partes del roster, y para la cual se empieza a ver más evidente la necesidad de disponer de un pasador élite, lo que reduce a su vez la necesidad de talento y protagonismo en el plan de juego desde el backfield.

4. Vestuario y afición

Lo que piensen los entrenadores sobre cuánto necesitan a su running back importa, pero no es asunto menor cuánto lo valoren sus compañeros y cómo perciban estos el trato que les da el equipo. Establecer una cultura ganadora requiere de líderes, y estos a veces lo son. Además, requiere también de discursos creíbles, y no hay discurso más creíble que el dinero. Pagar a tus mejores jugadores de casa de acuerdo a su contribución dentro del campo retroalimenta la motivación de los que entrenan y juegan cada día en busca de su gran día de pago. Romper esa dinámica puede ser devastador para un equipo o el síntoma de que se avecinan cambios, y eso un vestuario lo percibe. Si el discurso de la gerencia es que no se paga a un jugador importante, o que no se paga a los jugadores de las posiciones mal pagadas en el mercado, puede hacer que otros desconecten de la organización y del proyecto. Peligroso.  

De igual manera, hay jugadores que por su personalidad o su juego son más mediáticos, y que probablemente retornarán la inversión a pesar del riesgo que suponga garantizarles una parte mayor del contrato. Algunos propietarios son más sensibles a dejar marchar a sus estrellas por cuanto que pueden priorizar el negocio al proyecto deportivo, aunque no siempre lo hagan de forma consciente.

Apostando por sí mismos

La situación del jugador respecto a estos 4 parámetros definirá la influencia que tiene éste en la negociación frente al equipo, aunque el franchise tag pueda parecer una barrera infranqueable. En 2018 Le’veon Bell desafió al sistema y, tras jugar bajo el tag la temporada anterior, se negó a jugar bajo una segunda etiqueta con los Steelers cuando tenia los mismos 26 años que ahora tienen Pollard y Saquon. Muchos han dicho que dejó de ganar $14.5M por aquella temporada inactivo, lo que sirve de argumento para los que creen que los running backs de este mercado no tienen influencia en sus negociaciones. Pero Le’veon consiguió firmar a sus 27 años un acuerdo multianual con $35M completamente garantizados. Y en mi opinión ganó, aunque su carrera casi se terminara por aceptar jugar para Adam Gase en aquellos Jets, lo que a buen seguro jugó más en su contra que estar un año sin pisar los emparrillados por renunciar a aquel segundo tag. Porque, ¿quién le habría firmado un contrato como ese si se hubiera lesionado o si su temporada 2018 con los Steelers no hubiera sido la esperada?

Los running backs no persiguen un promedio anual enorme, ni muchos años de contrato. No quieren (ni probablemente puedan) firmar por un millón más que el último jugador de su posición que consiguió un contrato. Para un corredor, por el riesgo que conlleva su posición, el garantizado lo es todo, ya que su carrera puede terminarse en el próximo snap. Y porque en la gran mayoría de los casos, el primer gran contrato de veterano es también el último. De ahí que la última hornada de la aristocracia de los running backs esté luchando por la bolsa grande de dinero.

Por todo lo anterior, de los jugadores depende tensar la cuerda y demostrar que tienen más poder en esas negociaciones de lo que se ha hecho creer. El mercado se ha cerrado tanto para jugadores como para equipos, porque a ninguna de las partes le quedan alternativas fuera de su edificio, lo que ha reducido el mercado general a sólo el del propio equipo. Es en ese contexto en el que se lleva negociando durante semanas y en el que se negociará durante el próximo mes, y en el que perderá el que antes ceda la mano en base a sus miedos y necesidades.

Cuando los equipos hablen de los bajos contratos de la agencia libre, los jugadores defenderán el status de su posición tanto con los picks de Bijan Robinson y Jahmyr Gibbs en el draft como con los contratos de los supervivientes Kamara y Henry que, pese a los rumores, no han sido cortados porque sus equipos siguen esperando su importante y necesaria contribución. Cuando los gerentes hablen de una liga de grandes quarterbacks pasadores que no necesitan de grandes corredores para ganar la Superbowl, los running backs se defenderán aludiendo a que no hay mariscales de campo de alto nivel para todos. Los general managers y entrenadores que sólo dispongan de quarterbacks de nivel medio o de uno joven en desarrollo tendrán que valorar cuánta responsabilidad quieren poner en sus manos por ahorrarse unos pocos millones de su propietario a costa del riesgo de su reputación. Éstos hablarán de lo fácil que es reemplazar a estos corredores, sabiendo el riesgo que conlleva apostar por otros en el ocaso de su carrera, o sin la madurez y el talento que desnuda el pick de ronda tardía en la que los eligieron.

Ambos lados de la mesa saben que nadie encaja en el equipo tan bien y tan rápido como los jugadores que ya jugaron en el equipo. Pero en los negocios todo vale para ahorrarse o conseguir un dólar extra. Y aunque llegará un momento futuro del proceso en el que el equipo jugará al son de un QB élite que podrá tirar del equipo sin un corredor premium, mientras esto no sea una realidad, crecer desde la carrera reduciendo riesgos y controlando el reloj será una necesidad.

Estos próximos días, el futuro de la posición de running back podría estar ante un momento decisivo en función de lo que indiquen los mercados de cada equipo. El 17 de julio sabremos si la liga le devuelve a esta élite de jugadores su status, o si por el contrario nos espera el que a buen seguro será el culebrón del verano en la NFL en forma de huelga si alguno no firma el tag. Como dijo Saquon hace unos días, «es tan sólo una cuestión de respeto, de eso va todo». Así de simple. Así de complejo.

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La enfermedad del yo

Cualquiera que tenga hijos (en plural) sabe que los niños tienen un concepto de igualdad muy claro a la par que comparativo, “si mi hermano consigue algo de papá o mamá, yo quiero como mínimo, lo mismo”. No es más ni menos que el deseo de sentirse igualmente valorado que su hermano por parte sus padres. Está en nuestra naturaleza humana. Otra cosa es si su hermano ha sacado mejores notas o ha recogido su habitación y él no, en cuyo caso puede llegar a comprender que el premio por hacerlo sea una contraprestación superior a la suya. Pero debe ser algo claro que su mente pueda medir con un patrón previamente establecido y asimilado. Todo lo que no sea eso, puede romper el equilibrio familiar, a todos los niveles, no sólo en la relación entre hermanos. De ese sentimiento de menosprecio se derivan muchos de los problemas de edades tempranas que trata la psicología infantil.

Esta semana, en ex Genenal Manager y analista NFL Michael Lombardi (@mlombardiNFL), comentó en su podcast GM Shuffle que los Giants podrían estar empezando a manifestar lo que se conoce como ‘la enfermedad del yo’, y que en caso de que el entrenador Brian Daboll no supiera manejarlo correctamente podría pasarles factura de una forma importante esta misma temporada. Lombardi se refería al trato diferente que están recibiendo Saquon Barkley y Dexter Lawrence respecto a Daniel Jones en lo referente a las negociaciones de sus nuevos contratos. Mientras que el quarterback ya recibió una más que lucrativa extensión de contrato, el running back y el defensive tackle aún se encuentran inmersos en sendas negociaciones con la suya.   

El concepto de la enfermedad del yo fue acuñado hace muchos años por el legendario entrenador de Los Ángeles Lakers y los Miami Heat, Pat Riley, quien hubo de lidiar en su carrera con multitud de estrellas del mundo del baloncesto. En su libro The winner within (el ganador por dentro) detalló hasta siete síntomas o señales de peligro que dejan entrever un problema de vestuario que podrían hacerlo añicos en cualquier si no se abordan a tiempo:

  • Inexperiencia a la hora de lidiar con el éxito repentino. Juzgar el éxito como propio en lugar de valorar el trabajo de los compañeros que te ayudaron.
  • Sensación crónica de infra valoración, por no tener el reconocimiento o atención por el éxito del equipo.
  • Paranoia de sentirse engañado respecto a la compensación que te pertenece. En lugar de celebrar el éxito, poner el foco en no estar recibiendo la parte que te corresponde como compensación financiera y en quién sí la está recibiendo en tu lugar.
  • Resentimiento contra la competencia de tus compañeros. En lugar de celebrar el talento de tus compañeros, recelar de sus habilidades.
  • Esfuerzo personal realizado únicamente para eclipsar a un compañero. Tu superación personal responde a vencer a tu compañero y no a tu rival.
  • Vacío de liderazgo resultante de la creación de grupos y rivalidades internas. En lugar de un líder que cohesione a todo el grupo, surgen varios clanes dentro del mismo que compiten internamente.
  • Sentimiento de frustración incluso cuando el equipo tiene éxito. No celebra el éxito colectivo a menos que obtenga notoriedad, compensación, crédito u oportunidades futuras adicionales.  

Lombardi comentó que ve señales de cada una de ellas en los Giants de esta offseason a consecuencia del contrato que estos le firmaron a Daniel Jones, y la masa social del equipo se le echó encima esgrimiendo que la relación entre el running back y el quarterback era inmejorable ya que habían estado entrenando junto con otros compañeros de equipo días atrás en Arizona de forma voluntaria. Qué cómo puede saber él cómo es el vestuario de los Giants por dentro.

La cuestión aquí va mucho más allá de la relación que puedan tener Saquon Barkley y Daniel Jones a día de hoy, incluso con Darius Slayton, quien también consiguió su contrato y ayudó a dejar al equipo con un ínfimo balance de $2M de espacio en su cap. Aún no se trata de ellos, sino de la relación que los jugadores sin firmar tienen con el equipo, con quien les trató de forma diferente ante un éxito colectivo repentino. Éxito del que podrían sentirse perfectamente más artífices Dexter Lawrence y Saquon Barkley respecto a Daniel Jones, a juzgar por las estadísticas de estos dos en sus posiciones respecto a las de Daniel Jones. A la par que por el protagonismo de estos dentro del esquema del equipo.

Según el ex jugador y analista de NFL Network y FOX Sports, Bucky Brooks (@BuckyBrooks), “el vestuario sabe si Daniel Jones es especial o no. El juego reconoce el juego, y cuando la franquicia sobre paga por un manager+, es difícil que los demás se conformen con un salario menor”. De la misma manera que dos hermanos nunca aceptarán ser tratados de forma diferente por aquel ante quien responden y de quien persiguen ser valorados iguales.  

Según Pat Riley, “la enfermedad del yo sólo se supera con el liderazgo de quien se sacrifica por el equipo, quien deja algo propio del presente para conseguir algo mayor en el futuro.” Hemos visto que Patrick Mahomes, Josh Allen y recientemente Jalen Hurts firmaron extensiones de contrato team friedly para permitir que sus equipos siguieran compitiendo. Sin embargo, Daniel Jones comenzó pidiendo $48M por temporada y terminó consiguiendo un contrato que le garantiza $41M durante cada una de las 2 próximas temporadas. Esto ha mermado considerablemente las posibilidades de alcanzar sus aspiraciones a quienes le han ayudado a conseguir el éxito que le posibilitó ese contrato. Y ha puesto en entredicho tanto el liderazgo de Daniel Jones como la cultura del equipo ante los ojos de otros que se consideran también una parte muy importante de ese éxito.

A raíz de las palabras de Joe Schoen en su rueda de prensa pre draft, las situaciones de Saquon y Dexter son bien diferentes. Por un lado, Saquon, quien rechazó sendas ofertas antes de la llegada de la agencia libre entre $12M y $13M por temporada, pero probablemente con un dinero garantizado muy inferior al que considera que debe optar, se ha visto relegado a jugar con el franchise tag ($10,1M) que sólo le garantiza la próxima temporada. El equipo ya ha dicho que está muy cómodo reteniéndole con la etiqueta, con la excusa de que el mercado de RB no ha sido el esperado. El problema subyacente de este asunto es que Daniel Jones nunca fue sometido al mercado, por lo que Saquon tiene todo el derecho a sentirse engañado. Los Giants debieron exponer a Daniel al escrutinio del mercado (o a valorarlo de acuerdo a él) si ahora querían validar ese formato para calcular las extensiones de otros jugadores del equipo.

Los $10M del franchise tag, en un running back que está probablemente ante el momento crucial para firmar el único gran contrato de su carrera, y después de una temporada de más de 1600 yardas y 10 touchdowns, son un claro menosprecio por parte del equipo cuando además de él, el vestuario y la fanbase probablemente sepan que sin él en el backfield Daniel Jones y los Giants no habrían logrado la temporada que hicieron.

Al no firmar el tag, Barkley está diciendo claramente que se siente infravalorado, que se considera tanto o más valioso que Daniel Jones y que se siente engañado porque los Giants le están negando una parte que él cree que le corresponde del dinero que sí ha conseguido el quarterback. Todos ellos son claros síntomas de la enfermedad del yo a la que aludía Lombardi, y que aún no tienen por qué traducirse en un cambio en el comportamiento frente a sus compañeros ni frente a Daniel Jones. Porque es el equipo quien le menosprecia ahora, y porque faltan aún 3 meses para negociar y conseguir su parte del pastel. Pero llegado el training camp, si Saquon se ve obligado a jugar bajo el tag, y con el riego de lesión que conlleva jugar en su posición (y más él con dos cirugías), no tardará en aflorar la sensación de pérdida de liderazgo de Daniel Jones ante los ojos de Barkley, sobre todo si el quarterback no juega de acuerdo a los $41M que cobrará. Y no es difícil imaginar las consecuencias que eso podría traer para el equipo.

En el caso de Dexter su dinero no está en peligro, pero sí la cultura que Daboll implantó la pasada temporada. El mensaje que le mandó a Dexter el contrato de Daniel Jones es que los líderes del equipo no debían hacer ningún sacrificio para beneficio del grupo, y que los Giants cogerían del futuro el dinero que hiciera falta para pagar a sus estrellas. Dinero que hará mucha falta para abrir una ventana de oportunidad si quieren ser contenders a corto plazo. Por el valor posicional de Joe Schoen considera, y que la liga ha empezado a valorar de forma especial, el defensive tackle con rush interior es ya una de las 6 posiciones premium de la NFL, y los recientes contratos de Daron Payne ($22.5M al año) y Jeffery Simmons ($23.5M al año) ya se habrán convertido a buen seguro en el suelo de la negociación de los agentes de Dexter y Schoen. Cada contrato que se firma en la posición, Dexter Lawrence le costará más caro a los Giants, lo que no habla muy bien del punto en que están los Giants en este asunto.

Es por ello, que en caso de que a cualquier jugador de Giants al que se le niegue el contrato que cree que merece, si permanece a disgusto en el equipo, no pasará mucho tiempo hasta que vuelva a mirarse a la cara con Daniel Jones en el vestuario y empiece a manifestar todos y cada uno de los síntomas de los que hablan Riley y Lombardi. Volverán a jugar juntos, e incluso puede que lo hagan de forma natural porque se siguen queriendo y necesitando para sus fines. Pero ese trato diferente, ese virus del yo, irá generando comportamientos tóxicos para el equipo. Desde no firmar el tag, hasta no arriesgar por miedo a lesionarse, a la espera de volver a buscar su gran contrato. Actitudes que hasta podrían replicarse en jugadores de posiciones de bajo valor para Schoen, o incluso en las estrellas del equipo, cuando vengan en busca de su gran contrato. No necesariamente será en forma de enfado o rabia, quizá con una competición contra el hermano beneficiado por quien les trató diferente, lo que inevitablemente viciará su relación y el ecosistema del grupo.

Teniendo en cuenta la toma acertada de Michael Lombardi, más premonitoria que precipitada, los Giants tienen muy difícil salir de esta situación. No bastarán palabras de aliento cuando la recompensa debe ser un contrato que te asegure la jubilación, porque una lesión en dos de las posiciones más crueles podría acelerarla al próximo snap. Los Giants deben pagar a ambos de tal manera que se sientan recompensados, a la par que deben acertar con Daniel Jones como el QB franquicia que juegue a la altura de su salario. O bien para convertirse en top de la liga en el futuro, o bien para ayudar de forma fehaciente a desarrollar al equipo antes de ser sustituido por el QB que lleve a los Giants a luchar por el campeonato.

A partir de ahí, los Giants deben tratar de sacar ventaja de futuros contratos de jugadores que quieran estar en un proyecto ganador con un liderazgo verificado, diapuestos a renunciar a dinero a cambio de un disparo por la Superbowl. Cualquier cosa que no sea esa hoja de ruta, está llamada a lastrar el crecimiento del equipo hasta que este pueda resetear la situación sacando el contrato de Daniel Jones de los libros, nunca antes de 2025. Porque el virus del yo infectará el vestuario como lo hace la injusticia de un padre tratando a sus hijos de forma diferente, algo que no pasa desapercibido sólo para el hijo damnificado sino también para el resto de la familia y que convierte el ambiente de la casa en irrespirable.

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¿Deben los Giants pagar a Daniel Jones?

A apenas un sólo día de la fecha límite para colocar los tags (mañana martes 16:00 e.t. en USA, 22:00 h.e.), las negociaciones por Daniel Jones se intensificaron en los últimos días de la Combine, y varios insiders del equipo de diferentes medios podrían haberse acercado a las verdaderas cifras de esta negociación. Sentaos si tenéis una silla o un sofá cerca, es más que recomendable.

Lo que pareció un rumor infundado de Mike Florio (ProFootballTalk) acerca de que Daniel Jones podría estar pidiendo en torno a $45M por temporada para su próximo contrato, empieza a verse corto, ya que la cifra demanda inicialmente por el QB parece que estaría oscilando entre los $47/48M de promedio anual. Luego explicaré por qué esta cantidad podría tener sentido como petición, aunque muchos podamos pensar que no lo tendría para los Giants. Según Albert Breer (Sports Illustrated) el rango en que se estaría moviendo la oferta del equipo estaría entre los $35M y los $39M.

Si bien es cierto que Joe Schoen, general manager de los Giants, ha dicho que la brecha entre una y otra parte aún es grande, parece que no es descartable que se pueda cerrar el trato en una cifra ligeramente por encima de los $40M.

Decía que las pretensiones del jugador podrían tener sentido por cuanto que la referencia para establecer su coste en el mercado puede ser perfectamente el contrato de Kyler Murray. Las negociaciones de este tipo suelen tomar como referente contratos de jugadores similares firmados recientemente. En el caso del QB de Arizona, al que le quedaban aún 2 años de su contrato rookie, este firmó la pasada offseason una extensión de $46M de promedio con más de 2 años completamente garantizados a la firma, y con otros 2 años que se garantizan también durante el transcurso del inicio de su contrato. Además, los impuestos en NY son de los más altos del país, por lo que una oferta allí no es equiparable a una similar en otros estados como Nevada (Las Vegas), Carolina (Panthers) o Florida (Tampa Bay).

Otra razón que puede ayudar a entender la cifra es la progresiva subida del cap durante los próximos años debido al nuevo contrato de la NFL con las televisiones, que puede colocar por encima de los $250M el cap en 2024 y seguir aumentando en $25M en cada uno de los siguientes años del actual convenio colectivo. Esto reduce porcentualmente el impacto en el límite salarial de un acuerdo en el presente aparentemente tan elevado, como parecen los $40M anuales en los que podría cerrarse el acuerdo. Ello supondría un 17,7% del cap de los Giants en 2023, y un 16%, 14,5% y 13,3% en los 3 años siguientes. Si tenemos en cuenta que los $46M de Kyler Murray habrían supuesto el 22,09% del cap de 2022 cuando firmó su acuerdo, las cifras tienen algo de lógica. Supongo.  

Fuente: Getty Images.

Pero a pesar de todo ello, no puedo encontrar razones por las que un fan de los Giants pueda encontrarse cómodo con un trato como este, tanto para el corto, como para el largo plazo. Daniel Jones sólo ha demostrado una buena temporada (y subrayo lo de sólo “buena”), y la única explicación para no usar el franchise tag ($32.4M) el próximo martes es que Brian Daboll, quien tiene la primera palabra en esto, está completamente seguro de que puede convertir a Daniel Jones en un QB de segundo nivel (como mínimo), y quizá élite. Aunque la duda subyacente de su trabajo con Josh Allen y Daniel Jones es si realmente les ha desarrollado o simplemente optimizado su juego de acuerdo a sus virtudes, ya que la regresión de Allen en su ausencia ha sido evidente.

Como el mercado puede estar estableciendo unas cifras astronómicas para un acuerdo multianual de Daniel Jones, yo no puedo evitar preguntarme ¿cuánto vale realmente el aún QB de los Giants? Según a quién preguntes dentro de la fanbase o de la prensa de Nueva York la cantidad variará, al igual que el dinero garantizado y la duración del contrato. Es normal, ya que se trata de valor, de cuan bueno nos parece subjetivamente a cada uno, de cómo le hemos visto este año, y de cómo le vemos en el futuro. Y ahí radica gran parte de la división de opiniones.

Los fans de Giants somos una fauna muy variopinta. Los hay que nos preocupamos por la economía del equipo, los hay que se preocupan de los jugadores que visten la camiseta y los hay que se preocupan de disfrutar cada domingo de temporada sin mirar mucho más allá. Aunque en la NFL actual, estas 3 cosas empiezan a estar reñidas, todos buscamos el éxito del equipo en el futuro a nuestra manera. Eso ha generado numerosas narrativas, que en función de los datos, pueden ser discutibles en base a diferentes razonamientos. Vamos una a una con ellas.

Daniel Jones ha mejorado esta última temporada.

Hace un par de semenas, Warren Sharp, quizá el mejor analista estadístico de la NFL, publicó en FOX Sports un artículo en el que aportaba los datos para argumentar que Daniel Jones no sólo no había mejorado en su juego de pase respecto a la temporada 2021, sino que había empeorado ligeramente. Sus argumentos con los números en la mano, fueron que Daniel Jones había desempeñado mejor gracias al sistema de Brian Daboll y a un eficiente juego de carrera. Esto le habría ayudado a llegar más frecuentemente a la redzone y, en ella, convertir 15 TD gracias a pases de corto yardaje y poco riesgo. De la misma manera, ese juego terrestre eficiente le habría ayudado a jugar situaciones de carrera para convertir sus otros 7 TDs de este año. 22 TDs totales que son el principal argumento de una parte de la base de aficionados para ofrecerle al QB una jugosa extensión de contrato esta offseason.

Daniel Jones seguirá mejorando con Daboll. Los Giants pueden ganar en el medio-largo plazo con él.

La otra parte del argumento de Warren Sharp es que es posible predecir la producción futura de un jugador respecto a sus datos actuales. Su conclusión es que las estadísticas de Daniel Jones fuera de la redzone son las realmente ilustrativas para valorar su probable progresión o no en los próximos años, esos por los que se paga una lucrativa extensión de contrato.

Los datos no son halagüeños para Daniel Jones en este aspecto, ya que el QB produjo unos números inferiores en estadísticas como EPA por intento de pase, pases en 1er down (45.1%, la más baja de su carrera), porcentaje de pases completados en 3er down (56%, también la más baja de su carrera), y misma tasa de pases completados reduciendo casi en 1 yarda la profundidad de sus targets (de 7.6 a 6.7), y en 2 yardas en sus 3ºs intentos (de 9.1 a 7.1).

Fuente: Matt Swensen (NY Giants)

Daniel Jones fue 44º QB en porcentaje de lanzamientos más allá de la línea de 1er down (sólo 37%), 40º en yardas por intento (6.0), 41º en profundidad de target (7.1), 39º en tasa de completados (56%), 33º en conversión de 1ºs downs (31%) y 26º en EPA por intento (-0.16). Jones estuvo entre los 10 peores QBs en estadísticas de pase en 1ºs, 3ºs y 4ºs downs.

Los números globales de Daniel Jones se han visto endulzados por las carreras diseñadas y sus scrambles por tierra, donde sí ha sido mucho mejor que años anteriores, lo que ha ayudado a los Giants a pasar de ser el peor ataque de la liga al 7º en TDs anotados.  

Puedes consultar el artículo completo de Warren Sharp aquí.

Una de las ventajas de Daniel Jones este año ha sido poder jugar mucho play action gracias a un gran juego de carrera y a la intimidación de Saquon Barkley desde el backfield. Con un gran contrato en su bolsillo, esa gran ventaja será más difícil de replicar, y sus pases de mínimo riesgo en la redzone, así como otras ventajas del sistema que ha jugado este año, probablemente no serán suficientes.

De la misma manera, Juan Jiménez (@TheQBnerd), en nuestro podcast de Plaza Gigante (@PlazaGigante) de la semana pasada, nos enseñó que su producción con las piernas de este año es difícilmente replicable y prolongable en el tiempo. “Los equipos te estudian y aprenden” nos dijo, y ya no será tan fácil sorprender.

Es cierto que Daniel Jones ha mejorado mucho en la protección del balón, reduciendo a 5 sus interceptaciones (o intercepciones, como refieras), pero la realidad es que dispuso de un tiempo para el pase promedio dentro del pocket (2.5”), y sus pases fueron en gran medida checkdowns y pases de menos de 20 yardas, a excepción de 22 pases más allá de esa distancia en toda la temporada. ¡¡22 pases de más de 20 yardas en toda la temporada!!!

Fuente: Next Gen Stats

Por si fuera poco, los Giants fueron uno de los 3 equipos clasificados para playoff que no estuvieron entre los más agresivos en 1er y 2º down, una premisa que parece se está volviendo obligatoria para competir por la postemporada en los últimos años. Así que quizá es mucho presuponer que el QB puede mejorar sus estadísticas de pase en el futuro.

Si no se lo pagan los Giants, otro lo hará. Es el mercado.

Bueno, esto parece un argumento muy subjetivo a día de hoy, viendo las cifras que se están manejando. Y podemos intuir más cosas en función de los datos y de las cifras del cap. Vamos allá.

El mercado de Daniel Jones parte de aquellos equipos que podrían necesitar QB y que pudieran pagar ese contrato que algunos afirman que otros le darán. Así que eso excluye a Saints, Buccaneers y Ravens, si traspasan a Lamar. Eso nos deja con un puñado de equipos con un pick de la primera mitad del draft ante una camada de buenos QBs en el próximo draft: Texans (#2), Colts  (#4), Seahawks (#5), Raiders  (#7), Falcons  (#8), Panthers  (#9), Titans  (#11), Jets  (#13) y Commanders (#16).

Houston e Indianápolis parece evidente que usarán sus picks para reclutar a su QB (y me atrevería a decir que Titans también, si se deshacen de Tannehill). Seguramente aprovecharán la gran ventaja de tener un contrato rookie en la posición durante 4 años, en lugar de pagar los +$40M que les costaría Daniel. Los Colts no van a replicar por cuarta vez el error de sus tres últimas temporadas. Seattle buscará a Geno Smith en un coste más bajo, si es que no van al draft. Y Raiders, Falcons y Jets muy probablemente buscarán opciones más seguras y con talento contrastado por un coste sólo ligeramente superior. No hay que olvidar que además de Derek Carr y Jimmy Garoppolo (que me encaja en Jets o Raiders por su pasado y su probable bajo coste), Rodgers, Lamar y Tannehill probablemente estarán también en el mercado.

Todo ello, reduce en mi opinión el mercado de Daniel Jones a 2 equipos: Washington y Carolina. Pero los de la capital acaban de hacerse con los servicios de Eric Bienemy (ex OC de Chiefs), que ha dado un salto lateral para demostrarle al mundo que puede hacer lo que ha hecho en KC en otro lado sin Mahomes y Reid. Así que no parece que buscar un QB veterano de alto coste y probado durante un único año pueda ser la mejor opción. El draft será muy probablemente su respuesta. Así que todos los caminos me llevan a Carolina, de donde es originario Daniel Jones. Pero la pregunta obligada es si un mercado de un solo equipo es suficiente para inflar tanto su coste. Porque es su coste lo que se puede inflar y no su valor. Me explico.

Los defensores de este argumento confunden a menudo el valor y el coste. Y esto es importante porque una cosa es cómo ven a Daniel Jones los demás equipos (o los propios Giants), así como su posible rendimiento futuro, es decir, su valor. Y otra diferente es lo que un mercado competitivo puede disparar el precio del QB en él, es decir, el coste, que parece que es a lo que se refieren cuando afirman que “si no se lo pagan los Giants, otro se lo pagará”.

Fuente: USA Today

Si ese es el caso, parece obvio que si tienes un activo que puede disparar su coste por encima de su valor (y el tag permite hablar de posesión por parte de los Giants), lo óptimo parece venderlo en lugar de sobre pagarlo. Así que yo no tengo nada claro que en el hipotético caso de que Nueva York no llegara a un acuerdo multianual antes del martes a las 16:00 E.T., Daniel Jones no estuviera de vuelta con unas pretensiones algo inferiores. De la misma manera que tendría claro que si alguien le paga por encima de su valor, los Giants no deberían lamentar dejarle ir.

Mejor firmarle un contrato multianual ahora porque luego nos costará más.

Entiendo el fundamento de esta narrativa, y estoy completamente de acuerdo con ella. Pero creo que no aplica a Daniel Jones y sí a otros jugadores del roster que ya están contrastados, como Andrew Thomas y Dexter Lawrence (quizá también Xavier McKinney). Pagar de forma anticipada un gran contrato por juadores que sabes que querrás tener en el equipo durante muchos años es casi siempre una política de gasto óptima.

El problema aquí es creer que Daniel Jones está en ese punto sólo por su pasada teporada. Dexter Lawrence fue All Pro, y Andrew Thomas apuntó a serlo durante la primera mitad de la regular season, terminó siendo pro bowler. Daniel Jones no ha pasado de tener números promedio y, como comentamos al principio, su influencia en el juego y en las victorias del equipo son discutibles.

Por ello, estoy de acuerdo en sacar la ventaja de extender a largo plazo a jugadores que son el núcleo del equipo, antes de que terminen su contrato de novato, lo que ahorrará aún más dinero en su nuevo acuerdo con los Giants. Pero no tanto en asumir que Daniel Jones está ya en ese punto y en convertir en un aparente ahorro lo que en realidad es el riesgo más grande en el que puede incurrir el equipo. Me parecería una temeridad de hecho.

Como pide mucho, pongámosle el tag y probémosle un año más.

El tag no exclusivo ($32.4M en 2023) abre la puerta a que alguien puje por el jugador durante la semana previa a la agencia libre, pero dudo mucho que nadie pague las pretensiones de Daniel y las 2 primeras rondas que desbloquean el tag. Tengo la sensación de que en el resto de la liga no le ven como en casa. Si NY le pone el tag por no poder llegar a un acuerdo de larga duración con él, cualquier general manager de la liga sabría que los Giants estarían casi obligados a vender por debajo de ese capital de draft ahora, ya que retenerlo un año más perdería sentido en caso de que mostrara una mejora en su juego. El año próximo renovarle no le saldría más barato. Así que todo lo que esté por encima de una 2ª ronda es ganar sobre el pick compensatorio que recibirían los Giants por dejarle ir libre.

¿Por qué no probarle? Porque es tremendamente arriesgado probar a cambio de un coste tan alto. Sólo pagas si estás completamente seguro, como en cualquier suscripción que contratas tras disfrutar del periodo de prueba. Y por coste alto no me refiero solamente al impacto de su contrato en el límite salarial del equipo, me refiero al coste de no poder renovar cuanto antes a jugadores como Andrew Thomas, Dexter Lawrence o Xavier McKinney, lo que podría reportarles un importante ahorro en sus contratos por hacerlo antes de que expiren los de rookie actuales. Tanto Eagles como Chiefs nos han demostrado este año que necesitas optimizar el uso del cap con algunos de tus mejores jugadores cobrando por debajo de mercado.

Si los Giants le rodean de mejores jugadores, Daniel Jones crecerá como jugador.

Este argumento parte de una mera suposición. Pero lo que es más fácilmente imaginable es que será más difícil rodearle de mejores jugadores si el QB se lleva más del 17% del cap del equipo. Esa mejora de la plantilla deberá llegar a través de jugadores sin experiencia en el draft o a través de jugadores a bajo coste en la agencia libre, cuando los grandes atunes del mar ya habrán sido pescados.

El refuerzo a este argumento es que Joe Schoen es un gran reclutador de talento, y Brian Daboll un entrenador capaz de sacar lo mejor de sus jugadores, por lo que esta teoría podría parecer más sólida. Pero yo me pregunto si esa misma reflexión no podría hacerse también reclutando a un QB del draft, con el consiguiente ahorro millonario que supone un contrato rookie en la posición más cara a la hora de reforzar el roster. Lo que hicieron en Buffalo con Josh Allen en su segunda offseason vamos.

Fuente: Getty Images.

La sensación es que una parte de la afición sea ha enamorado del jugador, del nombre, por lo mucho que, al parecer, se le ha maltratado con entrenadores y compañeros de dudosa capacitación. Pero que en el caso de juzgar la situación en otro equipo, sin esa vinculación emocional, probablemente reprobarían. Llamémosle por ejemplo Geno o Marcus, que han tenido números similares la pasada teporada.

Sea como fuere, lo lógico es que el jugador destinado a ganar el gran contrato debería ser el que hiciera mejores a los demás y no a la inversa, como hemos visto hacer a Patrick Mahomes recientemente, quien rompió la norma de ganar la Superbowl con menos del 13% del cap del equipo. Mahomes hizo mejores a los demás, y su GM y su entrenador encajaron en el sistema a multitud de jugadores rookies y veteranos de bajo coste.

Pero cuesta metabolizar esta narrativa y que Daniel Jones replicará este modelo exitoso cuando después de lanzar 15 TD de pase (y hacer 7 de carrera), además está demandando una cifra tan elevada que compromete la construcción del resto del equipo. Ya hemos visto con Prescott, Russell Wilson o Rodgers como termina eso. Son los QBs talentosos dispuestos a perdonar dinero los que realmente pueden proyectar al resto del equipo. Lo otro no son más que banderas rojas a futuro, generalmente próximo.

Paga al chico, el dinero no es nuestro.

Se la escuchamos a Bob Papa, narrador de los partidos de Giants. Pero esta es una verdad a medias. Hay gente que paga para ir a ver los partidos al estadio, y los demás invertimos tiempo y pasión. Así que poner en el campo un mal producto lo hace una mala inversión para los aficionados, en dinero y muchas otras cosas. El coste de oportunidad de nuestro ocio y nuestras emociones es altísimo. Nosotros no pagamos los contratos de los jugadores, pero invertimos muchos de nuestros recursos en ellos. Eso debería ser suficiente para pensar que lo que le pagues a Daniel importa.

Así que, en definitiva, ¿Cuanto vale Daniel Jones?

Vale lo que Schoen y Daboll crean que va a rendir en los próximos dos años (porque no deberían garantizar mucho más allá de eso). Vale lo que crean que les acercará a la Superbowl en el corto-medio plazo. Vale lo que crean que mejorará a sus compañeros. Y vale lo que ellos creen en lo que se convertirá en un futuro próximo.

Porque el coste ya estamos viendo que parece que será lo que un mercado hipotético le pagará. Y si ese coste es realmente superior a lo que Schoen y Daboll le valoran, lo óptimo es venderlo para acumular la plusvalía en capital de draft y en cap, y poder así seguir mejorando el equipo. En caso contrario, los Giants podrían estar imaginando un mercado que no existe, y sobre pagando por lo que su propietario lleva creyendo durante varios años que es una versión moderna y rejuvenecida de Eli Manning.

Fuente: USA Today.

La posición y el coste de un QB no es algo en lo que se pueda dudar. Se quiere o no se quiere. Y quererlo es pagarle +$50M de promedio y hacerlo sin miedo a equivocarte porque crees que lo vale por ser élite y porque valdrá más en el futuro. Y también por saber que el chico además está dispuesto a ceder para ganar campeonatos. Si estás racaneando millones porque el jugador quiere sacarte las entrañas en la negociación, entonces estás comprando un problema. Y los Giants han comprado casi todos los problemas imaginables desde la última Superbowl. En mi opinión, ha llegado la hora para los Big Blue de ser valientes y buscar su propio QB élite. Nadie dice que sea fácil, pero la identidad de uno se define por aquello que ambicionas y aquello con lo que te conformas. Así que creo que los Giants no deberían conformarse con lo que las estadísticas dicen que es un QB promedio, y probablemente, una copia mediocre de Eli Manning.